La ultraderecha tiene la llave del futuro Gobierno de Noruega
Los conservadores ganan las elecciones y destronan a la coalición de izquierdas que gobernaba el país desde 2005
Thiago Ferrer Morini
Madrid, El País
Con casi el 80% de los votos escrutados, el ultraderechista Partido del Progreso (FrP) es el gran perdedor de las elecciones parlamentarias de este lunes. Es el que ha caído más escaños (12 de los 41 que tenía), ha perdido un 30% de sus votos y ha pasado de segunda a tercera fuerza política. Sin embargo, su candidata, Siv Jensen, ha afirmado que es un “buen resultado”. El motivo es que, gracias a sus 29 escaños en el Storting, el parlamento noruego, el FrP se convierte en el único socio de coalición imprescindible para la líder de los conservadores, Erna Solberg, la gran ganadora de la noche.
Los noruegos han votado por el cambio a pesar de un crecimiento económico envidiable (3,2% el pasado año, el más alto de Europa junto a Estonia) y un paro inferior al 4%. Pero la buena vida noruega no está exenta de problemas. Los altos salarios de la industria del petróleo y del gas han convertido a Oslo en una de las capitales más caras del mundo. También puede haber pesado en el electorado noruego la reacción al doble atentado de Oslo y Utoya que acabó con la vida de 77 personas en julio de 2011. Un devastador informe que afirmaba que un acto como el de Anders Behring Breivik podría haberse evitado provocó la dimisión del jefe nacional de policía. La matanza de jóvenes laboristas en un congreso del partido hizo mella en la popularidad del Gobierno, a pesar de los elogios a la reacción moderada del propio Stoltenberg.
Solberg fue ministra en el último Gobierno conservador, presidido por Kjell Magne Bondevik y formado por los conservadores, los cristianodemócratas y los liberales. Al igual que ahora, esta coalición no sumaba los 85 escaños en el Storting necesarios para formar Gobierno. Pero entonces el KrP se conformó con dar su apoyo parlamentario a la coalición. Esta vez, no: Jensen ha dejado claro que su partido quiere estar en el Ejecutivo. “Las negociaciones serán duras”, ha dicho.
Además, a los conservadores no le basta con la extrema derecha para formar Gobierno: necesita también de los 19 escaños que suman sus socios tradicionales de coalición, los cristianodemócratas y los liberales. Solberg ha anunciado que intentará formar un Ejecutivo con los cuatro partidos y convertirse en la segunda mujer que alcanza la presidencia, tras la laborista Gro Harlem Brundtland, y la primera jefa del Ejecutivo conservadora desde Jan Peder Syse, que abandonó el cargo en 1990. Los conservadores han alcanzado los 48 escaños, 18 más que en 2009 y el mejor resultado para el partido en 28 años. Con un programa electoral basado en una reforma del estado del bienestar, una rebaja de impuestos, un endurecimiento de las condiciones para la inmigración y la promesa de usar los beneficios de la industria petrolera para mejorar las infraestructuras del país, Solberg ha llevado a su partido a volver a ser la segunda fuerza política, puesto que perdió en las elecciones de 2005.
El primer ministro saliente, Jens Stoltenberg, puede darse por satisfecho con los resultados de estas elecciones. Tras más de un año por detrás de Solberg en las encuestas, su partido ha repuntado durante el último mes y medio para acabar repitiendo como primera fuerza política, aunque con 10 escaños menos. Sus 55 asientos están lejos de la debacle de 2001, cuando los laboristas obtuvieron 43 escaños, solo cinco más que los conservadores. Aunque su coalición de Gobierno ha sido barrida, especialmente sus socios, los socialistas (que pierden más de un tercio de sus votos, pasan de 11 a 7 escaños y amenazan con no pasar de la barrera del 4% que permite entrar en el reparto de asientos proporcionales, a Stoltenberg le queda el consuelo de no pasar a la historia como el candidato que llevó a su partido a perder la primera plaza por primera vez desde 1927.
Stoltenberg saltó a una momentánea fama internacional cuando, en un acto de campaña, decidió ponerse al volante de un taxi para intentar salvar la desventaja que tenía con Solberg en las encuestas. Aunque al final su partido ha salido ganador, ha anunciado que dimitirá de su cargo en octubre, tras presentar los presupuestos.
Thiago Ferrer Morini
Madrid, El País
Con casi el 80% de los votos escrutados, el ultraderechista Partido del Progreso (FrP) es el gran perdedor de las elecciones parlamentarias de este lunes. Es el que ha caído más escaños (12 de los 41 que tenía), ha perdido un 30% de sus votos y ha pasado de segunda a tercera fuerza política. Sin embargo, su candidata, Siv Jensen, ha afirmado que es un “buen resultado”. El motivo es que, gracias a sus 29 escaños en el Storting, el parlamento noruego, el FrP se convierte en el único socio de coalición imprescindible para la líder de los conservadores, Erna Solberg, la gran ganadora de la noche.
Los noruegos han votado por el cambio a pesar de un crecimiento económico envidiable (3,2% el pasado año, el más alto de Europa junto a Estonia) y un paro inferior al 4%. Pero la buena vida noruega no está exenta de problemas. Los altos salarios de la industria del petróleo y del gas han convertido a Oslo en una de las capitales más caras del mundo. También puede haber pesado en el electorado noruego la reacción al doble atentado de Oslo y Utoya que acabó con la vida de 77 personas en julio de 2011. Un devastador informe que afirmaba que un acto como el de Anders Behring Breivik podría haberse evitado provocó la dimisión del jefe nacional de policía. La matanza de jóvenes laboristas en un congreso del partido hizo mella en la popularidad del Gobierno, a pesar de los elogios a la reacción moderada del propio Stoltenberg.
Solberg fue ministra en el último Gobierno conservador, presidido por Kjell Magne Bondevik y formado por los conservadores, los cristianodemócratas y los liberales. Al igual que ahora, esta coalición no sumaba los 85 escaños en el Storting necesarios para formar Gobierno. Pero entonces el KrP se conformó con dar su apoyo parlamentario a la coalición. Esta vez, no: Jensen ha dejado claro que su partido quiere estar en el Ejecutivo. “Las negociaciones serán duras”, ha dicho.
Además, a los conservadores no le basta con la extrema derecha para formar Gobierno: necesita también de los 19 escaños que suman sus socios tradicionales de coalición, los cristianodemócratas y los liberales. Solberg ha anunciado que intentará formar un Ejecutivo con los cuatro partidos y convertirse en la segunda mujer que alcanza la presidencia, tras la laborista Gro Harlem Brundtland, y la primera jefa del Ejecutivo conservadora desde Jan Peder Syse, que abandonó el cargo en 1990. Los conservadores han alcanzado los 48 escaños, 18 más que en 2009 y el mejor resultado para el partido en 28 años. Con un programa electoral basado en una reforma del estado del bienestar, una rebaja de impuestos, un endurecimiento de las condiciones para la inmigración y la promesa de usar los beneficios de la industria petrolera para mejorar las infraestructuras del país, Solberg ha llevado a su partido a volver a ser la segunda fuerza política, puesto que perdió en las elecciones de 2005.
El primer ministro saliente, Jens Stoltenberg, puede darse por satisfecho con los resultados de estas elecciones. Tras más de un año por detrás de Solberg en las encuestas, su partido ha repuntado durante el último mes y medio para acabar repitiendo como primera fuerza política, aunque con 10 escaños menos. Sus 55 asientos están lejos de la debacle de 2001, cuando los laboristas obtuvieron 43 escaños, solo cinco más que los conservadores. Aunque su coalición de Gobierno ha sido barrida, especialmente sus socios, los socialistas (que pierden más de un tercio de sus votos, pasan de 11 a 7 escaños y amenazan con no pasar de la barrera del 4% que permite entrar en el reparto de asientos proporcionales, a Stoltenberg le queda el consuelo de no pasar a la historia como el candidato que llevó a su partido a perder la primera plaza por primera vez desde 1927.
Stoltenberg saltó a una momentánea fama internacional cuando, en un acto de campaña, decidió ponerse al volante de un taxi para intentar salvar la desventaja que tenía con Solberg en las encuestas. Aunque al final su partido ha salido ganador, ha anunciado que dimitirá de su cargo en octubre, tras presentar los presupuestos.