Atlético de Madrid igualó por un error de Curtois


San Petersburgo, As
Todos los días se aprende algo, dicen, y aunque no es cierto, sí sucedió esta vez. Sorpresa, Courtois es humano. Falló el fenómeno belga en el esperpéntico autogol de Alderweireld y evitó así que el Atleti, plagado de suplentes, mantuviese la perfección en Champions, pero puesto a equivocarse supo elegir el momento. Un empate más que digno, ninguna desgracia que lamentar en la pista de hielo verde de San Petersburgo y medio millón más para la cazuela. Hay tardes peores.


Quizás pensando en el Oporto, que jugaba en la distancia, Simeone mezcló cinco titulares (Courtois, Juanfran, Miranda, Gabi y Koke) con los menos habituales. Sorprendió la suplencia de Óliver, que saldría al final para dejar diez minutos de coleccionista, pero sí fue titular Guilavogui. El francés afrontó su debut desde el inicio como una primera cena en casa de los suegros. Cero complicaciones: solícito, toque sencillo, gracias y por favor. Tras el descanso se soltó y apareció más sin estropearlo, pese a que con el balón corrió menos riesgos que un vaso de leche en una discoteca. Buenas sensaciones, en definitiva.

Aunque el frío no era polar (se empezó a tres bajo cero y se acabó a seis), el Atleti tampoco salió con demasiadas ganas de lucir musculatura. El Zenit, que partía con un punto de ventaja sobre el Oporto, era el que se la jugaba, aunque nunca llegó a parecerlo. Sólo mostraron una mínima implicación Shatov y Hulk, que se podrá comprar Brasil cuando vuelva, pero está malgastando un potencial estelar en el Zenit. Lo mejor del empeño del extremo Shatov fue que le puso fácil a Juanfran ganarse la tarjeta con la que cumple ciclo para pasar limpio a octavos.

En el Atleti brillaron dos que suelen hacerlo: Miranda y Raúl García. Lo del primero es un escándalo del que nadie parece darse cuenta: es un central fabuloso. Los rusos entraron más fácil en Berlín que en el área que defendía el brasileño. A su vera, Simeone siguió rodando a Alderweireld, que deja un par de fallitos en cada partido que frenan la ilusión que provoca su clase. Aún le queda, pero va asentándose.

En cuanto a Raúl García, ya el Cholo no disimula: delantero centro con Adrián por detrás. En su salsa. Tras una primera parte de disparos lejanos (Hulk y Koke), fue el navarro quien habilitó con inteligencia y precisión a Adrián para que marcase en el 53’. Dos goles en dos partidos para el asturiano, que alerta de un nuevo milagro de Simeone. De inmediato, Raúl García mandó al larguero una preciosidad de vaselina desde fuera del área y acabaría el partido obligando a Lodygin a hacer la parada de la noche. Suma y suma.

Por desgracia, el Atleti se ha convertido en su principal enemigo. Quizás aburrido de no encajar tantos, tres de los últimos cuatro que ha recibido han sido en propia puerta y le han costado los únicos partidos que no ha ganado: cayó en Cornellà con autogol de Courtois, empató en El Madrigal con tanto de Juanfran y esta vez fue Alderweireld el que se equivocó de lado. Aunque el error fue del portero.

Alderweireld despejó de cabeza un centro desde la banda y el balón hizo una parábola aparentemente mansa hacia la portería. Courtois fue a por él tan confiado que, cuando saltó, la pelota ya no estaba allí, sino cinco centímetros más a su derecha cayendo sin oposición hacia la red. Y el belga con el molde. Se repetirá mucho la jugada, porque es graciosa. Pero lo realmente divertido es que el Atleti puede permitirse rotar y seguir invicto en Champions. Es sí es para reírse. Sin parar.

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