Nadal frena a Federer en Cincinati
El español remonta 5-7, 6-4 y 6-3 ante el suizo y jugará por la final con Berdych ● La derrota de Murray le da el número dos si gana el torneo y la de Djokovic le permite soñar con el uno en Nueva York
Juan José Mateo, El País
No fueron fuegos artificiales, fueron tiros de verdad. Roger Federer comenzó su partido de cuartos de Cincinnati contra Rafael Nadal con la armadura mellada. Venía de perder con el número 116, el 114 y el 55 en sus últimos tres torneos, con la espalda maltrecha y tras cambiar de raqueta para luego volver a la antigua. Le esperaba su némesis, un tenista lanzado por su triunfo en Montreal. Y aún así, Federer se llevó el primer set con cinco minutos deliciosos de tenis de ataque (17 ganadores a ritmo de vértigo), construyó una muralla de primeros saques para defender su servicio y afiló la guadaña en el segundo parcial, listo para celebrar la victoria (7-5, 3-3 y 0-30). Sin embargo, el que levantó los brazos 5-7, 6-4 y 6-3 y sacó el billete para jugar las semifinales contra Tomas Berdych (20.30, Tdp) fue su contrario. Nadal, de 27 años, impuso sus pulmones y su intensidad frente a un tenista de 32, pero no solo eso: también su capacidad para reajustarse tácticamente durante el encuentro y para conseguir que Federer dejara de encerrarle sobre su revés.
Hasta el segundo set, Nadal penó para leer el saque de Federer, se atascó con el revés y se embrolló en los peloteos decisivos. Acostumbrado en los últimos partidos a jugar con gran agresividad, el español firmó demasiadas pelotas intrascendentes. Federer, el rey de la media pista, las explotó sin dudar un segundo. Cuando Nadal especuló con golpes intermedios, el suizo se lo hizo pagar caro. Sin dictado con el drive, porque su contrario le buscaba una y otra vez el revés, el español acabó acorralado contra la pared, muy por detrás de la línea sobre la que había gobernado en los partidos precedentes. Perdedor del duelo de su revés contra la derecha de Federer.
El número tres mundial se corrigió en cuanto sintió el peligro. Dio el paso adelante que le exigía el partido. En lugar de seguir con el revés paralelo, con el que intentaba encontrar a su vez el revés de Federer (el golpe más débil del suizo), apostó por el cruzado, y percutió contra la derecha del número cinco (su mejor tiro). Poco a poco, Nadal entró en pista contra los saques de Federer, en lugar de dejar que la pelota se abalanzara contra él. Empezó a mezclar el juego... y el campeón de 17 grandes, de repente, se encontró en otro partido, uno en el que ya no podía ser incisivo, eléctrico, porque le superaba el ritmo.
El cruce de estrategias cambió el panorama. Del duelo a tiros que beneficiaba a Federer acunado por la rápida pista se pasó a otro en el que había más peloteos, y en el que se vieron las maltrechas costuras que sujetan ahora mismo el juego del suizo. El genio de Basilea, quizás el mejor tenista de todos los tiempos, sigue teniendo momentos brillantes, pero lleva todo 2013 sin alcanzar la continuidad necesaria para medirse a los mejores. Con la pelota más veces en juego, se disparó en los errores. Desde el principio, Federer quiso huir del cuerpo a cuerpo. Pese a que es evidente que ha perdido peso, ya no tiene pulmones para aguantar la intensidad y el alto ritmo del mallorquín. Sobrevive con su infinito repertorio. Siempre es candidato a los títulos. Ocurre que en las actuales circunstancias ya no puede sentirse por delante de Nadal, Djokovic o Murray. Tras su derrota, cae al número siete, con lo que por primera vez en los últimos diez años no será uno de los cinco mejores.
Sin embargo, el final del encuentro fue la muestra de la vigencia del tenis del suizo, que levantó hasta cuatro puntos de partido antes de inclinarse ante Nadal. Pese a que el Abierto de EEUU comienza el 26 de agosto, con sus exigentes cinco mangas, los resultados de la jornada espolean al mallorquín hacia el título: la derrota de Andy Murray ante Berdych (6-3 y 6-4) le asegura el número dos si levanta el título (así evitaría a Novak Djokovic hasta la final en Nueva York) y la del propio Nole (7-6, 3-6 y 7-5 ante Isner) que competirá en la Gran Manzana pudiendo auparse hasta el número uno.
Juan José Mateo, El País
No fueron fuegos artificiales, fueron tiros de verdad. Roger Federer comenzó su partido de cuartos de Cincinnati contra Rafael Nadal con la armadura mellada. Venía de perder con el número 116, el 114 y el 55 en sus últimos tres torneos, con la espalda maltrecha y tras cambiar de raqueta para luego volver a la antigua. Le esperaba su némesis, un tenista lanzado por su triunfo en Montreal. Y aún así, Federer se llevó el primer set con cinco minutos deliciosos de tenis de ataque (17 ganadores a ritmo de vértigo), construyó una muralla de primeros saques para defender su servicio y afiló la guadaña en el segundo parcial, listo para celebrar la victoria (7-5, 3-3 y 0-30). Sin embargo, el que levantó los brazos 5-7, 6-4 y 6-3 y sacó el billete para jugar las semifinales contra Tomas Berdych (20.30, Tdp) fue su contrario. Nadal, de 27 años, impuso sus pulmones y su intensidad frente a un tenista de 32, pero no solo eso: también su capacidad para reajustarse tácticamente durante el encuentro y para conseguir que Federer dejara de encerrarle sobre su revés.
Hasta el segundo set, Nadal penó para leer el saque de Federer, se atascó con el revés y se embrolló en los peloteos decisivos. Acostumbrado en los últimos partidos a jugar con gran agresividad, el español firmó demasiadas pelotas intrascendentes. Federer, el rey de la media pista, las explotó sin dudar un segundo. Cuando Nadal especuló con golpes intermedios, el suizo se lo hizo pagar caro. Sin dictado con el drive, porque su contrario le buscaba una y otra vez el revés, el español acabó acorralado contra la pared, muy por detrás de la línea sobre la que había gobernado en los partidos precedentes. Perdedor del duelo de su revés contra la derecha de Federer.
El número tres mundial se corrigió en cuanto sintió el peligro. Dio el paso adelante que le exigía el partido. En lugar de seguir con el revés paralelo, con el que intentaba encontrar a su vez el revés de Federer (el golpe más débil del suizo), apostó por el cruzado, y percutió contra la derecha del número cinco (su mejor tiro). Poco a poco, Nadal entró en pista contra los saques de Federer, en lugar de dejar que la pelota se abalanzara contra él. Empezó a mezclar el juego... y el campeón de 17 grandes, de repente, se encontró en otro partido, uno en el que ya no podía ser incisivo, eléctrico, porque le superaba el ritmo.
El cruce de estrategias cambió el panorama. Del duelo a tiros que beneficiaba a Federer acunado por la rápida pista se pasó a otro en el que había más peloteos, y en el que se vieron las maltrechas costuras que sujetan ahora mismo el juego del suizo. El genio de Basilea, quizás el mejor tenista de todos los tiempos, sigue teniendo momentos brillantes, pero lleva todo 2013 sin alcanzar la continuidad necesaria para medirse a los mejores. Con la pelota más veces en juego, se disparó en los errores. Desde el principio, Federer quiso huir del cuerpo a cuerpo. Pese a que es evidente que ha perdido peso, ya no tiene pulmones para aguantar la intensidad y el alto ritmo del mallorquín. Sobrevive con su infinito repertorio. Siempre es candidato a los títulos. Ocurre que en las actuales circunstancias ya no puede sentirse por delante de Nadal, Djokovic o Murray. Tras su derrota, cae al número siete, con lo que por primera vez en los últimos diez años no será uno de los cinco mejores.
Sin embargo, el final del encuentro fue la muestra de la vigencia del tenis del suizo, que levantó hasta cuatro puntos de partido antes de inclinarse ante Nadal. Pese a que el Abierto de EEUU comienza el 26 de agosto, con sus exigentes cinco mangas, los resultados de la jornada espolean al mallorquín hacia el título: la derrota de Andy Murray ante Berdych (6-3 y 6-4) le asegura el número dos si levanta el título (así evitaría a Novak Djokovic hasta la final en Nueva York) y la del propio Nole (7-6, 3-6 y 7-5 ante Isner) que competirá en la Gran Manzana pudiendo auparse hasta el número uno.