Décima victoria consecutiva y récord para el Bayern


Moscú, EFE
Bayern de Múnich estableció un nuevo récord en la historia de la Liga de Campeones al ganar su décimo partido consecutivo en la máxima competición continental al derrotar al CSKA Moscú (1-3).


El anterior récord lo estableció el Barcelona, con nueve victorias consecutivas, por lo que la sufrida victoria de hoy en la capital rusa se suma al anunciado cambio de ciclo en el fútbol europeo.

Con todo, el equipo entrenado por el extécnico barcelonista Pep Guardiola no lo tuvo nada fácil y, de hecho, los rusos, ya desahuciados, merecieron mejor suerte, habida cuenta de las claras ocasiones de gol que marraron.

El partido se disputó con temperatura de 5 grados bajo cero y una intensa nieve, que convirtieron el césped del estadio Khimki en una dura, aunque practicable, pista de escarcha.

Una de las gradas del estadio del Khimki tuvo que quedar vacía como castigo de la UEFA por los gritos racistas proferidos contra el futbolista marfileño del Manchester City, Yaya Touré, en el anterior partido de Liga de Campeones.

El CSKA, que parece haber superado el bache de juego que arrancó precisamente en la primera jornada de la competición en Múnich (3-0) comenzó con más ganas de dar una alegría a su sufrida afición.

El nigeriano Musa lo intentó en innumerables ocasiones durante el primer tiempo, aunque en ningún momento pudo deshacerse del férreo marcaje de los alemanes.

Los alemanes parecieron tomarse el partido como un bolo estival y únicamente decidieron probar suerte a los 16 minutos, en una jugada de peligro que se convirtió en el primer gol del encuentro.

El incansable Müller recibió un pase en profundidad y desde la banda izquierda dio un pase de la muerte a un Robben que venía embalado y que chutó con la zurda de primeras, disparo que hizo inútil la estirada de Akinféev.

A partir de ese momento, los alemanes se lo tomaron con más calma todavía, lo que enfureció a Guardiola, que no dejaba de desgañitarse en la banda.

Musa lo intentó a los 28 minutos en un buen contraataque del club del Ejército ruso, pero su duro disparo desde fuera del área se fue ligeramente por encima del larguero de la portería defendida por Neuer.

La lesión de Lahm obligó al técnico catalán a dar entrada al español Thiago Alcántara, que le dio una mayor estabilidad al juego del centro del campo bávaro.

Ante la pasividad de los alemanes, el delantero nigeriano del CSKA lo volvió a intentar a los 45 minutos.

Tras marcharse en velocidad de sus marcadores, se adentró en el área, pero cuando lo más fácil hubiera sido tirar a gol, debido a la presión de Javi Martínez, se trastabilló y acabó disparando desviado.

En el comienzo de la segunda parte, el Bayern apenas dio señales de vida y los rusos fueron los protagonistas de todas las jugadas de peligro durante los primeros diez minutos.

El japonés Honda, que abandonará pronto el CSKA con destino al Milán, tuvo en sus botas el gol en tres ocasiones.

Primero, los centrales se equivocaron al marcar el fuera de juego y Honda se plantó solo ante Neuer, le amagó y cuando le había superado con una finta, se hizo un lío con la pelota, lo que dio tiempo al guardameta a arrebatársela.

Dos minutos después (m.49), Honda falló incomprensiblemente un gol cantado a escasos metros de la portería tras una buena jugada del equipo local, mientras en el minuto 53 su disparo desde fuera del área fue atrapado con seguridad por Neuer.

Rememorando el clásico "el que perdona lo acaba pagando", Goetze castigó la falta de puntería de los rusos con un gran gol.

Recibió la pelota en tres cuartos, se fue en velocidad de cuantos rusos le salieron al paso, regateó con asombrosa facilidad a los centrales Ignashévic y Berezutsky, y marcó con la izquierda de tiro cruzado (m.55).

Guardiola, que no cabía en si de gozo, no dudó en abrazarse a Sammer, pero la alegría le duró poco, ya que el CSKA no estaba dispuesto a rendirse tan fácilmente.

Dante cometió penalti al golpear con la mano el balón tras un disparo del serbio Tosic, lo que permitió al omnipresente Honda engañar desde los once metros al incombustible portero alemán.

Con todo, en el minuto 63 los alemanes sentenciaron el partido tras un penalti innecesario cometido por el defensa ruso Schénnikov sobre el desaparecido Robben.

La correspondiente pena máxima fue anotada con insultante facilidad por Müller, que engañó a Akinféev.

Los rusos lo siguieron intentado, como Tosic que disparó al larguero desde dentro del área grande, mientras el Bayern se limitó a defender su renta hasta el pitido final a la espera de rivales de mayor enjundia.

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