Copa Sudamericana: Lanús aplastó a River en un Monumental caliente


Gustavo Yarroch
Buenos Aires, Clarín
Fue por 3-1 con goles de Diego González -de taco- Silva y Ayala (descontó Teo Gutiérrez) y el equipo de Barros Schelotto se metió en las semifinales y en la Libertadores 2014. El público local cantó contra sus jugadores y pidió por Cavenaghi y Trezeguet.


Este River carente de un plan de juego, casi un canto a la improvisación, no podía llegar demasiado lejos. La fortuna y las manos de Marcelo Barovero lo habían salvado de la eliminación en la primera ronda ante San Lorenzo. Pero ayer no hubo ni guiños del destino ni actuaciones individuales que disimularan sus enormes carencia como equipo. Y Lanús lo hizo sufrir otra frustración a nivel internacional en su propia cancha y del peor de los modos: con un 3 a 1 lacerante que lo sumió en una crisis y que transformó al Monumental en algo muy parecido a un hervidero. Contundente y pragmático, Lanús se clasificó para las semifinales de la Copa Sudamericana y también se garantizó un boleto para la Copa Libertadores 2014.


Hasta hace una semana, River era un equipo difìcil de quebrar. Tenía la valla menos vencida en el torneo Inicial. Su problema era más bien ofensivo, casi siempre de generación de juego y muchas veces de falta de contundencia. Pero desde el domingo, cuando cayó ante Estudiantes, se volvió un conjunto frágil, fácil de vulnerar.


Y Lanús, un Lanús que llegó al Monumental con tres delanteros y que tuvo la mentalidad ganadora que le faltó a Ramón Díaz al planificar el partido, se puso 2 a 0 arriba en sus dos primeras llegadas. Lo hizo un poco por méritos propios y otro por la endeblez del fondo local, que dio todo tipo de ventajas.


Ya a los seis minutos, Diego González -la figura de la cancha- desvió un disparo de Leandro Somoza con un taco goleador y fue como si en el Monumental hubiera caído una lluvia helada en pleno verano. Leonel Vangioni, un jugador que encarna un curioso caso de involución, habilitaba a todo el mundo.


Sobre los 31, Lanús estiró la ventaja. Melano mandó un centro desde la derecha, Lautaro Acosta arrastró la marca de Mercado y Silva definió con el arco libre y la tranquilidad de quien está jugando un picado en el barrio.


River atacó por necesidad e impulso antes que con una idea de juego. Se cansó de rebotar contra una defensa bien plantada que se apoyó mucho en la capacidad de Carlos Izquierdoz para el juego aéreo. Y hasta tuvo en contra a la fortuna a los 36, cuando un tiro libre de Jonathan Fabbro impactó en el palo derecho. Fue la única posibilidad clara de gol que tuvo River en la primera etapa.


Tras el descanso, Ramón buscò un revulsivo con los ingresos en malón de Maidana, Carbonero y Lanzini por Bottinelli, Ponzio y Vangioni. Pero River siguió siendo el mismo equipo voluntarioso pero carente de juego de antes. Agustìn Marchesín despejó dos tiros libres de Fabbro. Pura impotencia, River buscaba pero no encontraba los resquicios por donde lastimar.


Melano estuvo cerca en un contragolpe pero Barovero le tapó el grito. Y a los 26, en una buena jugada individual de Acosta, el ingresado Ayala puso el 3 a 0 que terminó por hacer estallar de bronca a los hinchas locales.


Antes del final, Teo Gutiérrez descontó luego de un pase de Menseguez. La aparición de Menseguez, justamente, resume la improvisación reinante en River. Ramón puso de titular a un jugador que apenas había jugado 45 minutos en el semestre. Su presencia no fue la culpable de la eliminación, claro. Pero sí es un reflejo de un equipo que se acostumbró -otra vez- a vivir entre desencantos.

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