Papa Francisco: “La familia que vive la alegría de la fe es sal de la tierra y luz del mundo
Ciudad del Vaticano,EFE
El papa señaló este domingo, durante la homilía, que “la familia que vive la alegría de la fe y la comunica espontáneamente es sal de la tierra y luz del mundo, es levadura para la sociedad”, porque “las familias cristianas son familias misioneras”.
Francisco presidió la Eucaristía en el exterior de la Basílica de San Pedro en la Segunda Jornada de la Familia, enmarcada en el Año de la Fe y que comenzó ayer con la asistencia de 150.000 personas provenientes de más de 70 países de los cinco continentes.
Ataviado con capa pluvial verde y ante miles de personas que nuevamente llenaban la plaza de San Pedro, Jorge Mario Bergoglio centró su alocución en la familia que ora.
“Quisiera preguntarles a ustedes, queridas familias: ¿Rezan alguna vez en familia? Algunos sí, lo sé. Pero muchos me dicen: ¿Cómo se hace? La oración es algo personal, y además nunca se encuentra el momento oportuno, tranquilo”, dijo.
Sí, es verdad, pero es “también cuestión de humildad, de reconocer que tenemos necesidad de Dios”, añadió.
El papa afirmó que para rezar se requiere “sencillez”.
“Rezar juntos el Padrenuestro, alrededor de la mesa, se puede hacer. Y rezar juntos el rosario, en familia, es muy bello, da mucha fuerza. Y rezar el uno para el otro”, aseveró.
Luego abordó otro aspecto: la familia que conserva la fe.
“¿De qué manera conservamos nosotros la fe? ¿La tenemos para nosotros, en nuestra familia, como un bien privado o sabemos compartirla con el testimonio, con la acogida, con la apertura hacia los demás?”, se preguntó.
Todos sabemos que las familias, especialmente las más jóvenes, van con frecuencia “a la carrera”, están muy ocupadas; “pero ¿han pensado alguna vez que esta carrera puede ser también la carrera de la fe?”, dijo.
”
“Las familias cristianas son familias misioneras, en la vida de cada día, haciendo las cosas de todos los días, poniendo en todo la sal y la levadura de la fe”.
Un último aspecto -refirió- lo encontramos de la Palabra de Dios: la familia que vive la alegría.
En el Salmo responsorial se encuentra esta expresión: “Los humildes lo escuchen y se alegren”, recordó.
“Todo este Salmo -explicó- es un himno al Señor, fuente de alegría y de paz. Y ¿cuál es el motivo de esta alegría? Es éste: El Señor está cerca, escucha el grito de los humildes y los libra del mal. Lo escribía también San Pablo: Alegraos siempre! el Señor está cerca”.
El pontífice argentino señaló que “la verdadera alegría viene de la armonía profunda entre las personas, que todos experimentan en su corazón y que nos hace sentir la belleza de estar juntos, de sostenerse mutuamente el camino de la vida”.
Y en la base de este sentimiento de alegría profunda “está la presencia de Dios en la familia, está su amor acogedor, misericordioso, respetuoso hacia todos. Sólo Dios sabe crear la armonía de las diferencias”.
Para el papa, si falta el amor de Dios, también la familia pierde la armonía, prevalecen los individualismos, y se apaga la alegría.
Por el contrario -subrayó-, “la familia que vive la alegría de la fe y la comunica espontáneamente, es sal de la tierra y luz del mundo, es levadura para la sociedad”.
El papa señaló este domingo, durante la homilía, que “la familia que vive la alegría de la fe y la comunica espontáneamente es sal de la tierra y luz del mundo, es levadura para la sociedad”, porque “las familias cristianas son familias misioneras”.
Francisco presidió la Eucaristía en el exterior de la Basílica de San Pedro en la Segunda Jornada de la Familia, enmarcada en el Año de la Fe y que comenzó ayer con la asistencia de 150.000 personas provenientes de más de 70 países de los cinco continentes.
Ataviado con capa pluvial verde y ante miles de personas que nuevamente llenaban la plaza de San Pedro, Jorge Mario Bergoglio centró su alocución en la familia que ora.
“Quisiera preguntarles a ustedes, queridas familias: ¿Rezan alguna vez en familia? Algunos sí, lo sé. Pero muchos me dicen: ¿Cómo se hace? La oración es algo personal, y además nunca se encuentra el momento oportuno, tranquilo”, dijo.
Sí, es verdad, pero es “también cuestión de humildad, de reconocer que tenemos necesidad de Dios”, añadió.
El papa afirmó que para rezar se requiere “sencillez”.
“Rezar juntos el Padrenuestro, alrededor de la mesa, se puede hacer. Y rezar juntos el rosario, en familia, es muy bello, da mucha fuerza. Y rezar el uno para el otro”, aseveró.
Luego abordó otro aspecto: la familia que conserva la fe.
“¿De qué manera conservamos nosotros la fe? ¿La tenemos para nosotros, en nuestra familia, como un bien privado o sabemos compartirla con el testimonio, con la acogida, con la apertura hacia los demás?”, se preguntó.
Todos sabemos que las familias, especialmente las más jóvenes, van con frecuencia “a la carrera”, están muy ocupadas; “pero ¿han pensado alguna vez que esta carrera puede ser también la carrera de la fe?”, dijo.
”
“Las familias cristianas son familias misioneras, en la vida de cada día, haciendo las cosas de todos los días, poniendo en todo la sal y la levadura de la fe”.
Un último aspecto -refirió- lo encontramos de la Palabra de Dios: la familia que vive la alegría.
En el Salmo responsorial se encuentra esta expresión: “Los humildes lo escuchen y se alegren”, recordó.
“Todo este Salmo -explicó- es un himno al Señor, fuente de alegría y de paz. Y ¿cuál es el motivo de esta alegría? Es éste: El Señor está cerca, escucha el grito de los humildes y los libra del mal. Lo escribía también San Pablo: Alegraos siempre! el Señor está cerca”.
El pontífice argentino señaló que “la verdadera alegría viene de la armonía profunda entre las personas, que todos experimentan en su corazón y que nos hace sentir la belleza de estar juntos, de sostenerse mutuamente el camino de la vida”.
Y en la base de este sentimiento de alegría profunda “está la presencia de Dios en la familia, está su amor acogedor, misericordioso, respetuoso hacia todos. Sólo Dios sabe crear la armonía de las diferencias”.
Para el papa, si falta el amor de Dios, también la familia pierde la armonía, prevalecen los individualismos, y se apaga la alegría.
Por el contrario -subrayó-, “la familia que vive la alegría de la fe y la comunica espontáneamente, es sal de la tierra y luz del mundo, es levadura para la sociedad”.