El Barça tiene un jefe que se llama Gerardo Martino. En momentos de duda es cuando se conoce a los audaces y el Tata demostró ayer que lo es. Martino llegó a Vallecas desde Buenos Aires tras enterrar a su padre, apenas tuvo tiempo de dar una charla técnica, su equipo ganó 0-4 y le criticaron. Lejos de dar un paso atrás, Martino afianzó ayer su apuesta y mantuvo firme su personalidad sobre el campo. Goleó el Barça a la Real por 4-1 en un partido casi perfecto en el que Neymar se salió y fue sustituido; en el que Messi dio un recital, y se fue al banquillo, en el que jugaron Bartra y Sergi Roberto y en el que el equipo culé remitió a sus mejores momentos. Un triunfo de todos, sí, pero especialmente de un Martino que sale airoso de su primer jaque.
No había ayudado nada el presidente del Barça Sandro Rosell a tranquilizar los ánimos entre la afición cuando por la mañana definió como “crisis” un debate futbolístico sin demasiado sentido como es el de la posesión. Con amigos así, a Martino le sobran enemigos. Por tanto, de nuevo se encontraba un entrenador blaugrana ante un territorio conocido por sus predecesores. El de demostrar sin ayuda de nadie que lleva la razón. Y lo hizo a la perfección.
Sorprendió de salida en la alineación barcelonista la ausencia de Pedro, que venía de convertir un hat-trick, pero esa era la primera señal de que aquí manda Martino. Alexis salió en el puesto del canario y realizó un partido completísimo, al igual que la mayoría de sus compañeros.
En los primeros quince minutos, el Barcelona fue un vendaval que desarboló a la Real Sociedad de la mano de un Neymar que hizo pasar las de Caín a todos sus marcadores. Tras el arreón inicial de la Real, cuando Seferovic chutó a la cruceta de Valdés aprovechando un choque entre Busquets y Mascherano, por el que este último quedó lesionado, el partido cayó en manos del Barça.
Neymar marcó el primero tras un centro de Alexis ante el que Bravo y Cadamuro se hicieron un lío. Con la Real desconcertada, Messi remató de cabeza una enorme jugada de Neymar. Eso dio origen a los mejores minutos de un Barça desencadenado. El 3-0 llegó tras una nueva jugada en la que Messi, sin suerte en el remate a lo largo de toda la noche, disparó al palo pero el rechace lo recogió Busquets quien, desde la frontal y con la izquierda, marcó el 3-0.
Aún tuvo tiempo el Camp Nou en la primera parte para babear con jugadas de tiralíneas que, a veces, valen más que un gol. Messi, Neymar e Iniesta firmaron la más aplaudida de la noche. Una combinación coreográfica de fútbol que desterró cualquier duda (al menos de momento) respecto al equipo.
En la segunda parte, el Barça bajó el ritmo porque ni Neymar, ni Iniesta ni Xavi están aún al cien por cien, pero el equipo no se descosió, porque se notó que Busquets venía de descansar y se marcó un partidazo de libro.
Acortó distancias la Real mediante De la Bella tras un gran gesto técnico de Agirretxe que desmontó a Piqué, pero a diferencia de otras veces, el Barcelona mantuvo el tipo y no sólo eso, si no que mediante Bartra amplió la diferencia.
Tras el 4-1, Martino, para refrendar quien manda aquí, sustituyó a Messi e igualó el mejor inicio del Barça en la Liga en toda su historia. Ante el Almería, puede quedarse con el registro en solitario.