Termina la era del cardenal Bertone
El arzobispo Pietro Parolin sustituirá previsiblemente al todopoderoso secretario de Estado de Benedicto XVI
Lucia Magi
Venecia, El País
Termina la era del cardenal Tarcisio Bertone. El papa Francisco jubila al todopoderoso secretario de Estado elegido por Benedicto XVI en junio de 2006. En su lugar, llegará previsiblemente a Roma el arzobispo Pietro Parolin, ahora nuncio apostólico (embajador) en Caracas, según adelanta la prensa italiana. Un boletín oficial de la Santa Sede confirmará la noticia mañana, pero el cambio de la guardia será efectivo en 45 días, para dejar tiempo al nuevo superministro a organizarse.
Con mucha antelación respecto a lo que hizo su predecesor, que esperó más de un año para sustituir a Angelo Sodano, tras solo cinco meses de mandato Jorge Mario Bergoglio remplaza a Bertone, de 79 años, en el centro de los escándalos de Vatileaks. Los documentos sustraídos por El Cuervo desde el apartamento pontificio y filtrados a la prensa le retrataban como jefecillo de una corriente muy conservadora y poderosa.
El cardenal se quedará como presidente de la Comisión cardenalicia que vela sobre el IOR (el Banco vaticano), hasta completar el estudio que exigió al banco vaticano Moneyval, el organismo del Consejo de Europa que evalúa la transparencia de los institutos de los 47 Estados miembros. Hasta cumplir los 80, Bertone mantendrá también el cargo de Camerlengo: en caso de que se abra una nueva sede vacante, será él quien tendrá que guiar la Iglesia en cuestiones de administración.
El hombre que el Papa elegirá, según la prensa italiana, como brazo derecho nació en el norte de Italia, cerca de Venecia, el 17 de enero de 1955. Tendrá que desplegar toda su sabiduría y experiencia diplomática para ayudar en la empresa principal del pontificado de Francisco: reformar la Curia romana.
Ordenado sacerdote en 1980, seis años más tarde Parolin entró en el servicio diplomático vaticano. Estuvo en Nigeria y en México. En noviembre de 2002, fue nombrado número dos del secretario de Estado Angelo Sodano, con competencias sobre las relaciones con los Estados: es decir -fuera de la jerga eclesial- el número dos de Exteriores. Fue interlocutor principal con los diplomáticos extranjeros, los líderes internacionales, las ONG y los periodistas. Además, ha representado al Vaticano en una serie de misiones sensibles, incluyendo viajes a Corea del Norte y Vietnam, como también en la conferencia de Annapolis en 2007, donde el Gobierno de George W. Bush auspició un diálogo para buscar una solución al conflicto en Medio Oriente. En agosto de 2008, fue ascendido a arzobispo y enviado como nuncio en el Venezuela de Hugo Chávez. Muchos analistas consideraron que aquello fue en realidad un modo para alejarlo de Roma. De todos modos, en Caracas Parolin pudo aumentar su reputación de brillante y preparado diplomático. Es considerado como un gran trabajador, bien informado y muy devoto.
Deberá poner en prácticas sus virtudes de mediador en Roma, en un momento en el cual -como subrayó el cardenal de Nueva York en julio una entrevista al National Catholic Reporter- la Iglesia necesita rápidos cambios en su estructura central.
Lucia Magi
Venecia, El País
Termina la era del cardenal Tarcisio Bertone. El papa Francisco jubila al todopoderoso secretario de Estado elegido por Benedicto XVI en junio de 2006. En su lugar, llegará previsiblemente a Roma el arzobispo Pietro Parolin, ahora nuncio apostólico (embajador) en Caracas, según adelanta la prensa italiana. Un boletín oficial de la Santa Sede confirmará la noticia mañana, pero el cambio de la guardia será efectivo en 45 días, para dejar tiempo al nuevo superministro a organizarse.
Con mucha antelación respecto a lo que hizo su predecesor, que esperó más de un año para sustituir a Angelo Sodano, tras solo cinco meses de mandato Jorge Mario Bergoglio remplaza a Bertone, de 79 años, en el centro de los escándalos de Vatileaks. Los documentos sustraídos por El Cuervo desde el apartamento pontificio y filtrados a la prensa le retrataban como jefecillo de una corriente muy conservadora y poderosa.
El cardenal se quedará como presidente de la Comisión cardenalicia que vela sobre el IOR (el Banco vaticano), hasta completar el estudio que exigió al banco vaticano Moneyval, el organismo del Consejo de Europa que evalúa la transparencia de los institutos de los 47 Estados miembros. Hasta cumplir los 80, Bertone mantendrá también el cargo de Camerlengo: en caso de que se abra una nueva sede vacante, será él quien tendrá que guiar la Iglesia en cuestiones de administración.
El hombre que el Papa elegirá, según la prensa italiana, como brazo derecho nació en el norte de Italia, cerca de Venecia, el 17 de enero de 1955. Tendrá que desplegar toda su sabiduría y experiencia diplomática para ayudar en la empresa principal del pontificado de Francisco: reformar la Curia romana.
Ordenado sacerdote en 1980, seis años más tarde Parolin entró en el servicio diplomático vaticano. Estuvo en Nigeria y en México. En noviembre de 2002, fue nombrado número dos del secretario de Estado Angelo Sodano, con competencias sobre las relaciones con los Estados: es decir -fuera de la jerga eclesial- el número dos de Exteriores. Fue interlocutor principal con los diplomáticos extranjeros, los líderes internacionales, las ONG y los periodistas. Además, ha representado al Vaticano en una serie de misiones sensibles, incluyendo viajes a Corea del Norte y Vietnam, como también en la conferencia de Annapolis en 2007, donde el Gobierno de George W. Bush auspició un diálogo para buscar una solución al conflicto en Medio Oriente. En agosto de 2008, fue ascendido a arzobispo y enviado como nuncio en el Venezuela de Hugo Chávez. Muchos analistas consideraron que aquello fue en realidad un modo para alejarlo de Roma. De todos modos, en Caracas Parolin pudo aumentar su reputación de brillante y preparado diplomático. Es considerado como un gran trabajador, bien informado y muy devoto.
Deberá poner en prácticas sus virtudes de mediador en Roma, en un momento en el cual -como subrayó el cardenal de Nueva York en julio una entrevista al National Catholic Reporter- la Iglesia necesita rápidos cambios en su estructura central.