Obama sostiene una histórica conversación con el presidente de Irán
Este puede ser el primer paso para la reconciliación de dos países que han sido enemigos acérrimos durante más de tres décadas
Antonio Caño
Washington, El País
Barack Obama conversó este viernes por teléfono con el presidente de Irán, Hasan Rohaní, un hito histórico que puede ser el primer paso para la reconciliación de dos países que han sido enemigos acérrimos durante más de tres décadas. La conversación, según relató el presidente norteamericano en una comparecencia imprevista, demostró que es posible encontrar una solución pacífica a las diferencias sobre el programa nuclear iraní y crear “una nueva relación” a medio plazo entre dos de las naciones con más influencia en las principales crisis internacionales.
Esta conversación telefónica es el primer contacto directo entre los presidentes de Estados Unidos e Irán desde la revolución islámica de 1979, y sucede a muchos años de enfrentamientos en los que ha habido secuestros, amenazas militares, sabotajes, sanciones económicas y una extensa lista de acciones hostiles. Se produce después de que no fuera posible organizar un breve saludo cuando ambos coincidieron esta semana en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York. Rohaní declaró ayer en una rueda de prensa que ese encuentro en la ONU no tuvo lugar porque faltó tiempo para prepararlo adecuadamente, pero añadió que se encontraba alentado por el nuevo tono que había escuchado de los gobernantes norteamericanos.
Rohaní habló con Obama, según ha informado la representación iraní en Naciones Unidas, mientras viajaba en su coche camino del aeropuerto de Nueva York. La llamada, según fuentes norteamericanas, ocurrió poco después de las dos de la tarde (hora del Este de EE UU) y duró alrededor de 15 minutos. Hablaron con intérpretes.
En sus respectivas intervenciones ante la Asamblea General de la ONU, el pasado martes, tanto Obama como Rohaní expresaron su voluntad de entendimiento y su confianza en que ambos Gobiernos consigan acercarse sobre la base del respeto y los intereses mutuos.
El primer obstáculo para ese acercamiento es el programa nuclear iraní. Obama dijo ayer que Irán debe de tomar “acciones significativas, transparentes y verificables” en ese terreno. Rohaní anunció que, en la reunión acordada para el próximo 15 de octubre en Ginebra, su Gobierno presentará propuestas para que el mundo compruebe que Irán no tiene la intención de producir armas nucleares. Obama reconoce el derecho de Irán a enriquecer uranio para fines pacíficos y ha asegurado públicamente –la última vez en su discurso en la ONU- que no pretende un cambio de régimen en Teherán.
El presidente iraní ha repetido varias veces también durante su visita a Nueva York que el recurso al armamento atómico no está contemplado ni lo estará nunca dentro del sistema de seguridad de su país.
La conversación telefónica de Obama y Rohaní fue precedida el jueves por la primera reunión entre un secretario de Estado norteamericano y un ministro iraní de Relaciones Exteriores desde 1979. John Kerry y Javad Zarif se sentaron a la misma mesa, junto con sus colegas de Rusia, China, Francia, Reino Unido, Alemania y la Unión Europea, que forman el grupo de seguimiento y negociación del programa nuclear iraní. En esa reunión, Zarif aseguró que su país está interesado en negociaciones “sustantivas” sobre ese problema.
En su rueda de prensa de este viernes, Rohaní afirmó que tiene el deseo de resolver el problema nuclear “en poco tiempo”. Anteriormente, en declaraciones a la prensa, pronosticó que las negociaciones sobre ese asunto podrían durar entre tres y seis meses. “En todo caso, meses, no años”, dijo a The Washington Post.
Un acuerdo sobre el programa nuclear, no solo abriría la puerta a la reconciliación de Irán con EE UU y al retorno de Irán a la primera línea de la comunidad internacional, sino que podría poner fin a las sanciones económicas que ese país sufre desde hace ya varios años y que han debilitado su economía hasta un grado extremo.
Sin esperar a una reconciliación, un simple cambio del clima en las relaciones entre Irán y EE UU puede abrir una nueva etapa nueva, especialmente en Oriente Próximo, pero no solo. El régimen de Irán tiene un peso considerable en los acontecimientos en Siria, Irak, Gaza o Afganistán, por mencionar algunos.
En Washington se explica el cambio de actitud demostrado por Irán desde que Rohani asumió la presidencia como un efecto de las sanciones económicas impuestas al régimen. En efecto, según ha reconocido el propio Gobierno de Teherán, esas sanciones, que le impiden a Irán el acceso a los mercados financieros y limitan extraordinariamente su capacidad de comercio, han dañado la credibilidad del régimen entre la población. Pero el cambio puede también obedecer a otras razones vinculadas con los equilibrios internos del poder en Irán.
Este acercamiento entre Washington y EE UU está sometido a numerosos riesgos. Uno de ellos es, precisamente, el de la resistencia de esos sectores duros que sobreviven dentro del régimen iraní. Otro, es el da oposición que también Obama va a encontrar en Washington y en Israel de quienes creen que esta nueva actitud iraní es solo una estrategia para ganar tiempo y acabar de construir armas atómicas.
Antonio Caño
Washington, El País
Barack Obama conversó este viernes por teléfono con el presidente de Irán, Hasan Rohaní, un hito histórico que puede ser el primer paso para la reconciliación de dos países que han sido enemigos acérrimos durante más de tres décadas. La conversación, según relató el presidente norteamericano en una comparecencia imprevista, demostró que es posible encontrar una solución pacífica a las diferencias sobre el programa nuclear iraní y crear “una nueva relación” a medio plazo entre dos de las naciones con más influencia en las principales crisis internacionales.
Esta conversación telefónica es el primer contacto directo entre los presidentes de Estados Unidos e Irán desde la revolución islámica de 1979, y sucede a muchos años de enfrentamientos en los que ha habido secuestros, amenazas militares, sabotajes, sanciones económicas y una extensa lista de acciones hostiles. Se produce después de que no fuera posible organizar un breve saludo cuando ambos coincidieron esta semana en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York. Rohaní declaró ayer en una rueda de prensa que ese encuentro en la ONU no tuvo lugar porque faltó tiempo para prepararlo adecuadamente, pero añadió que se encontraba alentado por el nuevo tono que había escuchado de los gobernantes norteamericanos.
Rohaní habló con Obama, según ha informado la representación iraní en Naciones Unidas, mientras viajaba en su coche camino del aeropuerto de Nueva York. La llamada, según fuentes norteamericanas, ocurrió poco después de las dos de la tarde (hora del Este de EE UU) y duró alrededor de 15 minutos. Hablaron con intérpretes.
En sus respectivas intervenciones ante la Asamblea General de la ONU, el pasado martes, tanto Obama como Rohaní expresaron su voluntad de entendimiento y su confianza en que ambos Gobiernos consigan acercarse sobre la base del respeto y los intereses mutuos.
El primer obstáculo para ese acercamiento es el programa nuclear iraní. Obama dijo ayer que Irán debe de tomar “acciones significativas, transparentes y verificables” en ese terreno. Rohaní anunció que, en la reunión acordada para el próximo 15 de octubre en Ginebra, su Gobierno presentará propuestas para que el mundo compruebe que Irán no tiene la intención de producir armas nucleares. Obama reconoce el derecho de Irán a enriquecer uranio para fines pacíficos y ha asegurado públicamente –la última vez en su discurso en la ONU- que no pretende un cambio de régimen en Teherán.
El presidente iraní ha repetido varias veces también durante su visita a Nueva York que el recurso al armamento atómico no está contemplado ni lo estará nunca dentro del sistema de seguridad de su país.
La conversación telefónica de Obama y Rohaní fue precedida el jueves por la primera reunión entre un secretario de Estado norteamericano y un ministro iraní de Relaciones Exteriores desde 1979. John Kerry y Javad Zarif se sentaron a la misma mesa, junto con sus colegas de Rusia, China, Francia, Reino Unido, Alemania y la Unión Europea, que forman el grupo de seguimiento y negociación del programa nuclear iraní. En esa reunión, Zarif aseguró que su país está interesado en negociaciones “sustantivas” sobre ese problema.
En su rueda de prensa de este viernes, Rohaní afirmó que tiene el deseo de resolver el problema nuclear “en poco tiempo”. Anteriormente, en declaraciones a la prensa, pronosticó que las negociaciones sobre ese asunto podrían durar entre tres y seis meses. “En todo caso, meses, no años”, dijo a The Washington Post.
Un acuerdo sobre el programa nuclear, no solo abriría la puerta a la reconciliación de Irán con EE UU y al retorno de Irán a la primera línea de la comunidad internacional, sino que podría poner fin a las sanciones económicas que ese país sufre desde hace ya varios años y que han debilitado su economía hasta un grado extremo.
Sin esperar a una reconciliación, un simple cambio del clima en las relaciones entre Irán y EE UU puede abrir una nueva etapa nueva, especialmente en Oriente Próximo, pero no solo. El régimen de Irán tiene un peso considerable en los acontecimientos en Siria, Irak, Gaza o Afganistán, por mencionar algunos.
En Washington se explica el cambio de actitud demostrado por Irán desde que Rohani asumió la presidencia como un efecto de las sanciones económicas impuestas al régimen. En efecto, según ha reconocido el propio Gobierno de Teherán, esas sanciones, que le impiden a Irán el acceso a los mercados financieros y limitan extraordinariamente su capacidad de comercio, han dañado la credibilidad del régimen entre la población. Pero el cambio puede también obedecer a otras razones vinculadas con los equilibrios internos del poder en Irán.
Este acercamiento entre Washington y EE UU está sometido a numerosos riesgos. Uno de ellos es, precisamente, el de la resistencia de esos sectores duros que sobreviven dentro del régimen iraní. Otro, es el da oposición que también Obama va a encontrar en Washington y en Israel de quienes creen que esta nueva actitud iraní es solo una estrategia para ganar tiempo y acabar de construir armas atómicas.