Diego Costa apunta al Madrid
Diego Costa puede jugar con dos selecciones y no le llama ninguna. Es tan increíble como Clooney teniendo problemas en encontrar pareja para el baile; un sinsentido. Pero mientras Scolari y Del Bosque juegan a algo que sólo entienden ellos, el Atlético lo aprovecha. Ni viajes ni cansancio extra ni despistes. El resultado es espectacular: seis partidos de Liga, seis victorias, siete goles de su nueva estrella y por delante al derbi del sábado en el Bernabéu. Su última víctima fue Osasuna, que devolvió al Manzanares la olvidada sensación de jugar con fuego, pero acabó como tantos antes: sucumbiendo a los pies de Diego Costa, el portento apátrida.
Con el Madrid detrás de la oreja, Simeone rotó y dio descanso por primera vez esta temporada a tres de sus intocables: Filipe Luis, Gabi y Villa. Tiago y Leo Baptistao taparon con naturalidad sus huecos, le costó más a Insua, demasiado tímido toda la noche. Desde el inicio se vio al Atleti con un punto menos de intensidad que de costumbre (Gabi es capital en eso), pero le despertó un disparo de Sisi que logró la complicada carambola de pegar en Godín, Miranda y el poste. Simeone pegó dos gritos en la banda y sus hombres se pusieron serios.
Juanfran, que ya había emitido señales positivas ante el Almería, asumió un mayor protagonismo ofensivo ante la ausencia de Filipe y ofreció su mejor actuación en meses. El 1-0 llego a los 17 minutos, después de que el lateral controlase un difícil pase de Arda lanzándose al suelo y continuase su malabar con un buen centro al punto de penalti. Allí apareció Diego Costa para definir con sutileza.
Y en el 25’, repitió la bestia, esta vez a centro de su socio predilecto: Koke. Centro marca de la casa desde la derecha y cabezazo perfecto de Costa. Era su séptimo gol y se coloca como máximo realizador del torneo junto a Messi. Si su explosión goleadora no es temporal, estamos ante un futbolista con el potencial de ser más importante que Falcao, pues ofrece mucho más en el resto de facetas.
Con el 2-0 el Atleti se relajó por primera vez este curso. Y pudo pagarlo. A los 42’, Osasuna, que era un mero invitado hasta ese instante, marcó un gol propio de su rival. Gran falta de Puñal y remate muy hábil de Oriol Riera. Vida rojilla. Por desgracia, a los de Gracia les faltan recursos. Muchos. Ninguno de sus jugadores ve un camino que no sea el obvio. Y eso que el Atleti se empeñó en abrirle vías.
Godín y, sobre todo, Miranda fueron poseídos por los espíritus de sus versiones anteriores al Cholo y Armenteros pudo empatar tras regalo del brasileño. Falló y el resto fue un lento y tedioso morir de viejo. Porque el Atleti, al trantrán e impreciso, se empeñó en alargar el suplicio. Sobre todo Arda, que perdonó el tercero en dos ocasiones. Primero se lió tras una dejada sublime de Diego Costa y, con toda la ventaja, acabó tirando fuera. De inmediato, echó fuera una volea a placer en el segundo palo. Hasta los genios se atoran a veces.
El Manzanares afrontó el tramo final con los nervios propios de quien ha visto escaparse muchos pájaros de entre las manos. Pero eran otros tiempos; tiempos oscuros. Ahora el Atleti cabalga a lomos de Diego Costa, ha igualado su mejor inicio de siempre y sueña con todo. Lo primero, con el derbi. El Bernabéu ya sabe de lo que es capaz.