Florentino Pérez se entregó a Mourinho y le falló la apuesta
Florentino dimitió el 27 de febrero de 2006 y regresó el 1 de junio de 2009 a la presidencia del Real Madrid. Sin oposición y sin Elecciones, porque ni Eugenio Martínez Bravo ni Juan Onieva lograron presentar el aval. Por tanto, el Florentinato se instaló en el poder sin que los socios pudiesen dar su opinión en las urnas. Se presentó con las mismas promesas de 2004: poner techo al Santiago Bernabéu y crear un Parque Temático en Valdebebas.
En lo deportivo, tras intentar convencer sin éxito a Wenger, Ancelotti, Mourinho y Benítez en aquel verano de 2009, contrató a Pellegrini, aconsejado por Valdano (al que había nombrado director general), pagando su cláusula de rescisión al Villarreal (cuatro millones de euros). "Robben y Sneijder me habrían sido útiles", comentó el técnico chileno el 28 de agosto de 2009, con lo que cavó su tumba para el presidente, al que nunca le agradó el chileno.
El estigma del 'Alcorconazo' quedó en la memoria colectiva asociado a Pellegrini, y no tanto a Florentino. Tras la eliminación en Champions por sexto año consecutivo en octavos de final (Lyon), El Ingeniero quedó visto para sentencia. La inversión multimillonaria para eclipsar los seis títulos del Barça se saldó con un balance de cero títulos en 2010. José Ángel Sánchez y Florentino entregaron las llaves del club a José Mourinho. El Madrid abonó oficialmente ocho millones de euros al Inter por su cláusula. Valdano le prohibió entrenar a Portugal y Mourinho le puso la cruz. Terminó vetándole en el avión de los jugadores y en Valdebebas.
El equipo ganó una Copa al Barça, lo que le valió a Mourinho para auparse a la figura de mánager general del primer equipo. Valdano fue despedido. En la Asamblea de 2011 aprovechó para cambiar el sistema de votación (se regresó a la mano alzada) y defender al portugués. Un año después, también en la Asamblea, endureció las condiciones para ser presidente. ¿Resultado? Sin Elecciones, otra vez los socios sin votar y pagando por otro técnico. Esta vez, Ancelotti. El Florentinato continúa...
