La amenaza de Al Qaeda cuestiona la actitud de Turquía hacia Siria

Ankara ha empezado a atacar a los mismos militantes que dejó entrar en Siria

José Miguel Calatayud
Estambul, El País
Desde el principio de la guerra en Siria, uno de los principales apoyos de los rebeldes opuestos al presidente Bachar el Asad ha sido Turquía. Sin embargo, ahora son precisamente los grupos rebeldes más radicales los que se están convirtiendo en una amenaza cada vez más seria para el país.


El Ejército turco señaló el miércoles por la noche que había disparado contra posiciones yihadistas en territorio sirio como respuesta a la caída de un mortero en el lado turco. "Cuatro rondas de artillería fueron disparadas el 15 de octubre contra posiciones cercanas a Azaz y ocupadas por el Estado Islámico de Irak y la Gran Siria (ISIS, por sus siglas en inglés, y la rama de Al Qaeda en la zona)", declaró el Ejército en un comunicado.

Aunque en el último año Turquía ha respondido en diversas ocasiones con su propia artillería a fuego procedente del lado sirio, ésta es la primera vez que afirma expresamente haber disparado contra milicias rebeldes extremistas. Se trata de la culminación de un proceso en el que analistas señalan que a Turquía le ha salido mal su política de apoyo indiscriminado a grupos rebeldes en Siria desde el inicio del conflicto.

Desde un primer momento, Turquía fue uno de los países más críticos con El Asad, ha acogido a cientos de miles de refugiados y se ha mostrado muy permisivo con los rebeldes. Les ha permitido usar el territorio turco y no les ponía demasiados impedimentos a la hora de introducir armamento, dinero y otros materiales en Siria, según ha documentado, por ejemplo, la organización pro derechos humanos Human Rights Watch.

Sin embargo, en los últimos meses ISIS y el Frente al Nusra, también ligado a Al Qaeda, se han hecho con el control de varias zonas en el norte de Siria. Ambas milicias tienen en sus filas a yihadistas extranjeros y en ocasiones han desplazado y se han enfrentado con grupos rebeldes más moderados y formados fundamentalmente por milicianos sirios. Además, estos grupos extremistas también se han enfrentado a milicias kurdas sirias, presentes en la zona mayoritariamente kurda del noreste del país.

"Durante 2012, Turquía permitió a yihadistas extranjeros moverse a través de su territorio. Era algo que se sabía. Hubo veces en las que incluso (las autoridades) ayudaban a yihadistas a llegar hasta la frontera con Siria", asegura Gareth Jenkins, analista sénior en Estambul del Instituto para el Cáucaso y Asia Central de la Universidad Johns Hopkins.

"Erdogan [Recep Tayyip Erdogan, primer ministro turco] y Davutoglu [Ahmet Davutoglu, ministro de Exteriores] estaban tan desesperados por deshacerse de El Asad que creo que pensaron que valía la pena firmar un pacto con el diablo, que en cierto modo es lo que han hecho con los yihadistas", expresa gráficamente Jenkins.

Por su lado, el Gobierno turco ha negado siempre dar apoyo a estos grupos extremistas. Pero sí existe la percepción generalizada de que Turquía ha contribuido directa o indirectamente al auge de ISIS, Al Nusra y otros elementos radicales en Siria.

"No creo que Turquía haya apoyado activamente (a ISIS o Al Nusra), pero sí es verdad que ha hecho la vista gorda acerca de algunas de estas facciones y militantes, que por quien sí han estado apoyados es por los Estados del Golfo", comenta Hugh Pope, director en Turquía del International Crisis Group (ICG), dedicado al estudio de los conflictos.

"Turquía ha cerrado algunos puestos fronterizos situados cerca de algunas bases de ISIS en el norte de Siria, pero hay muchas rutas de contrabando entre ambos países sobre los que Ankara hace la vista gorda porque quiere mantener abiertas algunas líneas de abastecimiento para los rebeldes", señala también un informe de la agencia privada de inteligencia Stratfor.

La guerra en Siria se ha convertido en un centro de atracción para yihadistas de otros países y Turquía actúa de país de tránsito. Por ejemplo, cuando militantes ligados a Al Qaeda liberaron a cientos de presos de la prisión iraquí de Abu Ghraib el pasado julio, hubo muchos que se dirigieron a Siria a través de Turquía para luchar, según contó uno de ellos a la revista Foreign Policy.

Además, unos 500 ciudadanos turcos también habrían cruzado la frontera para luchar en Siria, algunos de ellos en grupos yihadistas y otros como mercenarios a sueldo, por lo que cobrarían 1.500 dólares al mes, según informes de la Inteligencia turca citados por el diario Taraf.
Amenaza de atentados

"En los últimos seis meses o así, Turquía sí ha empezado a restringir los movimientos de algunos de estos yihadistas", indica Jenkins. "El problemas es que [Turquía] no está haciendo lo suficiente para tener a sus aliados occidentales contentos pero sí está haciendo lo suficiente para tener a los yihadistas enfadados".

Los expertos consideran "real" y "grave" la amenaza de atentados terroristas por parte de Al Qaeda contra objetivos turcos. El propio presidente sirio, Bachar el Asad, dijo también en una entrevista a una televisión turca que "Turquía pagaría un gran precio" por haber apoyado a estos grupos "terroristas".

Ya el pasado julio, la Embajada turca en Mogadiscio, Somalia, sufrió un atentado en el que murió un guarda turco. Este ataque fue reivindicado por la milicia radical somalí Al Shabab, también ligada a Al Qaeda.

"Y a pesar de todo, Turquía no quiere reprimir del todo esta situación porque los yihadistas son efectivos contra El Asad y porque también están luchando contra el PYD (el principal grupo político kurdo en Siria)", señala Gareth Jenkins.

El Partido para la Unión Democrática (PYD, en kurdo) controla la zona kurda del noreste de Siria y está considerado un grupo hermano del Partido turco de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, en kurdo), que se alzó en armas contra Turquía en 1984, aunque precisamente ahora ambas partes se encuentran en medio de un frágil proceso de paz.

En un intento de lidiar con esta situación, a principios de este mes Turquía empezó a construir un muro en su frontera con Siria junto a la ciudad de Nusaybin. En esta zona, la población es mayoritariamente kurda a ambos lados de la frontera. Sus habitantes y activistas turcos pro derechos humanos se han quejado y, a día de hoy, parece que las obras para la construcción de este muro se han detenido.

"Turquía está en una situación muy difícil. Tiene que dejar de ser idealista sobre su capacidad para actuar sola y aceptar que no puede dictar lo que ocurre dentro de Siria y que necesita colaborar con sus socios", resume Hugh Pope del ICG.

Entradas populares