El Villarreal vuela a lo grande
Villarreal, As
El Villarreal está a estas horas tercero, con media permanencia en el bolsillo y encandilando con su estilo. Todo un logro para un recién ascendido. Su juego es tan intenso que a veces olvida que existe la pausa, pero brilla y fideliza con una sabia mezcla de lo mejor de nuestra Liga. Copia la presión asfixiante del Atlético, la contra eléctrica del Madrid y el toque culé cuando ya manda. Todo ello lo sufrió un Granada sin pegada al que el orden no le basta.
Una vez más, el Villarreal logró que El Madrigal vibrara aferrado a la inteligencia de Bruno y Cani y a los mordiscos de Gio y Pereira. Ellos fueron los hombres del partido. El mediocentro, capitán con motivos, volvió a enviar un mensaje a Del Bosque con un curso de manejo y un gol desde la frontal repleto de potencia y clase. El mexicano recordó de nuevo que en el área sigue siendo el rey. Su tanto lo demuestra. Lo de Cani es digno de estudio y Marcelino tendrá bastante que ver. Está más fino que nunca, desborda más rápido que antes y hasta defiende como debe. Otras dos asistencias fueron suyas.
El Granada no fue quien suele (era invicto fuera de casa y menos goleado) hasta que Riki e Ighalo sentaron a El Arabi y Brahimi. Desde el inicio siempre había llegado más tarde a cada acción que el rival, buscó el partido con menos fe y mostró más carencias que virtudes. Musacchio y Dorado se comieron al ataque de Alcaraz. Entre Bruno y Pina no hubo balón en medio campo que no llevara su firma. Por ello no hubo noticias de Yebda. Mucho menos de Iturra. Fueron tres goles pero pudo caer alguno más. La idea es casi siempre la misma. Cani hace de lanzadera para que los dos delanteros pequeños de estatura y grandes de talento finalicen. El ejemplo fue el 2-0. Un regalo de Pereira a su socio tras un pase al espacio del 'diez'muy a lo Zidane. Si los amigos del pueblo llaman al ariete gallego ‘El Rata’ por algo será.
El Granada estaba contra las cuerdas con media hora por delante, así que volvió a recordar que su falta de pólvora es un lastre. Buonanotte inquieta pero no muerde. Pereira y Brahimi amenazan sin matar. Así, al Villarreal le bastó con vigilar a Riki y mover el banquillo para mantener el nervio e inyectar más hambre. Moi y Perbet mantuvieron el nivel. Con Marcelino no se bromea. Por eso Pina llegó al área ya exhausto para cabecear el tanto de la sentencia. Este Villarreal no se cansa de mejorar y recordar lo que fue. Que el Granada no se sienta culpable.
El Villarreal está a estas horas tercero, con media permanencia en el bolsillo y encandilando con su estilo. Todo un logro para un recién ascendido. Su juego es tan intenso que a veces olvida que existe la pausa, pero brilla y fideliza con una sabia mezcla de lo mejor de nuestra Liga. Copia la presión asfixiante del Atlético, la contra eléctrica del Madrid y el toque culé cuando ya manda. Todo ello lo sufrió un Granada sin pegada al que el orden no le basta.
Una vez más, el Villarreal logró que El Madrigal vibrara aferrado a la inteligencia de Bruno y Cani y a los mordiscos de Gio y Pereira. Ellos fueron los hombres del partido. El mediocentro, capitán con motivos, volvió a enviar un mensaje a Del Bosque con un curso de manejo y un gol desde la frontal repleto de potencia y clase. El mexicano recordó de nuevo que en el área sigue siendo el rey. Su tanto lo demuestra. Lo de Cani es digno de estudio y Marcelino tendrá bastante que ver. Está más fino que nunca, desborda más rápido que antes y hasta defiende como debe. Otras dos asistencias fueron suyas.
El Granada no fue quien suele (era invicto fuera de casa y menos goleado) hasta que Riki e Ighalo sentaron a El Arabi y Brahimi. Desde el inicio siempre había llegado más tarde a cada acción que el rival, buscó el partido con menos fe y mostró más carencias que virtudes. Musacchio y Dorado se comieron al ataque de Alcaraz. Entre Bruno y Pina no hubo balón en medio campo que no llevara su firma. Por ello no hubo noticias de Yebda. Mucho menos de Iturra. Fueron tres goles pero pudo caer alguno más. La idea es casi siempre la misma. Cani hace de lanzadera para que los dos delanteros pequeños de estatura y grandes de talento finalicen. El ejemplo fue el 2-0. Un regalo de Pereira a su socio tras un pase al espacio del 'diez'muy a lo Zidane. Si los amigos del pueblo llaman al ariete gallego ‘El Rata’ por algo será.
El Granada estaba contra las cuerdas con media hora por delante, así que volvió a recordar que su falta de pólvora es un lastre. Buonanotte inquieta pero no muerde. Pereira y Brahimi amenazan sin matar. Así, al Villarreal le bastó con vigilar a Riki y mover el banquillo para mantener el nervio e inyectar más hambre. Moi y Perbet mantuvieron el nivel. Con Marcelino no se bromea. Por eso Pina llegó al área ya exhausto para cabecear el tanto de la sentencia. Este Villarreal no se cansa de mejorar y recordar lo que fue. Que el Granada no se sienta culpable.