Mundial de Atletismo: El relámpago Usain Bolt también vence a la tormenta
Moscú, As
Cinco minutos antes de la final de 100 metros empezó a llover de verdad junto al Móscova, en el parque de Luzhniki, en el Estadio Central Lenin. Arreció la llovizna de la tarde. Y justo en ese momento, hacias las 19:45 horas en Moscú, cuando los finalistas de 100 metros lisos, los purasangres de la velocidad, ponían morritos a los goterones… uno solo de ellos, Usain Bolt empezó a hacer risas y bromas: se llama control de la situación. Bolt es el ‘Relámpago’. El relámpago siempre precede a la lluvia. O desata la tormenta, el diluvio: y lo domina.
A los nueve segundos y 77 centésimas del tiro de salida, y con tres décimas de viento en contra, el Relámpago Bolt había recuperado el título mundial del hectómetro que dejó escapar en 2011, en Daegu. La concentración y control de Bolt le llevaron a ejecuciones impecables de los segmentos de una carrera rapidísima, casi como un plan por etapas: el Relámpago no se fundió ante la potente salida de Justin Gatlin, justo a su lado (Usain y Justin reaccionaron al tiro en el mismo tiempo, 0,163 milésimas). Pronto, a los diez metros, Bolt aceleró y penetró entre la lluvia de Moscú, lluvia gris metalizada, como de turbina de factoría. A media carrera, Gatlin ya no tenía soluciones. El Relámpago descargaba su propia tormenta. Vivía en ella: con tal superioridad que, claramente, Bolt se reservó y ralentizó en los últimos diez metros, hasta cruzar la meta en 41,5 zancadas y con esos 9.77 que suponen la mejor marca mundial de 2013.
Bolt anuló la aceleración casi al mismo tiempo que se contracturaban sus rivales: Rodgers, Lemaitre, Ashmeade (que arrancó en 0,142, el más rápido), Bailey-Cole… y el propio Gatlin, que atrapó la plata en 9,85, también su marca del año.
Con cuatro jamaicanos entre los cinco primeros, todos menos Gatlin, el bronce se lo colgó Nesta Carter: 9,95. El celestial francés Lemaitre entró casi a la pata coja, séptimo en 10.06, por detrás del sinuoso y acalambrado Rodgers: 10.04. “Vi cómo Bolt y Gatlin se ralentizaban, pero yo no podía hacer más”, observó Rodgers. Carter criticaba las nuevas penas antidopaje que va a imponer la IAAF.
Por delante de todos ellos, el gran Relámpago de Trelawny danzaba y sonreía, dueño y señor de la lluvia metalizada de Luzhniki, Estadio Central Lenin. Es el segundo título mundial de 100 para Usain: cuarto en las cinco últimas grandes competiciones, incluidos Juegos Olímpicos. Aún le toca salir en 200 y en el 4x100, en busca de igualar el récord de diez medallas mundialistas en poder de Carl Lewis. Si el Relámpago Bolt desata y doma la lluvia de Moscú, nadie puede dudar de que será capaz de someter también la vieja leyenda de Lewis, aquel Hijo del Viento.
Cinco minutos antes de la final de 100 metros empezó a llover de verdad junto al Móscova, en el parque de Luzhniki, en el Estadio Central Lenin. Arreció la llovizna de la tarde. Y justo en ese momento, hacias las 19:45 horas en Moscú, cuando los finalistas de 100 metros lisos, los purasangres de la velocidad, ponían morritos a los goterones… uno solo de ellos, Usain Bolt empezó a hacer risas y bromas: se llama control de la situación. Bolt es el ‘Relámpago’. El relámpago siempre precede a la lluvia. O desata la tormenta, el diluvio: y lo domina.
A los nueve segundos y 77 centésimas del tiro de salida, y con tres décimas de viento en contra, el Relámpago Bolt había recuperado el título mundial del hectómetro que dejó escapar en 2011, en Daegu. La concentración y control de Bolt le llevaron a ejecuciones impecables de los segmentos de una carrera rapidísima, casi como un plan por etapas: el Relámpago no se fundió ante la potente salida de Justin Gatlin, justo a su lado (Usain y Justin reaccionaron al tiro en el mismo tiempo, 0,163 milésimas). Pronto, a los diez metros, Bolt aceleró y penetró entre la lluvia de Moscú, lluvia gris metalizada, como de turbina de factoría. A media carrera, Gatlin ya no tenía soluciones. El Relámpago descargaba su propia tormenta. Vivía en ella: con tal superioridad que, claramente, Bolt se reservó y ralentizó en los últimos diez metros, hasta cruzar la meta en 41,5 zancadas y con esos 9.77 que suponen la mejor marca mundial de 2013.
Bolt anuló la aceleración casi al mismo tiempo que se contracturaban sus rivales: Rodgers, Lemaitre, Ashmeade (que arrancó en 0,142, el más rápido), Bailey-Cole… y el propio Gatlin, que atrapó la plata en 9,85, también su marca del año.
Con cuatro jamaicanos entre los cinco primeros, todos menos Gatlin, el bronce se lo colgó Nesta Carter: 9,95. El celestial francés Lemaitre entró casi a la pata coja, séptimo en 10.06, por detrás del sinuoso y acalambrado Rodgers: 10.04. “Vi cómo Bolt y Gatlin se ralentizaban, pero yo no podía hacer más”, observó Rodgers. Carter criticaba las nuevas penas antidopaje que va a imponer la IAAF.
Por delante de todos ellos, el gran Relámpago de Trelawny danzaba y sonreía, dueño y señor de la lluvia metalizada de Luzhniki, Estadio Central Lenin. Es el segundo título mundial de 100 para Usain: cuarto en las cinco últimas grandes competiciones, incluidos Juegos Olímpicos. Aún le toca salir en 200 y en el 4x100, en busca de igualar el récord de diez medallas mundialistas en poder de Carl Lewis. Si el Relámpago Bolt desata y doma la lluvia de Moscú, nadie puede dudar de que será capaz de someter también la vieja leyenda de Lewis, aquel Hijo del Viento.