Bruselas enmienda el presupuesto español

La Comisión insta al Gobierno a acometer un ajuste de hasta 5.000 millones en 2014, y de unos 35.000 millones hasta 2016

Claudi Pérez
Bruselas, El País
Bruselas se adentra en un mundo nuevo, que le permite enmendar los presupuestos de los países del euro antes de que lleguen a los parlamentos nacionales. Una revolución que afecta de lleno a España y su abultado agujero fiscal: la Comisión Europea reclamó este viernes al Gobierno de Mariano Rajoy una ronda adicional de recortes ante el riesgo de incumplir los objetivos de déficit público. El agujero fiscal se fue hasta el 10,6% del PIB el año pasado, cerrará en el 6,8% este año y bajará al 5,9% en 2014, según los pronósticos del vicepresidente comunitario, Olli Rehn. La Comisión considera que ese sacrificio es insuficiente: en pocas palabras, Europa quiere aún más tijera.


Las conclusiones que se derivan de ese ejercicio —que estriba en encontrar el difícil equilibrio entre la autonomía presupuestaria de cada país y la disciplina destinada a asegurar la estabilidad del conjunto—, son espinosas en el caso español. Con el proyecto de cuentas públicas en la mano, hay “serios riesgos” de no alcanzar las sacrosantas metas de déficit, según Rehn. Bruselas deniega el visto bueno al proyecto de presupuestos de 2014 e insta al Gobierno a acometer un ajuste de hasta 5.000 millones de euros, si se atiende al esfuerzo estructural —sin contabilizar las consecuencias de la anémica coyuntura— que debe hacer España. El Ejecutivo puede optar por reducir gasto o aumentar impuestos, pero no bastará con un cambio cosmético: esa cifra equivale, por ejemplo, a la paga extra de los funcionarios.

Las recomendaciones de la Comisión no son vinculantes. Pero cuidado: el Ejecutivo comunitario tiene abierto un expediente por déficit excesivo a España, que puede conllevar sanciones si Madrid no acata esos consejos. El debate está servido y afecta a varias capitales, con diversas gradaciones en el riesgo asociado a sus cuentas públicas: desde un grupo en el que no se detectan problemas —con Alemania a la cabeza— hasta el furgón de cola, con España, pero también con Italia, Finlandia y Malta. Ese mapa de la disciplina presupuestaria y sus consecuencias se discutirá en breve, en el Eurogrupo —la reunión de ministros de Economía de la eurozona— del viernes próximo.

A la vista de las primeras reacciones, esa cita promete. El Gobierno español acogió hoy con indisimulado disgusto el enésimo toque de atención de la Comisión, que llega apenas un día después de que Europa diera luz verde a la salida limpia del rescate bancario. Tras esa victoria política, la cruda realidad y el habitual rifirrafe: pese a las exigencias de nuevos ajustes, el ministro Luis de Guindos aseguró que “hay margen” para rebajar los impuestos, tal y como viene prometiendo el Gobierno a pesar de la exigente métrica de los objetivos de déficit, aunque la promesa no se materializará hasta 2015. Guindos negó la mayor —“la Comisión no pide que se corrijan los Presupuestos”—, aseguró que las divergencias entre Bruselas y Madrid son mínimas, puso en duda la capacidad para hacer pronósticos del equipo de Olli Rehn y, en fin, vino a decir que el Gobierno no modificará ni una coma sus presupuestos. Pero una cosa está clara: pese a esa reacción, Bruselas sitúa a España en el pelotón de los países con más riesgos de descarrilar con sus cuentas públicas.

Frente al tono duro de Guindos en Bruselas, el titular de Hacienda, Cristóbal Montoro, trató de ser algo más florentino en Madrid. Recordó a la Comisión que España tiene pendiente una reforma integral del sistema tributario. “Hay unas cuantas medidas: se trata de una reforma fiscal completa. No cabe el relax”, dijo ante la prensa. Y algunas de esas medidas, según Hacienda, podrían entrar en vigor ya en 2014 si hiciera falta.

Bruselas repitió este viernes el patrón de juego —zanahoria y palo, o viceversa— que viene mostrando con España en muchos ámbitos. Rehn alabó las medidas que va adoptando el Gobierno para reducir sus desequilibrios, pero a renglón seguido alertó de los riesgos asociados al Presupuesto español. “Están en peligro los objetivos del próximo año. El Gobierno debería hacer un esfuerzo para cumplir al 100%”, aseguró Rehn, tan rotundo en el diagnóstico como oscuro en relación a las cifras. El vicepresidente evitó en todo momento dar un solo número acerca de la magnitud de los recortes necesarios. Pero los informes publicados por su equipo dejan claro que la Comisión no acaba de creerse el plan presupuestario que ha trazado el Gobierno para el próximo año, y sobre todo ponen en evidencia que Bruselas tiene serias dudas más allá de ese año, con relación a los proyectos del Ejecutivo para 2015 y 2016.

Fuentes europeas explicaron que, en función de los vaticinios sobre la economía española, el ajuste adicional para 2014 oscila entre los 1.000 y los 5.000 millones, en función de que se tomen las cifras de déficit puro y duro, o el ajuste estructural al que obligó Bruselas cuando concedió dos años más para cumplir los objetivos. La brecha se agranda, siempre en función del esfuerzo fiscal requerido, si se analiza el cuadro presupuestario aportado por Madrid para 2015 y 2016: para los tres próximos años, en ese caso los ajustes necesarios rondan los 35.000 millones, hasta un máximo de 37.500 millones. Ni siquiera las reformas, tan aplaudidas por la troika en los exámenes del rescate bancario, cumplen con las expectativas. “El plan de reformas estructurales no llega a lo que se considera necesario”, en opinión de Rehn, que invitó a las autoridades a adoptar las medidas necesarias.

La anémica recuperación, los costes del desempleo, el rescate a los bancos y, en fin, las profundas y variadas cicatrices de la crisis dejan a España y su pésima situación fiscal a la intemperie ante la engrasada maquinaria de la disciplina presupuestaria europea. Desde la erupción de la crisis del euro, allá por 2010, la eurozona no ha dejado de reforzar el control presupuestario, con un conjunto de reglas y sanciones —de credibilidad incierta— para prevenir los déficits excesivos y armonizar las políticas económicas. La Comisión dio hoy un salto de calidad con el uso de ese nuevo mecanismo de control previo de las cuentas públicas, destinado a encontrar un equilibrio entre la autonomía de las políticas presupuestarias nacionales y la estabilidad del euro: Bruselas examina ahora los Presupuestos incluso antes de que lleguen a los Parlamentos nacionales. Para muchos, una revolución. “Entramos en un nuevo mundo sin tener plena conciencia de ello”, confesaba este viernes un alto funcionario europeo.

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