España sale ilesa de Guinea
Arrancó como un partido criminalizado y acabó siendo un partido criminal. Lo ganó España jugando al paso, sin gracia, con una Selección repleta de internacionales en prácticas y de opositores a titulares ante una Guinea que no pareció de la familia. Su fútbol está aún por escolarizar pero tuvo dignidad y cierto peligro. Hubo ida y vuelta, acción en las dos áreas y una brutalidad innecesaria iniciada por Fidjeu, delantero cuya extramotivación sembró el terror en la campeona. Lesionó a Xabi Alonso y lo intentó con Iñigo Martínez y Alberto Moreno. Sirvió de mal ejemplo a otros y sobró aún más que el propio partido, que sacó a la superficie que noches como estas sirven para propagar el fútbol pero no para hacerlo progresar.
El pleito dejó muy poco, aunque abrió algunos claros sobre el equipo del que tendrá que vivir España en los próximos años, cuando se apaguen los héroes. Bartra está cuajando. Tiene colocación, buena salida de balón e intuición para saber por dónde llegará el balazo. Evitó un gol seguro de Bolado. Resultó el mejor de los reclutas. Y cerca estuvo Alberto Moreno, cruce de extremo y lateral que ha mejorado la especie porque mezcla bien llegada y contundencia. Koke e Iñigo Martínez estuvieron en un tono menor. Xabi Alonso, en cambio, le dio limpieza al juego de España y mostró que es tan primer actor en la Selección como en el Madrid. Lástima que la salvajada de Fidjeu le sacará del partido.
Al duelo también le dio utilidad Navas. En tiempos de mayor culto a los extremos su papel en España hubiese resultado imparable, pero la inclinación al toque le deja casi siempre en la sala de espera. Él es la gran víctima del éxito nacional. Con todo, está listo por si cambia el viento. Fue una flecha orillado a la derecha y persiguiendo diagonales.
Con estos y algún detalle de Negredo, que también se traspapeló dos veces en el remate, se apañó España para tomar la delantera. Ayudó Danilo, portero con guantes de aceite y pies de madera, que regaló el tanto de Cazorla. Guinea fue igualando el choque apelando a Balboa y a su físico imponente. El cabezazo de Bermúdez que le llevó al empate fue una magnífica fotografía de su fútbol, poco depurado pero extremadamente vigoroso. Lástima que su zaga sea un bolsillo sin fondo. Toleró demasiadas ocasiones y anduvo muy desatenta en el tanto de Juanfran.
Luego llegaron al partido Villa, Iniesta y Llorente y reactivaron la circulación. Los tres fabricaron una obra de arte (pase de rabona del primero, desmarque y entrega del segundo y gol a puerta vacía del tercero) que un asistente (otro que sobró) invalidó por inexplicable fuera de juego. Iniesta, sus tablas y su pausa narcotizaron a Guinea, que acabó perdiendo empuje y fe en el milagro. Fue el regreso al lugar del crimen, al tiqui-taca que tan magníficamente nos ha acompañado en este viaje y al que rendirá tributo Sudáfrica el martes. Esperemos estar a la altura, ofrecer más fútbol y recibir menos patadas.