El clásico de La Plata terminó en empate
La Plata, EFE
Estudiantes y Gimnasia de La Plata terminaron 1 a 1 un clásico que hace dos años no se jugaba, el 150 de la historia, que careció de brillo pero a cambio entregó ritmo y emoción, y una polémica nacida de un error del árbitro Saúl Laverni.
La igualdad resultó sumamente justa, pero el empate de Estudiantes nació de una equivocación de Laverni, quien sancionó una mano inexistente de Facundo Oreja. Ese tiro libre derivó en el gol de Matías Aguirregaray y la expulsión del defensor de Gimnasia y el entrenador Pedro Troglio.
Si bien Estudiantes logró rescatar un punto perdió nuevamente a Juan Sebastián Verón, quien se retiró del campo de juego a los 28 minutos del primer tiempo con una distensión de ligamento interno de la rodilla derecha, y a Patricio Rodríguez por un traumatismo abdominal.
Empezó mejor Estudiantes con Juan Sebastián Verón tratando de convertirse en el vértice del equipo, y Patricio Rodríguez, por la izquierda, desbordando y enviando centros al área.
Con esos argumentos Estudiantes tuvo a su disposición la primera ocasión para abrir el marcador. Rodríguez envió un centro pasado desde la izquierda, por el segundo palo apareció Joaquín Correa, y su remate fue desviado por Fernando Monetti.
Estudiantes era más, pero el que pegó primero fue Gimnasia. Corner desde la izquierda ejecutado por Facundo Pereyra, Juan Carlos Blengio de cabeza devolvió la pelota al centro del área por donde pasaba el colombiano Correa para impulsarla al fondo de la red.
Corrían 21 minutos y Estudiantes recibía el primero de los dos golpes que padeció en la primera etapa, porque siete minutos después del gol la "Brujita" Verón abandonó el campo por lesión.
Con Estudiantes sacudido, Gimnasia se refugió en su campo y con mucha marca y sacrificio, especialmente el de Franco Mussis y Omar Pouso, neutralizó a un rival sin ideas, que no sabía qué hacer con la pelota cuando se aproximaba al arco.
Las imágenes volvieron a repetirse en el complemento. Estudiantes tuvo pelota y campo, pero careció de ideas por lo cual no preocupaba a la segura defensa de Gimnasia. Hasta que llegó el minuto 15. Un jugador de Estudiantes trató de meter un pase al medio, la pelota rebotó en el hombro de Oreja y Laverni, de frente a la jugada, cobró infracción. Jorge Luna remató bajo y a la derecha, Monetti rechazó la pelota hacia un costado. Guido Carrillo metió el centro y Aguirregaray impulsó la pelota a dentro del arco.
A partir de entonces Gimnasia se refugió en su campo, pero lo hizo con mucho orden y criterio, y eso le complicó la vida a un Estudiantes que nunca más dispuso de una ocasión clara para conseguir su segundo gol.
Es más, a los 38 minutos, Gimnasia tuvo la ocasión para llevarse los tres puntos, pero un cabezazo de Osvaldo Barsottini fue desviado a un metro de la línea por Alvaro Klusener.
Los últimos cinco minutos se vivieron bajo una gran tensión, con pierna fuerte por ambos lados, algo que derivó en la expulsión de Damonte por agredir a un rival.
Fue empate, y estuvo bien porque ninguno logró sacarle al otro la diferencia que le hubiera permitido quedarse con los tres puntos.
Estudiantes y Gimnasia de La Plata terminaron 1 a 1 un clásico que hace dos años no se jugaba, el 150 de la historia, que careció de brillo pero a cambio entregó ritmo y emoción, y una polémica nacida de un error del árbitro Saúl Laverni.
La igualdad resultó sumamente justa, pero el empate de Estudiantes nació de una equivocación de Laverni, quien sancionó una mano inexistente de Facundo Oreja. Ese tiro libre derivó en el gol de Matías Aguirregaray y la expulsión del defensor de Gimnasia y el entrenador Pedro Troglio.
Si bien Estudiantes logró rescatar un punto perdió nuevamente a Juan Sebastián Verón, quien se retiró del campo de juego a los 28 minutos del primer tiempo con una distensión de ligamento interno de la rodilla derecha, y a Patricio Rodríguez por un traumatismo abdominal.
Empezó mejor Estudiantes con Juan Sebastián Verón tratando de convertirse en el vértice del equipo, y Patricio Rodríguez, por la izquierda, desbordando y enviando centros al área.
Con esos argumentos Estudiantes tuvo a su disposición la primera ocasión para abrir el marcador. Rodríguez envió un centro pasado desde la izquierda, por el segundo palo apareció Joaquín Correa, y su remate fue desviado por Fernando Monetti.
Estudiantes era más, pero el que pegó primero fue Gimnasia. Corner desde la izquierda ejecutado por Facundo Pereyra, Juan Carlos Blengio de cabeza devolvió la pelota al centro del área por donde pasaba el colombiano Correa para impulsarla al fondo de la red.
Corrían 21 minutos y Estudiantes recibía el primero de los dos golpes que padeció en la primera etapa, porque siete minutos después del gol la "Brujita" Verón abandonó el campo por lesión.
Con Estudiantes sacudido, Gimnasia se refugió en su campo y con mucha marca y sacrificio, especialmente el de Franco Mussis y Omar Pouso, neutralizó a un rival sin ideas, que no sabía qué hacer con la pelota cuando se aproximaba al arco.
Las imágenes volvieron a repetirse en el complemento. Estudiantes tuvo pelota y campo, pero careció de ideas por lo cual no preocupaba a la segura defensa de Gimnasia. Hasta que llegó el minuto 15. Un jugador de Estudiantes trató de meter un pase al medio, la pelota rebotó en el hombro de Oreja y Laverni, de frente a la jugada, cobró infracción. Jorge Luna remató bajo y a la derecha, Monetti rechazó la pelota hacia un costado. Guido Carrillo metió el centro y Aguirregaray impulsó la pelota a dentro del arco.
A partir de entonces Gimnasia se refugió en su campo, pero lo hizo con mucho orden y criterio, y eso le complicó la vida a un Estudiantes que nunca más dispuso de una ocasión clara para conseguir su segundo gol.
Es más, a los 38 minutos, Gimnasia tuvo la ocasión para llevarse los tres puntos, pero un cabezazo de Osvaldo Barsottini fue desviado a un metro de la línea por Alvaro Klusener.
Los últimos cinco minutos se vivieron bajo una gran tensión, con pierna fuerte por ambos lados, algo que derivó en la expulsión de Damonte por agredir a un rival.
Fue empate, y estuvo bien porque ninguno logró sacarle al otro la diferencia que le hubiera permitido quedarse con los tres puntos.