Europa se inhibe ante el éxodo sirio

Suecia se queja de que la UE está dando la espalda a las víctimas de la guerra

Ana Carbajosa
Estocolmo, El País
Siria se vacía a marchas forzadas a causa de un conflicto que tiene pocos visos de amainar. Por eso, Naciones Unidas pide desde hace meses a los países de la Unión Europea que asuman su responsabilidad humanitaria y abran sus puertas al éxodo de refugiados sirios que huyen de la guerra. Algunos países de la UE han respondido tímidamente al llamamiento. Otros ni eso. Los expertos achacan la reticencia europea al avance populista, que amedranta a los políticos europeos.


El objetivo que se ha marcado la Agencia de Naciones Unidas para los refugiados es que, para 2014, los países de la Unión hayan aceptado a 30.000 de ellos en lo que en la jerga especializada se conoce como “cuotas de reasentamiento y admisión humanitaria”. La cantidad resulta minúscula comparada con los más de tres millones de refugiados que se espera hayan abandonado su país el año que viene.

Hasta el momento, los ofrecimientos europeos rondan un tercio de la cifra fijada como meta. Alemania y Noruega figuran en cabeza de la lista de países acogedores. España dice estar dispuesta a dar entrada a 30 sirios; una cifra aprobada en 2012.

Suecia es la excepción europea. A diferencia del resto de la UE, Estocolmo ha optado por conceder la residencia permanente no solo a los que llegan a través de las llamadas admisiones humanitarias, si no a todos los sirios que pongan pie en el país nórdico. La decisión, explica el Ejecutivo sueco, no ha sido fácil, sobre todo porque la falta de implicación europea es una de las mayores dificultades con las que se topan los políticos suecos a la hora de convencer a los sectores de la población más reticentes. Por qué nosotros sí y el resto de la UE no, vienen a decir. “Estamos presionando a la UE para que asuma su responsabilidad. Estamos muy solos”, se queja el ministro de Integración sueco, Erik Ullenhag. “No podemos ceder a los mensajes xenófobos porque lo único que conseguimos es reforzar a los ultras”, sostiene. Si los Veintiocho hicieran un esfuerzo equiparable al sueco —solo teniendo en cuenta las cuotas, no los inmigrantes que llegan por vía clandestina; una cifra mucho mayor— más de 100.000 sirios estarían ahora a salvo en Europa, según los cálculos de Estocolmo.

De momento, esas cuentas son pura quimera y la mayoría de los que intentan llegar a Europa se ven obligados a hacerlo por la vía ilegal; es decir jugándose la vida y engordando el bolsillo de las mafias de traficantes de personas que campan a sus anchas por el viejo continente. “La política europea contribuye a que la gente arriesgue sus vidas. Si refuerzan las fronteras, la gente va a encontrar otras vías, más peligrosas para entrar”, sostiene Nicolas Berger, director en Europa de Amnistía Internacional. “Las leyes internacionales que dicen que todo el mundo tiene el derecho de escapar de conflictos”, añade. “Cada país europeo debería aceptar refugiados en función de su tamaño”, termina Berger.

“El problema es que en Europa, la inmigración se ha convertido en una cuestión muy politizada mientras crecen las actitudes xenófobas. Por eso, la mayor parte de los fondos europeos que se destinan a inmigración, se dedican a reforzar las fronteras”, explica Julia Zelvenskaya, experta jurídica del Consejo Europeo de Refugiados y exiliados con sede en Bruselas.

En Suecia, solo desde septiembre 13.700 sirios han pedido la residencia permanente y en torno al 95% de ellos se le concederá. Eso es posible gracias a que una amplia coalición de Gobierno y oposición socialista ha logrado vencer el empuje populista de los Demócratas Suecos. A pesar de que los extremistas suecos suman cada vez más adeptos, no consiguen como en otros países europeos tentar al resto de partidos a adoptar su retórica antiinmigración. Hacen frente común, porque están convencidos de que a largo plazo, la acogida y la integración resulta mucho más rentable que el discurso xenófobo y la exclusión.

Pero el modelo sueco de momento no cala en la UE. Los vientos soplan más bien en sentido contrario, algo que preocupa a los que siguen de cerca el éxodo sirio. “Las proyecciones son terribles, porque el conflicto tiene pocos visos de mejorar. Los sirios van a seguir huyendo y las costuras de los países vecinos van a estallar”, advierte Zelvenskaya.

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