El Madrid golea y descansa
El Madrid no se despeinó en Almería. Su plácida victoria sólo tiene el inconveniente de la lesión de Cristiano, que, aunque no parece de gravedad, le obligó a abandonar el campo poco después de iniciarse la segunda parte. Para entonces, el candidato más pujante al Balón de Oro ya había marcado su 17º gol en Liga y 67º del año natural. Benzema, Bale, Isco y Morata completaron la goleada.
Siempre con la excepción del susto que dio Cristiano, el Madrid acumuló buenas noticias. El equipo funcionó con Illarramendi e Isco como alternativas a Khedira, y brilló todavía más cuando Casemiro entró al campo. El brasileño es tan bueno como nos parecía en pretemporada: en poco más de un cuarto de hora, repartió con criterio, lució madurez de marinero viejo y disparó al palo. Quienes temían que la ausencia de Khedira provocara una hecatombe pueden dormir tranquilos. El fin del mundo se aplaza hasta nueva orden (de Blatter, naturalmente).
El partido careció de suspense. Cristiano marcó a los tres minutos: asistencia de Isco a la espalda de la defensa y toque sutil con la bota izquierda. Antes del gol, había rematado dos veces (en apenas un minuto), chut y cabezazo. En el total de la primera parte, nueve remates. De no mediar Esteban, Cristiano hubiera cerrado el primer acto, como mínimo, con un doblete. Sin jadear.
Para compartir lo que siente Cristiano habría que jugar contra alevines. Su superioridad física es equivalente. Salta más, corre más y tira más fuerte. El equipo que se enfrenta a Cristiano casi siempre es el Liliput FC. De ahí el alivio que debió sentir el Almería (jugadores y aficionados) cuando el crack pidió el cambio a los cinco minutos de la reanudación, después de un centro con la izquierda (nuestra derecha, caso de ser futbolistas buenos).
Lo que sucedió a continuación sirve como experimento científico. La conclusión es que el Madrid también sabe golear sin Cristiano. Cuando el partido se encontraba en una leve indefinición argumental, apareció Benzema. Quizá se inspiró al observar a Morata en la banda, listo para entrar en su lugar. Quién lo sabe. El caso es que despertó de pronto, se hizo un huequito en la frontal y por el pasillo resultante coló un zurdazo extraordinario.
El Almería, que hasta entonces se había sostenido con arrebatos aislados de buen fútbol, se desmoronó con el segundo gol. Ni el talento de Rodri ni la magia de Suso sobrevivieron al naufragio.
Bale le robó la cartera Dubarbier para hacer el tercero, Isco consiguió el cuarto de tiro raso (al malagueño también se le caen goles de los bolsillos) y Morata cerró la noche con un pellizco genial, un balón picadito para burlar la salida de Esteban, un gol de figura mundial sin pizca de casualidad.
El resumen final es que no hay razones para temer, ni hecatombes en el horizonte. El Madrid suma puntos y efectivos, confianza y solidez. No importan las bajas, aunque conviene que lo de Cristiano sea contusión y no kriptonita.