Hollande presenta sus pruebas contra Siria pero evita un voto en la Asamblea

El Asad: “Si el barril de Oriente Próximo explota, todo el mundo perderá el control”

Miguel Mora
París, El País
Definitivamente, Siria se ha convertido en la pesadilla de François Hollande. Los servicios secretos franceses hicieron público el lunes un informe clasificado que asegura que la matanza química ocurrida en la periferia de Damasco el 21 de agosto fue perpetrada por el régimen de Bachar el Asad. La publicación de la nota en las páginas digitales del Elíseo, Matignon, Defensa y Exteriores fue decidida por el Gobierno socialista para tratar de convencer a la clase política y a la opinión pública —ambas fuertemente divididas— de la necesidad de intervenir militarmente contra El Asad. Al mismo tiempo, el primer ministro, Jean-Marc Ayrault, rechazó las peticiones de la oposición y de algunos socialistas y descartó que el Parlamento pueda votar el miércoles, al final de la sesión extraordinaria informativa convocada por el Ejecutivo.


La inusual filtración oficial de la nota de los servicios de Inteligencia exterior y militar coincidió con el avance de una larga entrevista concedida por el presidente sirio al periodista de Le Figaro George Malbrunot. Amenazante y provocador, El Asad afirma que “cualquiera que dé ayuda financiera y militar a terroristas es un enemigo del pueblo sirio”, y amenaza a París con “repercusiones negativas” si no cesa en su “política de hostilidad” hacia Damasco.

El dictador asegura que Barack Obama y Hollande “han sido incapaces de presentar una sola prueba” del ataque químico, y sobre una posible intervención militar advierte: “Oriente Próximo es un barril de pólvora. Nadie sabe lo que pasará cuando caiga la primera bomba. Todo el mundo perderá el control cuando el barril de pólvora explote. El caos y el extremismo se expandirán. El riesgo de una guerra regional existe”.

La nota desclasificada utiliza argumentos estratégicos y técnicos para atribuir la matanza al Ejército sirio. Uno: las imágenes tomadas por satélite muestran que las zonas atacadas el 21 de agosto estaban bajo control de los rebeldes, alejadas de las posiciones de las fuerzas leales a El Asad. Dos: en el ataque, “masivo y bien coordinado”, se utilizaron cohetes “de fabricación industrial”, dos circunstancias que están fuera del alcance de los rebeldes. Tres: tras la ofensiva química, el régimen “bombardeó intensamente el área afectada con la intención de borrar las pistas medioambientales”.

La nota subraya además que, a diferencia de otros ataques, en los que el régimen utilizó “pequeñas cargas químicas con el objetivo de provocar terror”, esta vez “el ataque tenía un objetivo táctico, la reconquista de terreno”.

El informe contiene una curiosidad: la cifra de víctimas que manejan los servicios secretos franceses es llamativamente menor que la ofrecida por el secretario de Estado de EE UU, John Kerry, el viernes pasado. Según París, el ataque químico “mató al menos a 281 personas”, frente a las más de 1.400 víctimas mortales que calcula Washington.

Antes de hacer público el documento, el primer ministro, Jean-Marc Ayrault, lo presentó en persona a los líderes de los grupos parlamentarios, los presidentes de la Asamblea Nacional y el Senado, y los presidentes de las comisiones de Defensa y Exteriores. Se trataba de un intento de responder a las críticas de opacidad y de recuperar la unidad nacional, dañada por la precipitación de Hollande al anunciar la intervención y agravada por el revés del Parlamento británico a David Cameron y por la inesperada marcha atrás de Barack Obama.

El desfile de líderes por Matignon evidenció que la sensación de aislamiento de Francia y la división de la clase política, también en las filas del Partido Socialista, son crecientes.

El centrista Jean-Louis Borloo subrayó que “la operación debe hacerse bajo el amparo de la ONU, o en todo caso no antes de que las pruebas del ataque químico hayan sido corroboradas por las Naciones Unidas”. Y el exministro de Exteriores Alain Juppé recordó que actuar sin el mandato de la ONU es una novedad histórica que debería ser refrendada por el Parlamento.

Tras constatar la fractura, Ayrault zanjó el debate sobre la hipotética votación parlamentaria con una seca negativa, dejando a la oposición, e incluso a los Verdes, sus socios de Gobierno, sin la posibilidad de arropar o rechazar al presidente.

Poco antes, el primer ministro había presumido de “transparencia”, afirmado que “la presencia de armas de destrucción masiva en Siria pone en peligro la seguridad de Francia y del mundo”, y pedido a los ciudadanos que se mantengan “unidos en torno al presidente”, que, concluyó, “seguirá ejerciendo su labor de persuasión para tratar de formar una coalición”.

Pese a todo, Hollande tendrá que asumir la cruda realidad: hasta que Estados Unidos no se pronuncie, Francia estará sola e impedida para llevar a cabo sus arriesgadas intenciones. Ayrault admitió que “en ningún caso” Francia atacará en solitario a Damasco. Por el momento, eso es en lo único que los franceses parecen de acuerdo.

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