Florentinato: caída y fuga con un total de cinco entrenadores
Madrid, As
El Florentinato cumplió el pasado lunes diez años. Dos etapas comprendidas entre el 17 de julio de 2000 y el 27 de febrero de 2006 (cuando dimitió) y el 1 de junio de 2009 hasta el lunes 14 de octubre. Durante su mandato se vivieron tiempos felices mientras duró Del Bosque en el banquillo, como analizamos en la primera entrega de ayer. Esa felicidad tan sólo perduró 2 años, 11 meses y 7 días para Florentino. El discurso de la presunta modernización se había extendido por todos los rincones de la entidad y le tocó el turno al banquillo.
El 24 de junio de 2003 aterrizó el apadrinado del ‘librillo moderno’, Queiroz. Fracaso total. Desfilaron después por el banquillo otros cuatro entrenadores. El club se instaló en la provisionalidad y valía cualquiera para el puesto menos Del Bosque, que había ganado seis títulos en las tres temporadas anteriores.
Florentino decidió dimitir tras una derrota en Mallorca y 980 días después de haber prescindido del salmantino, ‘el anticuado’. Una época de despropósitos, en la que se tiraron 161,5 millones de euros en 11 fichajes y pasaron tres directores deportivos (Valdano, Sacchi y Benito Floro). El balance deportivo fue de sólo una Supercopa de España (2003). El Barça, en ese mismo tiempo, mantuvo a Frank Rijkaard en el banquillo y levantó dos Ligas, una Copa de Europa y una Supercopa. La diferencia de títulos en el palmarés de ambos clubes se reducía en tres.
“Queiroz cree en el fútbol de calidad y en la cantera. Tiene cualidades para triunfar”, así presentaba Florentino al portugués, recomendado de Valdano. Hasta llegar al club blanco, su mayor logro fue haber sido ayudante de Ferguson. La falta de rotaciones y la aniquilación de la clase media sobrecargaron a una plantilla que tras perder la final de Copa ante el Zaragoza en Montjuic se vino abajo.
Este fiasco no le restó prestigio ante los socios. El 12 de mayo puso la primera piedra de la nueva Ciudad Deportiva de Valdebebas y en julio ganó sus segundas Elecciones por goleada.
Contrató a Camacho por dos campañas. “Es un técnico con autoridad y con autoridad moral para ejercerla”, decía Florentino. Pero Camacho sólo aguantó seis partidos en el cargo. No se sintió apoyado por la presidencia al intentar imponer mano dura. A su sustituto, García Remón, no le tembló el pulso para sentar a Ronaldo, Beckham y Roberto Carlos. “Me gusta cada vez más. Es un hombre de la casa”, contaba el presidente. Pero apenas duró tres meses. Luego vino Luxemburgo. “Tiene condiciones para que el Madrid construya su futuro con él”, presumía Florentino. El brasileño fracasó al comenzar la 2005-06. El desconocido López Caro llegó para resolver la transición y Florentino dimitió.
El Florentinato cumplió el pasado lunes diez años. Dos etapas comprendidas entre el 17 de julio de 2000 y el 27 de febrero de 2006 (cuando dimitió) y el 1 de junio de 2009 hasta el lunes 14 de octubre. Durante su mandato se vivieron tiempos felices mientras duró Del Bosque en el banquillo, como analizamos en la primera entrega de ayer. Esa felicidad tan sólo perduró 2 años, 11 meses y 7 días para Florentino. El discurso de la presunta modernización se había extendido por todos los rincones de la entidad y le tocó el turno al banquillo.
El 24 de junio de 2003 aterrizó el apadrinado del ‘librillo moderno’, Queiroz. Fracaso total. Desfilaron después por el banquillo otros cuatro entrenadores. El club se instaló en la provisionalidad y valía cualquiera para el puesto menos Del Bosque, que había ganado seis títulos en las tres temporadas anteriores.
Florentino decidió dimitir tras una derrota en Mallorca y 980 días después de haber prescindido del salmantino, ‘el anticuado’. Una época de despropósitos, en la que se tiraron 161,5 millones de euros en 11 fichajes y pasaron tres directores deportivos (Valdano, Sacchi y Benito Floro). El balance deportivo fue de sólo una Supercopa de España (2003). El Barça, en ese mismo tiempo, mantuvo a Frank Rijkaard en el banquillo y levantó dos Ligas, una Copa de Europa y una Supercopa. La diferencia de títulos en el palmarés de ambos clubes se reducía en tres.
“Queiroz cree en el fútbol de calidad y en la cantera. Tiene cualidades para triunfar”, así presentaba Florentino al portugués, recomendado de Valdano. Hasta llegar al club blanco, su mayor logro fue haber sido ayudante de Ferguson. La falta de rotaciones y la aniquilación de la clase media sobrecargaron a una plantilla que tras perder la final de Copa ante el Zaragoza en Montjuic se vino abajo.
Este fiasco no le restó prestigio ante los socios. El 12 de mayo puso la primera piedra de la nueva Ciudad Deportiva de Valdebebas y en julio ganó sus segundas Elecciones por goleada.
Contrató a Camacho por dos campañas. “Es un técnico con autoridad y con autoridad moral para ejercerla”, decía Florentino. Pero Camacho sólo aguantó seis partidos en el cargo. No se sintió apoyado por la presidencia al intentar imponer mano dura. A su sustituto, García Remón, no le tembló el pulso para sentar a Ronaldo, Beckham y Roberto Carlos. “Me gusta cada vez más. Es un hombre de la casa”, contaba el presidente. Pero apenas duró tres meses. Luego vino Luxemburgo. “Tiene condiciones para que el Madrid construya su futuro con él”, presumía Florentino. El brasileño fracasó al comenzar la 2005-06. El desconocido López Caro llegó para resolver la transición y Florentino dimitió.