La exetarra Gisasola abraza a la viuda de un ‘ertzaina’ asesinado

Víctimas de los GAL también asisten al homenaje al sargento Goicoetxea

Juan Mari Gastaca
Bilbao, El País
Hace 20 años, cuando acercaba en coche a su hijo adolescente a una ikastola de Bilbao, Joseba Goikoetxea, sargento de la Ertzaintza y afiliado al PNV, murió tiroteado por el etarra Ángel Irazabalbeitia, a quien le cubría José Luis Martín Carmona, entonces jefe del comando Bizkaia. Un año después, su asesino perdió la vida en un enfrentamiento con la policía vasca en Larrabetzu (Bizkaia). Ayer, dos años después del cese definitivo de la violencia de ETA, la exetarra Carmen Gisasola, a quien Goikoetxea (Bilbao, 1951) siempre incluyó entre los activistas más buscados, acudió en Bilbao a su homenaje y abrazó a su viuda, Rosa Rodero, en una imagen insólita. Acudió junto a Andoni Alza, miembro como ella de la denominada vía Nanclares, y que fue detenido en 1991, precisamente por la unidad que dirigía el sargento luego asesinado.


Gisasola y Alza, que se cruzaron más de una vez durante el acto con veteranos ertzainas, estuvieron acompañados por Aintzane Ezenarro, exparlamentaria de Aralar y que fue expulsada de esta formación abertzale por su posición favorable a la creación, en la pasada legislatura, de una ponencia sobre paz y convivencia en el Parlamento de Vitoria. Ezenarro trabaja ahora en la secretaría de Paz y Convivencia del Gobierno vasco, junto a Jonan Fernández.

En realidad, este recuerdo a Goikoetxea, desarrollado en la plaza de la Convivencia de Bilbao en un ambiente de nítido espíritu nacionalista, respondió al decidido intento de su viuda de "unir el dolor de todas las víctimas", que el PNV respaldó plenamente, como aseguró en el acto su presidente, Andoni Ortuzar. Además, proyectó una decidida voluntad de entender los nuevos retos de la paz en Euskadi, a la que se sumaron dirigentes de PNV, EH Bildu y PSE-EE, con la única ausencia de PP y UPyD entre las fuerzas representadas en el Parlamento vasco. Laura Mintegi, portavoz parlamentaria de la coalición soberanista, acudió junto a Pello Urizar, secretario general de EA, y el senador Rafa Larreina, también de este partido.

Rodero, "nacionalista de toda la vida", logró aglutinar personalmente a víctimas del GAL, a quienes situó en las primeras filas del improvisado aforo, como la hija del dirigente de Herri Batasuna Santiago Brouard —asesinado en 1984— y Asun Zabala —hermana de un miembro de ETA secuestrado y asesinado un año antes— y familiares del diputado abertzale Josu Muguruza —muerto por disparos de la extrema derecha en Madrid—. Y junto a ellos estuvieron familiares de Francisco Javier Gómez Elósegui, psicólogo de la prisión de Martutene asesinado por ETA; Cristina Sagarzazu, viuda del ertzaina Montxo Doral, y el hermano de Txiki Paredes Manot, fusilado durante el franquismo.

Entre el resto de asistentes se encontraban el exlehendakari Juan José Ibarretxe, en compañía de una amplia representación de cargos institucionales del PNV en distintas legislaturas, como Juan Mari Atutxa, consejero de Interior cuando Goikoetxea fue asesinado, o el hoy portavoz nacionalista en el Congreso, Aitor Esteban.

Esta escena inédita coincide con la convulsión generada por la excarcelación de miembros de ETA en cumplimiento de la derogación de la doctrina Parot. En la sucesión de intervenciones no hubo referencia alguna a esta polémica, aunque Rodero, en declaraciones a EL PAÍS, señaló: "Me sorprenden estas reacciones de algunas víctimas, cuando ya se sabía desde un primer momento que la doctrina Parot era ilegal".

Ortuzar, por su parte, admitió el error histórico de haber establecido "categorías" durante muchos años entre las víctimas, antes de situar su discurso en un escenario de futuro. "Hemos superado el duelo y nos aprestamos a vivir el momento de reparación, de recobrar la esperanza perdida en este pueblo".

Escuchándole estaba Fernando, el hijo adolescente que hace 20 años asistió a la muerte de su padre tendido sobre la bocina del coche, y que hoy es un ertzaina.

Rekarte: “A veces la vida te lleva a ser un bala perdida”

P. GOROSPE, Vitoria

"Cometí asesinatos porque así me lo mandaron... A veces la vida te lleva a ser, no sé si decirlo así, un bala perdida”. Iñaki Rekarte no disparó ninguna bala en febrero de 1992, en Santander. Junto a dos terroristas más, hizo saltar por los aires un coche bomba que segó la vida a tres personas e hirió a más de 20. Está arrepentido. Entró en la denominada vía Nanclares y ha salido de la cárcel esta semana, después de 21 años preso, gracias al Tribunal de Estrasburgo, que anuló la aplicación retroactiva de la doctrina Parot. Ayer compartió mesa en un acto organizado por la Fundación Buesa —el dirigente socialista asesinado con otro coche bomba— con Iñaki García Arrizabalaga, el hijo de otra víctima mortal de la banda, y con el periodista, también víctima de la banda, Gorka Landaburu.

En ese foro explicó que no entiende a quienes se niegan a pedir perdón a sus víctimas. “¿Matas a alguien y te cuesta pedir perdón?”, se preguntó. En su opinión, es hora de olvidar la política y “hacer las cosas de ser humano a ser humano”, porque “todos somos iguales”. Respecto de ETA, cree que “el andamio habría que desmontarlo ya, sin andar quitando un piso hoy y mañana otro”, afirmó ayer.

El profesor de la Universidad de Deusto Iñaki García Arrizabalaga advirtió del error de meter a las víctimas en la arena política. “El respeto que merecen todas” es compatible con el hecho de que no tengan “ningún plus de legitimidad a la hora de decidir la política antiterrorista o penitenciaria”, dijo.

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