La ultraderecha europea sella una alianza
El holandés Wilders y la francesa Marine Le Pen aúnan fuerzas contra la UE y la inmigración
Isabel Ferrer
La Haya, El País
El holandés Geert Wilders, líder del antimusulmán Partido de la Libertad, y la francesa Marine Le Pen, presidenta del ultraderechista Frente Nacional, quieren aunar fuerzas contra la integración europea y contra la inmigración. Sonrientes, relajados y despejando casi todas las dudas sobre su nueva afinidad, presentaron este miércoles en sociedad el germen del nuevo grupo que desean formar tras las elecciones al Parlamento Europeo de 2014. Se trataría de una amplia alianza con otros grupos afines, capaz de plantar cara a lo que denominan “la hidra comunitaria de Bruselas”. Pasados los comicios, el bloque paneuropeo que perfilan “devolverá la soberanía nacional al pueblo”, según han afirmado, deseosos de mostrar el rostro más amable del euroescepticismo.
Si bien no han entrado en el detalle de la colaboración que planean, ambos han extendido la mano a otras agrupaciones de la derecha populista europea, ya sea el Partido del Pueblo Danés (1 eurodiputado); la Liga Norte, italiana (9); Vlaams Belang (2), belga, o los británicos del Independent Party. Todos son bienvenidos, porque para inscribirse como grupo en el Parlamento Europeo, se necesitan 25 diputados. En estos momentos, el Frente Nacional galo tiene tres, y el Partido de la Libertad holandés, cinco. Convencer al resto de las bondades de asociarse les daría mayor peso a la hora de influir en una política europea a la que consideran responsable del descontento ciudadano. Y sobre todo, de los ajustes derivados de la crisis e impuestos por lo que Wilders y Le Pen llaman “élites tecnócratas que roban el poder de decisión nacional”.
En realidad, ya se conocían. A principios de año, Marine invitó a su colega holandés a unirse a la Alianza Europea por la Libertad, una agrupación de partidos euroescépticos deseosos de constituirse en un solo bloque dentro del Europarlamento. Pero ella es hija de Jean Marie Le Pen, jefe del Frente Nacional desde su creación en 1972, y condenado por sus soflamas racistas, antisemitas y xenófobas. A pesar de que sucedió a su progenitor en 2011 y se ha distanciado de sus opiniones, el político holandés ha esperado hasta hoy para acercarse. A la vista de que los sondeos son muy favorables para la formación gala —y el resto de los partidos ultras europeos— y el repunte del Partido de la Libertad después de un periodo de oscurantismo, Wilders ha decidido que la política francesa, antigua abogada y excelente oradora, es la pareja ideal para reclamar “el control de nuestras fronteras y evitar que los inmigrantes lleguen en oleadas imparables”.
Para que no quedaran dudas, en este “histórico lanzamiento de una campaña europea”, de que será capaz de pactar con una colega crítica con Israel y el matrimonio homosexual, Wilders, que se declara admirador del primero y defensor del segundo, subrayó varias veces las diferencias con Le Pen padre. “Aunque los discursos de su progenitor no me gustan, Marine se ha distanciado de todo eso. Yo no le veo un ápice de antisemitismo o racismo. Hasta creo tener más en común con su Frente Nacional que con el resto de los partidos holandeses”, aseguró, mientras sus guardaespaldas dominaban la seguridad de la sala dedicada a la presentación en sociedad del pacto.
Cuando Marine Le Pen, que asentía, tomó la palabra, la cita adquirió tono de mitin. “Estamos contra una UE que nos impone los presupuestos, merma nuestra identidad, nos dice quién debe entrar en nuestro país, impone la moneda y lanza a los trabajadores de unos países contra otros”, aseguró de un tirón. “Ha llegado el momento de la solidaridad entre los patriotas de Europa, el verdadero movimiento que sigue el curso de la Historia. La UE, como todos los imperios, se derrumbará sobre sí misma. Queremos decidir nuestro destino. Porque los políticos europeos actuales luchan por ostentar un poder que luego no ejercen. Hay que recuperar la soberanía”, afirmó, junto a un Wilders encantado de haberla invitado.
Y cuando las preguntas tocaron de lleno en lo que les separa, los dos trataron de salir airosos con evasivas razonadas. “Incluso en un matrimonio hay diferencias de opinión. Francia viene de una tradición laica y es prudente con las religiones. La identidad de los pueblos no permite uniformar”, dijo ella, para explicar que si Wilders quiere prohibir el Corán es cosa suya. “He viajado por Europa y he visto lo que pide la gente. No coincidimos en todo, pero somos eurocríticos y creemos que Bruselas tiene que decidir menos. Un buen acuerdo para las elecciones europeas”, añadió, pragmático el político holandés.
Isabel Ferrer
La Haya, El País
El holandés Geert Wilders, líder del antimusulmán Partido de la Libertad, y la francesa Marine Le Pen, presidenta del ultraderechista Frente Nacional, quieren aunar fuerzas contra la integración europea y contra la inmigración. Sonrientes, relajados y despejando casi todas las dudas sobre su nueva afinidad, presentaron este miércoles en sociedad el germen del nuevo grupo que desean formar tras las elecciones al Parlamento Europeo de 2014. Se trataría de una amplia alianza con otros grupos afines, capaz de plantar cara a lo que denominan “la hidra comunitaria de Bruselas”. Pasados los comicios, el bloque paneuropeo que perfilan “devolverá la soberanía nacional al pueblo”, según han afirmado, deseosos de mostrar el rostro más amable del euroescepticismo.
Si bien no han entrado en el detalle de la colaboración que planean, ambos han extendido la mano a otras agrupaciones de la derecha populista europea, ya sea el Partido del Pueblo Danés (1 eurodiputado); la Liga Norte, italiana (9); Vlaams Belang (2), belga, o los británicos del Independent Party. Todos son bienvenidos, porque para inscribirse como grupo en el Parlamento Europeo, se necesitan 25 diputados. En estos momentos, el Frente Nacional galo tiene tres, y el Partido de la Libertad holandés, cinco. Convencer al resto de las bondades de asociarse les daría mayor peso a la hora de influir en una política europea a la que consideran responsable del descontento ciudadano. Y sobre todo, de los ajustes derivados de la crisis e impuestos por lo que Wilders y Le Pen llaman “élites tecnócratas que roban el poder de decisión nacional”.
En realidad, ya se conocían. A principios de año, Marine invitó a su colega holandés a unirse a la Alianza Europea por la Libertad, una agrupación de partidos euroescépticos deseosos de constituirse en un solo bloque dentro del Europarlamento. Pero ella es hija de Jean Marie Le Pen, jefe del Frente Nacional desde su creación en 1972, y condenado por sus soflamas racistas, antisemitas y xenófobas. A pesar de que sucedió a su progenitor en 2011 y se ha distanciado de sus opiniones, el político holandés ha esperado hasta hoy para acercarse. A la vista de que los sondeos son muy favorables para la formación gala —y el resto de los partidos ultras europeos— y el repunte del Partido de la Libertad después de un periodo de oscurantismo, Wilders ha decidido que la política francesa, antigua abogada y excelente oradora, es la pareja ideal para reclamar “el control de nuestras fronteras y evitar que los inmigrantes lleguen en oleadas imparables”.
Para que no quedaran dudas, en este “histórico lanzamiento de una campaña europea”, de que será capaz de pactar con una colega crítica con Israel y el matrimonio homosexual, Wilders, que se declara admirador del primero y defensor del segundo, subrayó varias veces las diferencias con Le Pen padre. “Aunque los discursos de su progenitor no me gustan, Marine se ha distanciado de todo eso. Yo no le veo un ápice de antisemitismo o racismo. Hasta creo tener más en común con su Frente Nacional que con el resto de los partidos holandeses”, aseguró, mientras sus guardaespaldas dominaban la seguridad de la sala dedicada a la presentación en sociedad del pacto.
Cuando Marine Le Pen, que asentía, tomó la palabra, la cita adquirió tono de mitin. “Estamos contra una UE que nos impone los presupuestos, merma nuestra identidad, nos dice quién debe entrar en nuestro país, impone la moneda y lanza a los trabajadores de unos países contra otros”, aseguró de un tirón. “Ha llegado el momento de la solidaridad entre los patriotas de Europa, el verdadero movimiento que sigue el curso de la Historia. La UE, como todos los imperios, se derrumbará sobre sí misma. Queremos decidir nuestro destino. Porque los políticos europeos actuales luchan por ostentar un poder que luego no ejercen. Hay que recuperar la soberanía”, afirmó, junto a un Wilders encantado de haberla invitado.
Y cuando las preguntas tocaron de lleno en lo que les separa, los dos trataron de salir airosos con evasivas razonadas. “Incluso en un matrimonio hay diferencias de opinión. Francia viene de una tradición laica y es prudente con las religiones. La identidad de los pueblos no permite uniformar”, dijo ella, para explicar que si Wilders quiere prohibir el Corán es cosa suya. “He viajado por Europa y he visto lo que pide la gente. No coincidimos en todo, pero somos eurocríticos y creemos que Bruselas tiene que decidir menos. Un buen acuerdo para las elecciones europeas”, añadió, pragmático el político holandés.