Bombardeo a Casillas

TRABAJÓ EL JUEGO AÉREO ANTE YILMAZ Y DROGBA

Madrid, Marca
Iker Casillas se prepara para su debut con el Real Madrid en la temporada 13-14. Será en el infierno turco, aunque para El Santo sea el paraíso. Volver a ser protagonista, y no recogepelotas, en un calentamiento, a ponerse el 1 a la espalda, enfundarse el brazalete, salir el primero al campo, intentar ganar el sorteo de campos y parar. Sobre todo, parar. En definitiva, lo que ha hecho toda la vida.
Para ello, el veterano preparador de porteros Villiam Vecchi diseñó ayer una intensa sesión de trabajo para los cuatro guardametas, pero enfocada a Casillas, que volverá a ponerse bajo palos. Durante casi toda la hora de entrenamiento, los cancerberos trabajaron los balones aéreos, tanto en centros laterales como en centros frontales, desde cerca y desde lejos.


En la portería se turnaban, como siempre, Diego López Jesús y Tomás Mejías, que aunque tiene ficha del Castilla sigue entrenándose con el primer equipo desde que Jesús sufriera un esguince de tobillo que le mantuvo de baja tres semanas.

Si alguna flaqueza ha tenido Iker a lo largo de su carrera ha sido precisamente el juego aéreo. Y en el Galatasaray juegan dos torres que pueden hacer sufrir al Madrid en los centros y saques de esquina. No son otros que Didier Drogba (1,89) y Burak Yilmaz (1,88), los dos delanteros de Fatih Terim, que obligarán a los centrales a un duro examen en cada lance aéreo. Sirva como precedente la eliminatoria de la pasada temporada, en la que de los tres goles turcos, ninguno fue por alto.

De récord
Iker Casillas seguirá acumulando partidos en la máxima competición continental. Lleva 129, en los que ha encajado 154 goles. Lo que tiene a tiro es la mejor marca de paradas de la Champions. Ahora mismo, Petr Cech es el líder con 280 balones repelidos. El de Móstoles lleva 251. Por detrás aparecen el ex del Milan Dida (222) y Víctor Valdés, con 185. Diego López suma 49 en 25 encuentros, ocho de ellos con el Madrid.

Iker buscará recuperar viejas sensaciones. La primera, y fundamental, sentirse importante. Así es como ha rendido siempre. En las últimas semanas se le ha visto solitario, incluso aislado de sus compañeros, sin encontrarse en ese nuevo rol de capitán sin brazalete ni minutos de juego. Le ha costado sonreír. Pero mañana empieza la temporada para San Iker. Será un nuevo día de trabajo, pero no será uno más.

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