Siria reabre las heridas europeas

La crisis vuelve a poner en evidencia las divergencias en política exterior

Luis Doncel
Bruselas, El País
La incomodidad de Europa ante la crisis siria quedaba esta semana a las claras cada vez que los periodistas preguntaban a los responsables comunitarios si habría que esperar al resultado de la investigación de la ONU sobre el uso de armas químicas; o por el contrario sería recomendable responder lo antes posible con un ataque al régimen de Bachar el Asad. El portavoz de la jefa de la diplomacia europea se limitaba a recordar las palabras que Catherine Ashton, la jefa de la diplomacia de la UE, había pronunciado unos días antes en Tallin. En ellas no había ni un sí ni un no.


“Es necesario que los inspectores en Siria puedan examinar las evidencias tan pronto como sea posible. El Consejo de Seguridad de la ONU es extremadamente importante para ver cómo debe responder la comunidad internacional. Pero eso no nos excusa al resto de analizar muy cuidadosamente qué hemos de hacer”, aseguró la Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores. Con estas palabras pronunciadas en la capital estonia, Ashton trataban de marcar una línea política europea, pero sin contradecir abiertamente las distintas sensibilidades sobre el tema en la UE.

Una alta fuente europea reconocía esta semana que sería deseable ofrecer una voz única en este conflicto con consecuencias imprevisibles. “¿Pero qué puede hacer la Comisión Europea si los Estados miembros, pese a estar de acuerdo en que un ataque con armas químicas no puede quedar impune, tienen puntos de vista diferentes?”, se preguntaba con un punto de frustración.

París encabeza el bando de los que defienden una respuesta inmediata. Tras la humillación que sufrió el primer ministro británico, David Cameron, al ver cómo su Parlamento le negaba el aval para entrar en guerra, el presidente François Hollande se erige como principal aliado de Washington en la operación. La Comisión no duda de la responsabilidad de El Asad en la masacre perpetrada a las afueras de Damasco el 21 de agosto. “Estamos seguros al 99%”, señala la fuente.

Entre los más reacios a secundar a EE UU en su intervención militar destaca Italia, que ha descartado de plano participar en el castigo si no hay un mandato por parte de la ONU. “No existe una solución militar al conflicto en Siria. Se debe seguir trabajando por una solución política”, dijo el pasado martes su ministra de Asuntos Exteriores, Emma Bonino.

Una postura parecida mantiene Berlín. “Alemania solo puede participar en operaciones militares con mandato de las Naciones Unidas, la OTAN o la Unión Europea. Por ello se trata de un asunto que ni se plantea”, dijo la canciller Angela Merkel en una entrevista publicada ayer en el periódico Ausburger Allgemeinen. El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, se pronunció esta semana a favor de una resolución diplomática del conflicto y pidió tiempo para que sus inspectores terminen la investigación.

Mientras cada Gobierno pone el énfasis en uno u otro aspecto —la necesidad de dar una respuesta ejemplarizante frente a la exigencia de actuar de acuerdo con la ONU—, en Bruselas se insiste en la capacidad destructora que puede tener un conflicto de gran calibre en una región con tantas tensiones como Oriente Próximo. No solo en cuanto al coste en vidas humanas, sino también por el daño que podría ocasionar a la economía europea ahora que empieza a dar muestras tímidas de recuperación. Un hipotético aumento del precio del petróleo sería uno de los factores que podrían volver a hundir a la UE en la recesión.

Los responsables de la Comisión son conscientes de que cualquier opción que se tome tiene sus riesgos. “Hay que elegir entre dos males. Pero el coste de no actuar ante la barbarie puede ser mayor que el de intervenir”, resumen.

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