Liga de Campeones: El Atlético de Simeone también es súper en la Champions
Madrid, As
Koke, la Champions; la Champions, Koke. Mejor que memorice cada uno el nombre del otro porque se van a cruzar durante años. Amarrado a la pierna derecha del canterano, que empieza a merecer un ramo de flores semanal como el banderín de Pantic, el Atleti regresó a la Champions por la puerta grande. Victoria ante el Zenit, alternando control, sufrimiento y reacción como exige el torneo. Esta vez, con Simeone al frente de un equipo con alma de tentetieso, al que puedes golpear pero no tirar, los rojiblancos no van a ser comparsas. Su naturaleza es mucho más ambiciosa.
Y eso que el inicio resultó inquietante. En un Manzanares desangelado y sin Diego Costa, que es el DNI de este equipo, el Atleti parecía una versión menor de sí misma. Perdido el vigor, se le vieron las carencias creativas durante un buen rato. El Zenit salió con cinco defensas y, hasta el descanso, dio la sensación de que a Spalletti le parecían pocos. Le entregó el balón al rival, pero sin las embestidas ni el desconcierto que garantiza el delantero brasileño, el dominio rojiblanco era ruido sin nueces.
Aunque Adrián respondió a la oportunidad con uno de sus mejores partidos desde que el diablo le robó el alma, pocos delanteros condicionan hoy un encuentro como lo hace Diego Costa. Así que el Atleti se entregó a su otra gran arma: la estrategia. Y donde escribo estrategia lean Koke. Junto a Mario Suárez, ya había sido el más eficiente en los primeros 40 minutos, pero en los últimos cinco del primer tiempo dio un clínic de pegada y precisión.
Primero convirtió su conexión con Miranda en símbolo del regreso del gran Atleti. Centro del canterano y cabezazo perfecto del brasileño. Así llegó el gol de la Copa, así llegó el primero del regreso a Champions. El central es la estrella silenciosa del equipo, un central fabuloso del que nadie habla. Viendo cómo funciona el Atleti, mejor así. Tras el gol, Koke rozó el poste con un tira lejano y regaló medio gol en otro córner, pero Godín no sumó su parte y cabeceó mal.
Tras el descanso el Zenit decidió comparecer. Sirvió para que Courtois estrenase el Thibauting de Champions a gran cabezazo de Kerzhakov; para que Hulk recuperase su papel de némesis rojiblanca con un golazo que debería ser delito por tirar tan fuerte, y para medir el carácter del Atleti y conocer su líder en momentos duros. Las respuestas: mucho y Arda.
Tras el empate, Kherzakov sacó una falta al larguero y el Calderón, por primera vez esta temporada, sintió miedo. Quedaba media hora y la afición, como sucede en tiempos oscuros, se aferró a su nueva religión mayoritaria: el Ardaturanismo. El mesías respondió. Se ofreció, puso calma y calidad donde imperaba el desorden y marcó el 2-1. Con suerte, sí, pero los genios marcan como les da la gana. Otro balón magnífico de Koke al área, sucesión de remates y despejes, y el último, de Lombaerts, se estrella en el turco y a la red. Locura.
El Zenit ya no se levantó. Koke aún puso otro balón de gol, pero Godín tenía la mirilla desajustada; Villa demostró que sumará marque o no, y Leo Baptistao marcó a pase de Arda nada más salir. Ahí tiene el Atleti otra joya por pulir. El final fue el soñado. Reencuentro con beso.
Koke, la Champions; la Champions, Koke. Mejor que memorice cada uno el nombre del otro porque se van a cruzar durante años. Amarrado a la pierna derecha del canterano, que empieza a merecer un ramo de flores semanal como el banderín de Pantic, el Atleti regresó a la Champions por la puerta grande. Victoria ante el Zenit, alternando control, sufrimiento y reacción como exige el torneo. Esta vez, con Simeone al frente de un equipo con alma de tentetieso, al que puedes golpear pero no tirar, los rojiblancos no van a ser comparsas. Su naturaleza es mucho más ambiciosa.
Y eso que el inicio resultó inquietante. En un Manzanares desangelado y sin Diego Costa, que es el DNI de este equipo, el Atleti parecía una versión menor de sí misma. Perdido el vigor, se le vieron las carencias creativas durante un buen rato. El Zenit salió con cinco defensas y, hasta el descanso, dio la sensación de que a Spalletti le parecían pocos. Le entregó el balón al rival, pero sin las embestidas ni el desconcierto que garantiza el delantero brasileño, el dominio rojiblanco era ruido sin nueces.
Aunque Adrián respondió a la oportunidad con uno de sus mejores partidos desde que el diablo le robó el alma, pocos delanteros condicionan hoy un encuentro como lo hace Diego Costa. Así que el Atleti se entregó a su otra gran arma: la estrategia. Y donde escribo estrategia lean Koke. Junto a Mario Suárez, ya había sido el más eficiente en los primeros 40 minutos, pero en los últimos cinco del primer tiempo dio un clínic de pegada y precisión.
Primero convirtió su conexión con Miranda en símbolo del regreso del gran Atleti. Centro del canterano y cabezazo perfecto del brasileño. Así llegó el gol de la Copa, así llegó el primero del regreso a Champions. El central es la estrella silenciosa del equipo, un central fabuloso del que nadie habla. Viendo cómo funciona el Atleti, mejor así. Tras el gol, Koke rozó el poste con un tira lejano y regaló medio gol en otro córner, pero Godín no sumó su parte y cabeceó mal.
Tras el descanso el Zenit decidió comparecer. Sirvió para que Courtois estrenase el Thibauting de Champions a gran cabezazo de Kerzhakov; para que Hulk recuperase su papel de némesis rojiblanca con un golazo que debería ser delito por tirar tan fuerte, y para medir el carácter del Atleti y conocer su líder en momentos duros. Las respuestas: mucho y Arda.
Tras el empate, Kherzakov sacó una falta al larguero y el Calderón, por primera vez esta temporada, sintió miedo. Quedaba media hora y la afición, como sucede en tiempos oscuros, se aferró a su nueva religión mayoritaria: el Ardaturanismo. El mesías respondió. Se ofreció, puso calma y calidad donde imperaba el desorden y marcó el 2-1. Con suerte, sí, pero los genios marcan como les da la gana. Otro balón magnífico de Koke al área, sucesión de remates y despejes, y el último, de Lombaerts, se estrella en el turco y a la red. Locura.
El Zenit ya no se levantó. Koke aún puso otro balón de gol, pero Godín tenía la mirilla desajustada; Villa demostró que sumará marque o no, y Leo Baptistao marcó a pase de Arda nada más salir. Ahí tiene el Atleti otra joya por pulir. El final fue el soñado. Reencuentro con beso.