Emoción y lágrimas en Zaragoza en el homenaje a Cáceres
Zaragoza, As
Una noche para la historia en La Romareda. Para la emoción y la solidaridad. Una noche para homenajear a Fernando Cáceres, gloria eterna del Zaragoza y ahora postrado en una silla de ruedas por el disparo que hace cuatro años le metió por su ojo derecho un adolescente desalmado en un barrio de Buenos Aires. Se aplaudió y se lloró como nunca en el estadio del Real Zaragoza, que ahora vive en el desmoronamiento, pero que nunca olvida a sus héroes. Más de 18.000 aficionados se dieron cita en un partido para el recuerdo. Un partido que el Negro jamás olvidará.
Cedrún, Belsué, Aguado, Solana, Aragón, Gay, Pardeza, Higuera, Esnáider, García Sanjuán, Gay, Geli, Loreto... Con La Romareda puesta en pie y con una ovación continuada de diez minutos, salieron los campeones de la Recopa a saludar al centro del campo, antes de fundirse en un singular pasillo de honor junto al Real Zaragoza y a los Amigos de Fernando Cáceres. Todos mezclados, repartidos en dos largas filas, aguardaron la entrada triunfal en el césped del Negro, ayudado en su silla de ruedas por los organizadores de su homenaje, Chema Sanjuán y Alejandro Martínez. En medio de un aplauso ensordecedor y de las lágrimas de todos, Cáceres, muy emocionado, se puso en pie y saludó con su mano derecha a un público que le adora. Se vio llorar a todo el mundo, mientras las palmas no paraban de batir.
Todos los protagonistas posaron después para la foto de recuerdo, una foto para la historia, antes de que el Negro, sentado frente a la Tribuna de Preferencia, recogiese diversos obsequios de peñas zaragocistas y del Celta, el Valencia y el Córdoba, sus otros tres clubes en España.
El acabóse llegó instantes antes de las ocho y media, cuando Fernando, otra vez ayudado, se alzó de su silla para hacer el saque de honor. Allí rompió otra vez a llorar y agradeció el cariño de todo el mundo antes de dirigirse al antepalco para presenciar el partido flanqueado por los Héroes de París.
La megafonía dio paso a la lectura de las alineaciones, donde Cani, Ander Herrera, Lafita, Gabi y Víctor Fernández escucharon estruendosas ovaciones. Todo lo contrario que Agapito Iglesias, el dueño ausente.
Cualquier tiempo pasado fue mejor en el Zaragoza, pero al zaragocismo siempre le quedará París. Siempre le quedará la imagen del Negro alzando la Recopa con su puño de hierro desde la cruceta de una portería del Parque de los Príncipes.
Una noche para la historia en La Romareda. Para la emoción y la solidaridad. Una noche para homenajear a Fernando Cáceres, gloria eterna del Zaragoza y ahora postrado en una silla de ruedas por el disparo que hace cuatro años le metió por su ojo derecho un adolescente desalmado en un barrio de Buenos Aires. Se aplaudió y se lloró como nunca en el estadio del Real Zaragoza, que ahora vive en el desmoronamiento, pero que nunca olvida a sus héroes. Más de 18.000 aficionados se dieron cita en un partido para el recuerdo. Un partido que el Negro jamás olvidará.
Cedrún, Belsué, Aguado, Solana, Aragón, Gay, Pardeza, Higuera, Esnáider, García Sanjuán, Gay, Geli, Loreto... Con La Romareda puesta en pie y con una ovación continuada de diez minutos, salieron los campeones de la Recopa a saludar al centro del campo, antes de fundirse en un singular pasillo de honor junto al Real Zaragoza y a los Amigos de Fernando Cáceres. Todos mezclados, repartidos en dos largas filas, aguardaron la entrada triunfal en el césped del Negro, ayudado en su silla de ruedas por los organizadores de su homenaje, Chema Sanjuán y Alejandro Martínez. En medio de un aplauso ensordecedor y de las lágrimas de todos, Cáceres, muy emocionado, se puso en pie y saludó con su mano derecha a un público que le adora. Se vio llorar a todo el mundo, mientras las palmas no paraban de batir.
Todos los protagonistas posaron después para la foto de recuerdo, una foto para la historia, antes de que el Negro, sentado frente a la Tribuna de Preferencia, recogiese diversos obsequios de peñas zaragocistas y del Celta, el Valencia y el Córdoba, sus otros tres clubes en España.
El acabóse llegó instantes antes de las ocho y media, cuando Fernando, otra vez ayudado, se alzó de su silla para hacer el saque de honor. Allí rompió otra vez a llorar y agradeció el cariño de todo el mundo antes de dirigirse al antepalco para presenciar el partido flanqueado por los Héroes de París.
La megafonía dio paso a la lectura de las alineaciones, donde Cani, Ander Herrera, Lafita, Gabi y Víctor Fernández escucharon estruendosas ovaciones. Todo lo contrario que Agapito Iglesias, el dueño ausente.
Cualquier tiempo pasado fue mejor en el Zaragoza, pero al zaragocismo siempre le quedará París. Siempre le quedará la imagen del Negro alzando la Recopa con su puño de hierro desde la cruceta de una portería del Parque de los Príncipes.