La NASA estudia cuatro puntos para aterrizar en Marte en 2016
Madrid, EP
La agencia espacial estadounidense ha seleccionado cuatro posibles localizaciones del planeta rojo donde la próxima sonda que viajará a Marte, en marzo de 2016, podría aterrizar. "Tienen un terreno bastante blando, pocas rocas y casi no hay pendiente", ha explicado el geólogo de la NASA, Matt Golombek.
La misión, que partirá de la Tierra el mes de marzo de 2016, llegará a Marte en agosto para descender en una de las cuatro áreas, que han sido elegidas entre otras 22 preseleccionadas, y que se encuentran la una junta a la otra en un terreno marciano conocido como las Llanuras del Elíseo.
Una vez allí, la sonda 'Insight' realizará una investigación sobre la composición interna del planeta a través del estudio de su sismología. Con ello, los científicos tratarán de conocer los procesos que condujeron a la formación de Marte y entender mejor el proceso de evolución de los planetas rocosos del sistema solar.
Por ello, en la elección del lugar donde descenderá la nave "importa muy poco lo que haya alrededor, en la superficie", según han explicado los científicos. "Lo principal es la seguridad de la misión", han detallado.
De hecho, han escogido zonas en un lugar con una baja altura para garantizar que haya un nivel suficiente de atmósfera para suavizar el descenso. Además, los terrenos escogidos se encuentran en el ecuador del planeta para que la sonda tenga el mismo nivel de energía solar durante todo el tiempo que permanezca en Marte, y no varíe en función de la estación del año marciano.
Cada una de las áreas escogidas forman una elipse de 130 kilómetros de largo (de este a oeste) y 27 de ancho. La agencia espacial ha señalado que, "si se apunta al centro de una de ellas", hay un 99 por ciento de probabilidades de que la sonda aterrice, efectivamente, en el interior de esta.
Los posibles lugares donde la misión podría aterrizar han sido escogidos también por la consistencia del terreno, atendiendo a la facilidad para penetrar el suelo, dado que la nave tendrá que introducir una sonda de medición del flujo de calor hasta unos 4,5 metros en el interior del sustrato, además de otros instrumentos como un sismógrafo.
La agencia espacial estadounidense ha seleccionado cuatro posibles localizaciones del planeta rojo donde la próxima sonda que viajará a Marte, en marzo de 2016, podría aterrizar. "Tienen un terreno bastante blando, pocas rocas y casi no hay pendiente", ha explicado el geólogo de la NASA, Matt Golombek.
La misión, que partirá de la Tierra el mes de marzo de 2016, llegará a Marte en agosto para descender en una de las cuatro áreas, que han sido elegidas entre otras 22 preseleccionadas, y que se encuentran la una junta a la otra en un terreno marciano conocido como las Llanuras del Elíseo.
Una vez allí, la sonda 'Insight' realizará una investigación sobre la composición interna del planeta a través del estudio de su sismología. Con ello, los científicos tratarán de conocer los procesos que condujeron a la formación de Marte y entender mejor el proceso de evolución de los planetas rocosos del sistema solar.
Por ello, en la elección del lugar donde descenderá la nave "importa muy poco lo que haya alrededor, en la superficie", según han explicado los científicos. "Lo principal es la seguridad de la misión", han detallado.
De hecho, han escogido zonas en un lugar con una baja altura para garantizar que haya un nivel suficiente de atmósfera para suavizar el descenso. Además, los terrenos escogidos se encuentran en el ecuador del planeta para que la sonda tenga el mismo nivel de energía solar durante todo el tiempo que permanezca en Marte, y no varíe en función de la estación del año marciano.
Cada una de las áreas escogidas forman una elipse de 130 kilómetros de largo (de este a oeste) y 27 de ancho. La agencia espacial ha señalado que, "si se apunta al centro de una de ellas", hay un 99 por ciento de probabilidades de que la sonda aterrice, efectivamente, en el interior de esta.
Los posibles lugares donde la misión podría aterrizar han sido escogidos también por la consistencia del terreno, atendiendo a la facilidad para penetrar el suelo, dado que la nave tendrá que introducir una sonda de medición del flujo de calor hasta unos 4,5 metros en el interior del sustrato, además de otros instrumentos como un sismógrafo.