El peronismo libra su gran batalla en la provincia de Buenos Aires

La mayor región argentina, donde vive uno de cada tres votantes, es clave para las ambiciones del kirchnerismo

Alejandro Rebossio
Buenos Aires, El País
La provincia de Buenos Aires es tan extensa como Italia y allí viven 15,6 millones de habitantes, el 38,9% de la población de Argentina. En cada elección de este país sudamericano, el resultado del territorio bonaerense resulta clave para medir la fuerza nacional de un partido o un político, dado que las fidelidades aquí suelen estar más ligadas a personas que a organizaciones. En los comicios legislativos de Argentina del próximo domingo, en los que se definirá si la presidenta Cristina Fernández de Kirchner mantiene el dominio parlamentario en sus últimos dos años de gobierno, Buenos Aires vuelve a centrar la mirada la política del país en un duelo entre el primer candidato a diputado del kirchnerismo, Martín Insaurralde, hasta hace poco un desconocido alcalde de la periferia de la capital, y un oponente que puede erigirse como nueva estrella de la fragmentada oposición, Sergio Massa, otro peronista como ellos dos pero que abandonó el gubernamental Frente para la Victoria (FpV) en junio pasado.


El territorio bonaerense abarca desde 24 municipios que constituyen la periferia de la capital argentina, el Gran Buenos Aires, donde viven 9,9 millones de personas, hasta el llamado interior de la provincia, donde habitan los otros 5,6 millones y que incluye ciudades grandes como La Plata y Mar del Plata, otras medianas y pequeñas y parte de las tierras más fértiles de la región pampeana. En el Gran Buenos Aires están los barrios privados en los que ricos y clase media alta se han encerrado en un intento a veces frustrado de evitar asaltos, y con consecuencias sociales negativas para el trazado urbano de municipios como el de Tigre (norte de la periferia de la capital), donde gobierna Massa. En Tigre y en todos los demás distritos también están los conglomerados de chabolas donde aún siguen viviendo cartoneros que cada día entran a la capital a recoger cartones o botellas para después venderlos en fábricas. En la casa donde se crió Diego Maradona viven cartoneros. Es en Villa Fiorito, en el límite con la ciudad de Buenos Aires, en el municipio de Lomas de Zamora, donde Insaurralde se hizo tan buena fama de alcalde como la que tiene Massa. Uno y otro defendían hasta hace poco el mismo proyecto político que comenzó con el Gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007) y que sacó a Argentina de la crisis política y social de 2001/2002, con un crecimiento económico superior al de la media latinoamericana, pero aunque aún tiene muchos desafíos por delante, según reconoce hasta el propio Insaurralde.

Massa fue jefe de la Seguridad Social entre 2003 y 2008 y, como tal, inició un plan que ha elevado la cantidad de mayores de 65 años con pensión del 66% hace diez años al 94% actual. Después asumió como jefe de Gabinete de Fernández, cargo en el que permaneció solo un año. Desde 2009 gobierna Tigre con un fuerte aparato de propaganda para difundir sus presuntas virtudes más allá de las fronteras de ese municipio conocido por sus atractivos turísticos del delta del río Paraná. Massa, que había comenzado su carrera política fuera del peronismo, en un partido de derecha, finalmente se pasó a la oposición. En junio pasado formó el Frente Renovador y se quiso presentar como poskirchnerista, y no como antikirchnerista. Sin embargo, las críticas desde el Gobierno de Fernández hasta el resto de los opositores lo llevaron a posiciones más abiertamente contrarias al Ejecutivo. “Hay que pelear contra las dos inseguridades: la inflación y el delito”, sintetiza Massa las dos críticas al Gobierno de Fernández. La inflación supera el 20% anual desde 2007, con la excepción de 2009, cuando por la crisis mundial bajó al 15%, y, aunque la subida de los salarios en general la ha superado, es un asunto que preocupa a trabajadores e inversores. La inseguridad en Argentina tiene su epicentro en el Gran Buenos Aires, aunque también hay guerras entre bandas de narcotraficantes en Rosario. Argentina es el segundo país de Latinoamérica con menos asesinatos cada 100.000 habitantes, pero es el primero a la hora de los asaltos.

Insaurralde es uno de los alcaldes en los que Kirchner, fallecido en 2010, más confiaba para la renovación del peronismo hacia un perfil más de izquierda como el suyo. El año pasado comenzó a cobrar algo de fama con apariciones en televisión en el programa de entretenimientos del popular presentador Marcelo Tinelli. Pero para las elecciones legislativas primarias y obligatorias del pasado agosto, necesitó que en los anuncios aparecieran junto a él Fernández y el gobernador de Buenos Aires y aspirante a sucederla, Daniel Scioli, un peronista fiel al kirchnerismo pese a su perfil conservador. Pero esos apoyos resultaron insuficientes para una victoria kirchnerista. En lo que constituyó una señal de advertencia de la ciudadanía bonaerense a Fernández, el Frente Renovador de Massa ganó con el 34,9% de los votos, frente al 29,6% del FpV. Fuera del universo peronista, el Frente Progresista Cívico y Social, que encabezan Margarita Stolbizer y el radical Ricardo Alfonsín, obtuvo el tercer puesto con el 11,1%. Tras esa derrota, la jefa de Estado y el gobernador bonaerense desaparecieron de los nuevos anuncios de Insaurralde para las generales de este domingo. El candidato figura ahora solo en las publicidades, aunque sigue haciendo campaña con Scioli. “Queremos profundizar este proyecto que crece con inclusión social”, dice Insaurralde. La pobreza se ha reducido en Argentina del 54% en 2003 al 21% en 2012, aunque en el Gobierno de Fernández (desde 2007) solo ha bajado dos puntos.

En la última encuesta de la consultora Poliarquía, Massa eleva su intención de voto al 41,2%, Insaurralde crece al 33,2% y Stolbizer, al 12,6%. Una victoria contundente de Massa puede convertirlo en un candidato presidencial para las elecciones de 2015, pero hasta ese momento deberán pasar dos años en los que él solo será uno entre los 257 diputados de Argentina y deberá esforzarse mucho para conservar el respaldo popular.

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