Un atentado en Pakistán contra una iglesia cristiana causa 79 muertos
Un terrorista ha matado al menos a 79 personas al detonar su carga a la salida de la misa en un templo atestado de fieles
Ángeles Espinosa
Dubai, El País
Al menos 79 muertos ha causado en la mañana del domingo un atentado suicida contra la Iglesia de Todos los Santos de Peshawar, la capital de la provincia paquistaní de Khyber Pakhtunkhwa, según datos facilitados por el ministro del Interior. Otro centenar de personas han resultado heridas. El ataque, el peor que se recuerda contra la minoría cristiana de Pakistán, ha sido interpretado por algunos observadores como una respuesta de los insurgentes islamistas a la reciente propuesta de diálogo del primer ministro Nawaz Sharif.
El agresor detonó sus explosivos cuando los cerca de 600 fieles que habían asistido a la misa dominical abandonaban la iglesia y se disponían a recoger los paquetes de alimentos que la parroquia distribuye de forma gratuita. El ministro del Interior, Chaudhry Nisar Ali Khan, ha cifrado en 78 los muertos, según informa Reuters. El número de muertos aún puede aumentar porque muchos de los heridos se encuentran en estado crítico.
Entre las víctimas mortales, hay siete niños, 35 mujeres y dos policías musulmanes que vigilaban fuera del recinto, según han informado los medios locales. Aunque algunos testigos hablaron de un doble atentado, fuentes policiales dudan de que hubiera un segundo terrorista y consideran más probable que el asesino lanzara una granada antes de hacerse saltar por los aires.
Este ataque contra los cristianos, apenas un 2% de los 185 millones de paquistaníes, se suma a una creciente ristra de agresiones a las minorías religiosas que sacuden Pakistán desde principios de año. Aunque nadie ha reclamado su autoría, existe unanimidad en atribuir la responsabilidad a los grupos extremistas suníes, cuya interpretación estrecha del islam constituye el fermento tanto de la violencia contra los chiíes (un 20% de la población) como contra cristianos, hindúes, sijs y ahmadíes (que juntos no llegan a un 5%). El Consejo de Ulemas, la más alta autoridad suní en Pakistán, ha denunciado el ataque y expresado su solidaridad con los “hermanos cristianos en esta tragedia”.
Sharif, que también ha condenado con vehemencia el atentado, intenta desde su llegada al Gobierno el pasado junio iniciar conversaciones de paz con el Movimiento de los Talibanes de Pakistán y otros grupos afines para poner fin a una década de violencia. Sin embargo, los talibanes rechazaron su oferta públicamente y se responsabilizaron del asesinato de un general la semana pasada. Para algunos observadores, el atentado de hoy es otra prueba de que no se puede dialogar con los extremistas.
Más allá de las consideraciones políticas, los cristianos se sienten discriminados. Su conversión data de la época de la presencia británica en el subcontinente indio, cuando muchos intocables y otros marginados se convirtieron a la religión de los colonizadores con la esperanza de mejorar su futuro. Pero para la mayoría musulmana, siguen siendo el último escalón social.
Además, desde 1991, la blasfemia contra el islam está castigada con la pena de muerte y basta el testimonio de un musulmán, aunque no haya pruebas, para encarcelar a cualquiera. La Comisión sobre la Libertad Religiosa Internacional, una agencia financiada por el Gobierno de EEUU, acusa desde hace años a las autoridades paquistaníes de no hacer lo suficiente para frenar la violencia sectaria.
Ángeles Espinosa
Dubai, El País
Al menos 79 muertos ha causado en la mañana del domingo un atentado suicida contra la Iglesia de Todos los Santos de Peshawar, la capital de la provincia paquistaní de Khyber Pakhtunkhwa, según datos facilitados por el ministro del Interior. Otro centenar de personas han resultado heridas. El ataque, el peor que se recuerda contra la minoría cristiana de Pakistán, ha sido interpretado por algunos observadores como una respuesta de los insurgentes islamistas a la reciente propuesta de diálogo del primer ministro Nawaz Sharif.
El agresor detonó sus explosivos cuando los cerca de 600 fieles que habían asistido a la misa dominical abandonaban la iglesia y se disponían a recoger los paquetes de alimentos que la parroquia distribuye de forma gratuita. El ministro del Interior, Chaudhry Nisar Ali Khan, ha cifrado en 78 los muertos, según informa Reuters. El número de muertos aún puede aumentar porque muchos de los heridos se encuentran en estado crítico.
Entre las víctimas mortales, hay siete niños, 35 mujeres y dos policías musulmanes que vigilaban fuera del recinto, según han informado los medios locales. Aunque algunos testigos hablaron de un doble atentado, fuentes policiales dudan de que hubiera un segundo terrorista y consideran más probable que el asesino lanzara una granada antes de hacerse saltar por los aires.
Este ataque contra los cristianos, apenas un 2% de los 185 millones de paquistaníes, se suma a una creciente ristra de agresiones a las minorías religiosas que sacuden Pakistán desde principios de año. Aunque nadie ha reclamado su autoría, existe unanimidad en atribuir la responsabilidad a los grupos extremistas suníes, cuya interpretación estrecha del islam constituye el fermento tanto de la violencia contra los chiíes (un 20% de la población) como contra cristianos, hindúes, sijs y ahmadíes (que juntos no llegan a un 5%). El Consejo de Ulemas, la más alta autoridad suní en Pakistán, ha denunciado el ataque y expresado su solidaridad con los “hermanos cristianos en esta tragedia”.
Sharif, que también ha condenado con vehemencia el atentado, intenta desde su llegada al Gobierno el pasado junio iniciar conversaciones de paz con el Movimiento de los Talibanes de Pakistán y otros grupos afines para poner fin a una década de violencia. Sin embargo, los talibanes rechazaron su oferta públicamente y se responsabilizaron del asesinato de un general la semana pasada. Para algunos observadores, el atentado de hoy es otra prueba de que no se puede dialogar con los extremistas.
Más allá de las consideraciones políticas, los cristianos se sienten discriminados. Su conversión data de la época de la presencia británica en el subcontinente indio, cuando muchos intocables y otros marginados se convirtieron a la religión de los colonizadores con la esperanza de mejorar su futuro. Pero para la mayoría musulmana, siguen siendo el último escalón social.
Además, desde 1991, la blasfemia contra el islam está castigada con la pena de muerte y basta el testimonio de un musulmán, aunque no haya pruebas, para encarcelar a cualquiera. La Comisión sobre la Libertad Religiosa Internacional, una agencia financiada por el Gobierno de EEUU, acusa desde hace años a las autoridades paquistaníes de no hacer lo suficiente para frenar la violencia sectaria.