La omnipotencia de la NSA

‘The New York Times’ analiza el ‘modus operandi’ de la agencia estadounidense y el alcance de su espionaje, a partir de documentos facilitados por Edward Snowden

Eva Saiz
Washington, El País
Desde el teléfono móvil de la canciller alemana Angela Merkel hasta el documento con el resumen de los puntos principales que el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, iba a tratar en una reunión con el presidente de EE UU, Barack Obama, pasando por las comunicaciones del líder supremo de Irán, el ayatolá Ali Jameneí, las llamadas de miembros de la guerrilla colombiana de las FARC, los mensajes de Hezbolá o los correos electrónicos del ministro de Economía venezolano, los tentáculos del espionaje de la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense (NSA) se antojan infinitos, tal y como demuestra un extenso reportaje publicado este sábado por The New York Times, en el que se revisa la evolución de las prácticas de vigilancia de la institución desde su creación, el 4 de noviembre de 1952, y su alcance. El artículo, realizado a partir de los miles de documentos filtrados al diario por Edward Snowden, muestra a la NSA como un “omnívoro informático” con una capacidad ilimitada para interceptar datos.


El espionaje de la NSA se cierne sobre los cables de fibra óptica, las líneas telefónicas y los nodos de Internet y sus prácticas contemplan el robo de información de ordenadores personales y la introducción en los mismos de software de vigilancia, bajo el amparo de la operación Acceso a Medida, el establecimiento de micrófonos ocultos en teléfonos móviles o la vigilancia de transacciones bancarias. La amplitud de las técnicas evidencia que la información obtenida por los servicios de vigilancia no solamente se utiliza para fines antiterroristas sino también para obtener “ventaja diplomática con países aliados como Alemania o Francia” y "económica con Japón o Brasil”, concluye el Times.

Esa extensión, sumada a la aparente aquiescencia por parte de instancias superiores y la ausencia de limites y controles eficaces de los tribunales, demuestran que la NSA recopila información de manera indiscriminada, simplemente porque puede y tiene la capacidad técnica y de almacenamiento de datos para hacerlo. El director Nacional de Inteligencia, James Clapper, ha reconocido en varias ocasiones, la última vez esta semana ante el Congreso, que todos los países hacen lo mismo y que EE UU “tiene la capacidad de espiar probablemente a todo el mundo”. Una afirmación que la Casa Blanca ha tratado de matizar asegurando que no porque se pueda, es necesario poner en práctica toda la magnitud de los programas de vigilancia masiva.

Lucha antiterrorista

La interceptación de datos de la NSA, como defienden muchos legisladores en EE UU, sí ha servido, de acuerdo con los ejemplos que ofrece el artículo, para evitar atentados terroristas y otra serie de delitos contra los derechos humanos. Una de las estaciones de espionaje de la agencia en Texas tuvo acceso a 478 emails que permitieron abortar un atentado contra un artista sueco que había dibujado caricaturas de Mahoma; los sistemas de escucha de la agencia instalados en varios aviones del Departamento de Defensa que sobrevolaban Colombia permitieron localizar y estar al tanto de los planes de varios miembros de las FARC.

Los esfuerzos de espionaje masivo de la NSA, en muchas ocasiones, no ofrecen grandes resultados, de acuerdo con la información ofrecida por Snowden a The New York Times. Los problemas de conexión –al parecer, la todopoderosa agencia también se queda sin cobertura- o la falta de especialistas para traducir determinadas lenguas, han impedido la frustración de atentados terroristas, como en el caso de la interceptación de varios mensajes de grupo terrorista paquistaní Haqqani en los que se hablaba sobre un futuro ataque al hotel Intercontinental en Kabul. Recopilaron todas las llamadas pero no pudieron impedirlo.

Ineficacia diplomática

La omnipotencia del espionaje estadounidense sobre los líderes mundiales también se ha tornado, en ocasiones, inoperante en clave diplomática. La NSA grabó las conversaciones entre dos funcionarios del ministro de Asuntos Exteriores de Afganistán con responsables iraníes en los que les aseguraban que la relación con EE UU “no amenazaría los intereses de Irán” en ese país. En este caso, como en el de las escuchas a otros líderes sirios, EE UU no parece haber sido capaz de sacar parido de esa información.

Tampoco en el caso de Venezuela, uno de los “seis objetivos imperecederos” de la NSA en 2007, junto con China, Corea del Norte, Irak, Irán y Rusia. La intención de EE UU era ganar influencia en América Latina a costa de mermar la preponderancia del fallecido presidente venezolano Hugo Chávez. La misión de la agencia era, según el Times, “impedir que Venezuela desarrollara políticas en la región que afectaran negativamente a los intereses estadounidenses”. Para ello la NSA rastreó miles de millones de dólares en concepto de préstamos entre Caracas y China, Rusia e Irán. También interceptó los correos personales de su ministro de Finanzas y Planificación y los de varios de sus funcionarios y otros burócratas venezolanos.

Las revelaciones sobre la amplitud y el alcance del espionaje han cogido por sorpresa hasta al propio secretario de Estado estadounidense, John Kerry, que esta semana reconocía que la vigilancia, en el caso de los líderes mundiales, había ido “demasiado lejos”. Sin embargo, Kerry defendió la importancia de los programas de la NSA para la lucha antiterrorista. Sin negar el derecho a la seguridad, la preocupación de varios políticos estadounidenses y de la comunidad internacional se centra en la aparente falta de control y supervisión de las prácticas de la NSA.

La Casa Blanca ya ha anunciado que ha comenzado a supervisar todos los programas de vigilancia para garantizar la protección de la privacidad –aunque parece centrarse sólo en la de los ciudadanos estadounidenses, frente al reclamo de otros países para que también cumpla la legislación internacional la respecto-. El artículo del Times, no obstante, indica que la intensidad del espionaje de la NSA obedece a la voracidad y las demandas de otras agencias como el Pentágono, FBI, CIA, el Departamento de Estado, el de Energía, el de Seguridad Nacional y el de Comercio. “Más de la mitad de la información relativa a inteligencia se incluye en el informe diario que recibe cada mañana el presidente”, señala el diario.

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