Liga de Campeones: Simeone todavía marca goles
Porto, As
El Atleti acabó con la maldición de Oporto con un gol de Simeone. O casi. Porque fue su pizarra la que fabricó el tanto definitivo de Arda. Falta en la frontal, Gabi amaga el tiro y suelta el pase, y el turco recibe a placer (en fuera de juego, las cosas como son) para fusilar a Helton. Así remontaron los rojiblancos un encuentro en el que, entre ausencias, rotaciones y bajos rendimientos, le tocó improvisar. Y en eso pocos como Arda. Decía Gandalf que un mago nunca llega tarde ni pronto, llega justo cuando se lo ha propuesto. Bien, pues eso hizo el turco. Apareció por O Dragao a falta de un cuarto de hora. Le sobró tiempo.
El final feliz fue inesperado, porque los primeros minutos mostraron al peor Atleti en meses. Sin el sancionado Diego Costa, el purasangre tiende a trotón. Y Simeone sumó desconcierto a la pausa al decidir que era el día de dar descanso a Koke. Sin dos de sus tres jugadores más desequilibrantes, tardó en enterarse de qué pasaba a su alrededor. El Oporto, a su eficiente estilo, rodeó a Courtois y se encontró con un regalo inesperado más: Miranda y Godín poseídos por el espíritu de Perea y Pablo.
Los errores y despistes se sucedieron hasta que el gol cayó por su propio peso. Lo marcó Jackson, magnífico delantero que provoca en Pinto da Costa el efecto Tío Gilito: cada vez que le ve jugar sus pupilas se convierten en el símbolo del dolar. Va a hacer caja una vez más. Lo marcó Jackson, decíamos, y lo permitió Godín, devorado por el colombiano en la falta lanzada por Josué. El cabezazo, imparable.
Afrontaba el Atleti otra prueba de carácter y le espabilaron Raúl García, Tiago y Filipe, pero les faltaba ayuda. Arda añoraba a sus socios y los delanteros fracasaron de distinta forma. Leo lo intentaba con efervescencia y desacierto juvenil. Villa era un espectro. En la fiesta eterna que es este Atleti, su flojo rendimiento no causa maremotos, pero ha ido a menos tras un arranque de temporada prometedor. Simeone le quitó en el descanso.
Un cabezazo al larguero de Raúl García justo antes del parón fue el tráiler de la segunda parte. El Cholo sacó las probetas y metió a Arda de falso nueve con Leo y Cebolla en las bandas. Extraño, sí; y efectivo. El Oporto, que no tiene alma de conquistador, reculó levemente y el Atleti golpeó acorde a lo atípico de su sistema: con los defensas. Un disparo de Filipe rozando el poste y, de inmediato, un cabezazo de Godín para empatar. En ausencia de Koke, la falta la puso Gabi con la misma precisión. Y Helton, un viajo amigo, fortaleció esa bonita relación con una salida verbenera.
El Atleti ya nunca volvió a perder el control de la situación. El canto del cisne local fue una falta fuera por poco de Quintero (Cerezo debería mandar una cesta de Navidad a Fonseca por dejar en el banquillo a su mayor talento puro). Pero donde goteaban las ocasiones era en el área portuguesa. Un cabezazo de Miranda, precedió a la genialidad de Arda de cada día. Caño y pase maestro a Raúl García, cuyo disparo en ventaja se encontró con Helton y la mala suerte, ya que cayó lesionado en la acción. Con Koke y Óliver en el césped, el 1-2 se veía venir y llegó procedente de la pizarra de trucos del Cholo. Seis puntos y la clasificación encarrilada. Cayó Chamartín, cayó Oporto. Este Atleti no cree en maldiciones. Sólo cree en sí mismo.
El Atleti acabó con la maldición de Oporto con un gol de Simeone. O casi. Porque fue su pizarra la que fabricó el tanto definitivo de Arda. Falta en la frontal, Gabi amaga el tiro y suelta el pase, y el turco recibe a placer (en fuera de juego, las cosas como son) para fusilar a Helton. Así remontaron los rojiblancos un encuentro en el que, entre ausencias, rotaciones y bajos rendimientos, le tocó improvisar. Y en eso pocos como Arda. Decía Gandalf que un mago nunca llega tarde ni pronto, llega justo cuando se lo ha propuesto. Bien, pues eso hizo el turco. Apareció por O Dragao a falta de un cuarto de hora. Le sobró tiempo.
El final feliz fue inesperado, porque los primeros minutos mostraron al peor Atleti en meses. Sin el sancionado Diego Costa, el purasangre tiende a trotón. Y Simeone sumó desconcierto a la pausa al decidir que era el día de dar descanso a Koke. Sin dos de sus tres jugadores más desequilibrantes, tardó en enterarse de qué pasaba a su alrededor. El Oporto, a su eficiente estilo, rodeó a Courtois y se encontró con un regalo inesperado más: Miranda y Godín poseídos por el espíritu de Perea y Pablo.
Los errores y despistes se sucedieron hasta que el gol cayó por su propio peso. Lo marcó Jackson, magnífico delantero que provoca en Pinto da Costa el efecto Tío Gilito: cada vez que le ve jugar sus pupilas se convierten en el símbolo del dolar. Va a hacer caja una vez más. Lo marcó Jackson, decíamos, y lo permitió Godín, devorado por el colombiano en la falta lanzada por Josué. El cabezazo, imparable.
Afrontaba el Atleti otra prueba de carácter y le espabilaron Raúl García, Tiago y Filipe, pero les faltaba ayuda. Arda añoraba a sus socios y los delanteros fracasaron de distinta forma. Leo lo intentaba con efervescencia y desacierto juvenil. Villa era un espectro. En la fiesta eterna que es este Atleti, su flojo rendimiento no causa maremotos, pero ha ido a menos tras un arranque de temporada prometedor. Simeone le quitó en el descanso.
Un cabezazo al larguero de Raúl García justo antes del parón fue el tráiler de la segunda parte. El Cholo sacó las probetas y metió a Arda de falso nueve con Leo y Cebolla en las bandas. Extraño, sí; y efectivo. El Oporto, que no tiene alma de conquistador, reculó levemente y el Atleti golpeó acorde a lo atípico de su sistema: con los defensas. Un disparo de Filipe rozando el poste y, de inmediato, un cabezazo de Godín para empatar. En ausencia de Koke, la falta la puso Gabi con la misma precisión. Y Helton, un viajo amigo, fortaleció esa bonita relación con una salida verbenera.
El Atleti ya nunca volvió a perder el control de la situación. El canto del cisne local fue una falta fuera por poco de Quintero (Cerezo debería mandar una cesta de Navidad a Fonseca por dejar en el banquillo a su mayor talento puro). Pero donde goteaban las ocasiones era en el área portuguesa. Un cabezazo de Miranda, precedió a la genialidad de Arda de cada día. Caño y pase maestro a Raúl García, cuyo disparo en ventaja se encontró con Helton y la mala suerte, ya que cayó lesionado en la acción. Con Koke y Óliver en el césped, el 1-2 se veía venir y llegó procedente de la pizarra de trucos del Cholo. Seis puntos y la clasificación encarrilada. Cayó Chamartín, cayó Oporto. Este Atleti no cree en maldiciones. Sólo cree en sí mismo.