Siria: Obama contra la opinión pública

Carlos Chirinos, BBC Mundo
A espaldas de John Kerry, las palmas pintadas de rojo sangre que estuvieron en alto mientras el secretario de Estado repetía por segundo día en el Congreso las razones para atacar a Siria, recordaban que una mayoría de estadounidenses no quiere que el país se embarque en una nueva acción militar en el exterior.
Las encuestas demuestran que no han valido los argumentos morales con los que el presidente Barack Obama ha tratado de convencer a sus conciudadanos de que deben adoptarse represalias militares contra el gobierno de Siria por haber usado armas químicas contra su pueblo.

Con Irak en mente, muchos desconfían de la infalibilidad de la información sobre el ataque de hace dos semanas en un suburbio de Damasco, supuestamente ordenado por el presidente Bashar al Asad, que habría dejado cerca de 1.500 muertos.
Pero la población parece cansada tras más de una década de guerras en Irak y Afganistán, conflictos que hace años perdieron el apoyo popular con el que inicialmente contaron.
Además ha fallado la estrategia de comunicación de la Casa Blanca, que no logra convencer a la población de que atacar a Siria es humanitariamente obligatorio, políticamente necesario y estratégicamente beneficioso.

Atacar a Siria

protesta contra la guerra en Siria frente a la Casa Blanca
  • A favor: 29%
  • En contra: 48%
  • No sabe: 23%
Razones para oponerse
  • Posibles consecuencias: 74%
  • Enredos en otra guerra: 61%
  • No logrará objetivos: 51%
Fuente: Encuesta Centro de Investigaciones Pew

Negativo versus positivo

De acuerdo con un trabajo presentado este miércoles por el Centro de Investigaciones Pew, el 48% de los estadounidenses se opone a un ataque contra Siria, frente al 29% que lo apoya.
Otro estudio del diario The Washington Post y la cadena televisiva ABC publicado la víspera ubicaba en 59% los ciudadanos contrarios a la idea y en 29% los que la favorecen.


Los investigadores del Pew determinan que los contrarios a la idea temen que genere consecuencias para EE.UU. y sus aliados (74%) -como una ola de atentados extremistas- o la posibilidad de que los militares estadounidenses queden empantanados en un nuevo conflicto extranjero (61%).
Incluso un 51% considera que el ataque "limitado" no logrará ningún objetivo claro, una de las fallas argumentativas que algunos achacan a la Casa Blanca a la hora de presentar un convincente "expediente sirio".
Sin embargo, el profesor de ciencias políticas de la Universidad de Miami, Casey Klofstad, cree que no se puede decir que el gobierno no haya hecho bien su trabajo para persuadir a la opinión pública.
"Creo que la falla más grande del gobierno está en no poder convencer a una ciudadanía temerosa de que las posibles consecuencias negativas serán menores que los beneficios", reconoció Klofstad a BBC Mundo.

Siria no es Irak

En la crisis siria los demócratas respaldan más los planes bélicos de Obama que los republicanos, pese a que estos últimos suelen ser considerados como el partido "halcón" o guerrerista de la política estadounidense.
El 52% de los demócratas cree que el presidente ha explicado suficientemente el caso y sus razones, mientras que el 60% de los republicanos no lo ve así.
"Sin evidencia, sino por la intuición de lo que uno percibe y escucha en las noticias, creo que la gente tiende a ser más escéptica, es más difícil "venderle" la idea de la necesidad de esta medida por la experiencia de Irak", afirma Klofstad.
Sin embargo, el académico reconoce que se trata de casos diferentes, pues mientras en Irak se presumía la existencia de armas de destrucción masiva, en Siria se asegura que fueron usadas.
"Pero quizá en la visión de la gente no hace mucha diferencia. Pensarán: a lo mejor sí pasó o a lo mejor no (el ataque en Siria), pero la última vez quedamos atrapados en un embrollo (en Irak). Para el estadounidense promedio el asunto luce lejano, la gente está enfocada en la economía y la perspectiva de una guerra es algo que no aceptan".
Los que rechazan emprender una operación de castigo contra Siria, se reducen al 51% cuando se plantea la posibilidad de que se haga con el respaldo de una amplia coalición internacional y con la autorización de Naciones Unidas.
Pero con la deserción del Reino Unido de una eventual operación –bloqueada por el Parlamento la semana pasada- y la inhibición de socios como Canadá, Alemania o Italia, esa es una posibilidad descartada.
En cuanto a las perspectivas de que se vaya a contar con el visto bueno del Consejo de Seguridad de la ONU es algo que también se descarta, ya que por ahora ni Rusia ni China dicen estar convencidos de la evidencia presentada contra el gobierno sirio.
Presidente de EEUU Barack Obama






Aunque le gustaría, Obama no necesita contar con el visto bueno popular en temas de seguridad nacional


Las dudas

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Ni siquiera la afirmación hecha por el secretario Kerry ante el Comité de Exteriores de la Cámara de Representantes de que varias naciones árabes correrán con la cuenta, inclina la balanza en la opinión pública a favor de la iniciativa.
"Los estadounidenses son escépticos de siquiera acercarse a un conflicto, que como dijo un testigo, está alimentado por asuntos históricos tribales, étnicos y religiosos", dijo durante la comparecencia el jefe del comité, el republicano Ed Royce.
Mientras en la cámara baja escuchaban los argumentos oficiales, el comité de exteriores del Senado aprobó por 10 votos contra 7 una resolución autorizando la eventual acción militar, siempre que no exceda los 90 días y que no implique el envío de tropas.
Se da por descontado que el pleno del Senado apruebe la propuesta cuando pase a considerarla la próxima semana, pero en la Cámara de Representantes el resultado no está garantizado.
En todo caso, es poco probable que la eventual aprobación parlamentaria incline la balanza a favor de la intervención, ya que el Congreso padece muy mala imagen y su liderazgo es muy débil como para convencer a la población de la conveniencia del plan.
Al final, contar con el respaldo popular sería grato para Obama, pero esos cálculos dejan de ser importantes para un presidente que transita su último mandato.
Si bien enajenarse la opinión pública podría afectar las posibilidades de los demócratas de mantenerse en el poder, un mandatario saliente no tiene razones electorales para sincronizarse con los deseos de la población si estos van contra planes que presenta como cruciales para garantizar la seguridad nacional.

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