Rafa Nadal vuelve a reinar en el tenis
Pekin, As
Nadal vuelve a tocar el cielo en Pekín. En la misma ciudad donde con su oro olímpico, en agosto del 2008, se proclamó número uno del mundo por primera vez, consigue arrebatar ahora a Novak Djokovic la condición de Emperador del tenis. No fue de la manera más lucida, porque Tomas Berdych se retiró del partido cuando perdía 4-2 y habían transcurrido sólo 37 minutos. Al campeón de trece ‘grandes’ le bastaba con llegar a la final para sumar los 11.160 puntos que le hacen superar al serbio, que haga lo que haga en su semifinal frente a Richard Gasquet o en una hipotética final mañana será descabalgado tras acumular 101 semanas en lo más alto en dos periodos.
“Sólo le puedo dar gracias a la vida”, es el mantra de Nadal. Y es una verdad. Porque cuando reapareció en Viña del Mar en febrero tras purgar siete meses roto con una hoffitis y una rotura parcial del tendón rotuliano de su rodilla izquierda veía al serbio desde la quinta plaza y detrás de una montaña de 7.560 puntos. Desde ahí, ha ido subiendo como un cohete para firmar la que puede ser la mejor temporada de su vida: ha ganado ya diez títulos entre los que se incluyen Roland Garros y un US Open que le supuso embolsarse 2.000 puntos y firmado otras dos finales. En pista rápida está invicto: 26-0. De ganar mañana en la final de Pekín (10:00, Canal+Deportes), igualará la mejor campaña de su vida, la de 2011 cuando levantó 11 trofeos.
Es el ansia inacabable de un caníbal, de un jugador que con 27 años sigue teniendo una fuerza interior inagotable. Sólo así se puede explicar que 824 días después de perder el número uno, el 3 de julio del 2011 cuando también entregó la corona de Wimbledon a Novak Djokovic, se asegure volver a la cima. El pulso con Federer pasó a ser una batalla cruenta con el serbio que le llegó a ganar en siete finales seguidas hasta que en Montecarlo 2012 Nadal supo revertir la situación. Otro se hubiera dado por satisfecho con lo que ha tenía.
Nadal ratificó que era de oro en el Centro Olímpico de Pekín en 2008 en un día emotivo en el que lloró e hizo llorar a España ganando a Fernando González. Entonces encadenó 46 semanas en la cima. En julio del 2009 no pudo disputar Wimbledon por lesión y el uno pasó a Federer. Lo recuperó en junio del 2010 ganando Roland Garros sin ceder un set y entonces fueron 56 las semanas. El lunes, iniciará la 103 como rey del tenis. No defiende ningún punto hasta después del Abierto de Australia, ya en enero. La historia de Nadal es de las que se pueden contar a los nietos. Y lo bueno es que continúa…
Nadal vuelve a tocar el cielo en Pekín. En la misma ciudad donde con su oro olímpico, en agosto del 2008, se proclamó número uno del mundo por primera vez, consigue arrebatar ahora a Novak Djokovic la condición de Emperador del tenis. No fue de la manera más lucida, porque Tomas Berdych se retiró del partido cuando perdía 4-2 y habían transcurrido sólo 37 minutos. Al campeón de trece ‘grandes’ le bastaba con llegar a la final para sumar los 11.160 puntos que le hacen superar al serbio, que haga lo que haga en su semifinal frente a Richard Gasquet o en una hipotética final mañana será descabalgado tras acumular 101 semanas en lo más alto en dos periodos.
“Sólo le puedo dar gracias a la vida”, es el mantra de Nadal. Y es una verdad. Porque cuando reapareció en Viña del Mar en febrero tras purgar siete meses roto con una hoffitis y una rotura parcial del tendón rotuliano de su rodilla izquierda veía al serbio desde la quinta plaza y detrás de una montaña de 7.560 puntos. Desde ahí, ha ido subiendo como un cohete para firmar la que puede ser la mejor temporada de su vida: ha ganado ya diez títulos entre los que se incluyen Roland Garros y un US Open que le supuso embolsarse 2.000 puntos y firmado otras dos finales. En pista rápida está invicto: 26-0. De ganar mañana en la final de Pekín (10:00, Canal+Deportes), igualará la mejor campaña de su vida, la de 2011 cuando levantó 11 trofeos.
Es el ansia inacabable de un caníbal, de un jugador que con 27 años sigue teniendo una fuerza interior inagotable. Sólo así se puede explicar que 824 días después de perder el número uno, el 3 de julio del 2011 cuando también entregó la corona de Wimbledon a Novak Djokovic, se asegure volver a la cima. El pulso con Federer pasó a ser una batalla cruenta con el serbio que le llegó a ganar en siete finales seguidas hasta que en Montecarlo 2012 Nadal supo revertir la situación. Otro se hubiera dado por satisfecho con lo que ha tenía.
Nadal ratificó que era de oro en el Centro Olímpico de Pekín en 2008 en un día emotivo en el que lloró e hizo llorar a España ganando a Fernando González. Entonces encadenó 46 semanas en la cima. En julio del 2009 no pudo disputar Wimbledon por lesión y el uno pasó a Federer. Lo recuperó en junio del 2010 ganando Roland Garros sin ceder un set y entonces fueron 56 las semanas. El lunes, iniciará la 103 como rey del tenis. No defiende ningún punto hasta después del Abierto de Australia, ya en enero. La historia de Nadal es de las que se pueden contar a los nietos. Y lo bueno es que continúa…