La bajada de sueldos no es la panacea
Irlanda y Letonia, los dos modelos propuestos a España por Olli Rehn, presentan algunas mejoras pero a costa de aumentar la pobreza y las desigualdades
Luis Doncel
Bruselas, El País
Hay esperanza. Es la idea que el pasado martes quiso lanzar el comisario europeo de Asuntos Económicos. Olli Rehn eligió un medio poco habitual, su blog, para propagar un mensaje de alta tensión política: España no tiene por qué resignarse a unas tasas de paro abismales y a un crecimiento anémico. Pero si quiere salir del hoyo, debe hacer grandes esfuerzos. Tan grandes como, por ejemplo, que los trabajadores acepten una rebaja general de salarios del 10%. En esta peculiar versión de la parábola del hijo pródigo, el vicepresidente de la Comisión Europea señalaba dos ejemplos para España: Irlanda y Letonia, “dos historias de éxito”, según la expresión de Rehn.
Pero si se amplía el foco sobre estos dos países, no parece tan claro el “éxito” del que habla el finlandés. Al margen de las diferencias entre ambos modelos, la dura medicina aplicada en los dos países ha disparado la población al borde de la pobreza —en el caso de Letonia el 40%, el segundo mayor porcentaje en la UE—, y ha hundido la demanda interna. A cambio, la pequeña república báltica es uno de los socios europeos que están creciendo a ritmos más elevados. Irlanda, en cambio, tras una dura recesión y una leve recuperación, sigue hundida en la recesión.
Evolución económica de España, Irlanda y Letonia.
Es precisamente a estas cifras a las que se agarra el economista Kevin O‘Rourke para argumentar su rechazo a los argumentos del comisario europeo. “Si tres trimestres consecutivos de caídas en el PIB son un éxito, ¿qué sería un fracaso para los estándares de Rehn?”, se pregunta el profesor de Historia Económica de la Universidad de Oxford. O‘Rourke, además, niega la mayor: ni en Irlanda ha habido caídas significativas de salarios ni las recetas de austeridad han resultado. Los datos del organismo oficial de estadística le dan la razón: el coste medio por hora se ha mantenido estable desde el inicio de la crisis. “El único país de la zona euro que ha sufrido un brusco descenso en los salarios nominales es Grecia. Tras constatar los efectos que ha tenido en su economía y tejido social, habría que ir pensando en otra estrategia. Como, por ejemplo, aquella que enseñamos a nuestros estudiantes de primer curso. Los gobernantes de Europa deberían repasar un manual básico de economía”. Este dardo envenenado de O‘Rourke no va dirigido solo contra Rehn, sino contra todos los defensores de la austeridad como única salida de la crisis.
Dublín se ha convertido en el alumno aplicado de Bruselas —al revés que la rebelde Atenas— ya que ha logrado domesticar sus cuentas públicas desde 2010, cuando la inyección masiva de dinero público en la banca disparó el déficit por encima del 30%.
La Comisión Europea también valora que el empleo, pese a que en 2012 volviera a caer, muestra señales positivas, con una lenta caída de la tasa de paro. Pese a estas mejoras y tras varios años siguiendo las recomendaciones del FMI, de la Comisión y del Gobierno alemán, Irlanda sigue en recesión. Y, como aseguraba esta semana en el Irish Examiner Séan Healy, director del think-tank Social Justice, “la política de austeridad ha generado la mayor transferencia de recursos de clases medias y bajas a las altas en la historia del país. Los ganadores han sido las empresas, sobre todo las multinacionales, y los ciudadanos más acomodados”.
El otro modelo propuesto por Rehn sí que ha logrado salir de la profundísima recesión en la que cayó en 2009. Letonia fue el país de la UE cuya economía creció con más fuerza el año pasado; y está previsto que repita el récord en 2013. “El alto grado de flexibilidad de su mercado laboral, el proceso descentralizado en la formación de salarios y el muy decidido programa de consolidación fiscal han permitido que el ajuste fuera relativamente corto, pese a que supuso cambios radicales en la economía”, se congratulan en la Comisión Europea.
La tasa de paro sigue en niveles elevados (casi un 15% en 2012) pero los pronósticos oficiales apuntan a un próximo descenso. El éxito de su modelo ha permitido que el país báltico vaya a acceder al club del euro el próximo 1 de enero, pese a la oposición mayoritaria de su población, temerosa de que el abandono del lats dispare los precios.
Hasta aquí las buenas noticias. Porque la doctrina oficial prefiere pasar de puntillas por el alto precio que han pagado los letones. El Gobierno de Riga despidió a un tercio de los funcionarios, y los que se quedaron tuvieron que aceptar reducciones de sueldo de hasta el 40%. Riga cortó ayudas sociales y aumentó impuestos. La pérdida de poder adquisitivo de todos los ciudadanos, no solo de los empleados públicos, se dejó notar en la demanda interna, que en 2009 cayó más del 27%.
Bruselas dice que la rapidez del ajuste le ha permitido salir antes de la crisis
La modesta bajada del paro se explica también por las masas de letones que han abandonado el país en los últimos años. Desde 2000 hasta 2011, la población ha caído un 13%. Letonia cuenta hoy con poco más de dos millones de ciudadanos, la misma cifra que en los años cincuenta del siglo pasado. Sorprendentemente, los letones no reaccionaron con huelgas y protestas callejeras al estilo griego, sino con resignación. Incluso reeligieron al Gobierno que sacó la tijera. Quizás el recuerdo de la dominación soviética ahuyentó las ganas de resistirse a las exigencias del capitalismo más duro.
“Las reformas han tenido un alto coste. Han aumentado las desigualdades entre regiones y entre clases sociales. Pero hay que reconocer que cuanto más se hubiera esperado para reformar, más tarde habríamos salido de la crisis generada por una burbuja inmobiliaria gigantesca”, resume Martins Kazaks, economista jefe del Swedbank.
Al margen del éxito o fracaso de las recetas aplicadas en Riga o Dublín, los comentarios del comisario europeo Rehn también han suscitado dudas sobre la capacidad de exportar el modelo de un país de dos millones de habitantes como Letonia a otro con 46 millones y que es la cuarta economía de la eurozona, como España. Fuentes comunitarias explican que Rehn solo quería animar a debatir sobre la situación en España, “dramática para millones de ciudadanos sin empleo”, y que en ningún caso pretendía trasladar automáticamente las políticas de un país a otro.
Pero estas explicaciones no evitan la indignación que las palabras de Rehn han provocado en sindicalistas, partidos políticos e innumerables ciudadanos. “Lo de Letonia es un insulto para los 45 millones de españoles. Que nos digan si ese el modelo que nos ofrece Europa, porque entonces yo prefiero no estar”, asegura José Carlos Díez, profesor de Economía de Icade Business School. Emilio Ontiveros, presidente de Analistas Financieros, señala varios factores que impiden aplicar a España las medidas de Bruselas: el nivel de endeudamiento privado, la caída que ya ha tenido lugar en la renta disponible en las familias...
En su blog, Rehn decía que aquellos que rechacen automáticamente sus propuestas “cargarán sobre sus hombros la enorma responsabilidad del coste social y humano” de tener seis millones de parados. Si estuviera en lo cierto, las culpas estarán muy repartidas. Su mensaje logró la proeza de poner de acuerdo al PP, el partido del Gobierno, a los de la oposición; a sindicatos y a empresarios. Todos le dieron un no rotundo.
Luis Doncel
Bruselas, El País
Hay esperanza. Es la idea que el pasado martes quiso lanzar el comisario europeo de Asuntos Económicos. Olli Rehn eligió un medio poco habitual, su blog, para propagar un mensaje de alta tensión política: España no tiene por qué resignarse a unas tasas de paro abismales y a un crecimiento anémico. Pero si quiere salir del hoyo, debe hacer grandes esfuerzos. Tan grandes como, por ejemplo, que los trabajadores acepten una rebaja general de salarios del 10%. En esta peculiar versión de la parábola del hijo pródigo, el vicepresidente de la Comisión Europea señalaba dos ejemplos para España: Irlanda y Letonia, “dos historias de éxito”, según la expresión de Rehn.
Pero si se amplía el foco sobre estos dos países, no parece tan claro el “éxito” del que habla el finlandés. Al margen de las diferencias entre ambos modelos, la dura medicina aplicada en los dos países ha disparado la población al borde de la pobreza —en el caso de Letonia el 40%, el segundo mayor porcentaje en la UE—, y ha hundido la demanda interna. A cambio, la pequeña república báltica es uno de los socios europeos que están creciendo a ritmos más elevados. Irlanda, en cambio, tras una dura recesión y una leve recuperación, sigue hundida en la recesión.
Evolución económica de España, Irlanda y Letonia.
Es precisamente a estas cifras a las que se agarra el economista Kevin O‘Rourke para argumentar su rechazo a los argumentos del comisario europeo. “Si tres trimestres consecutivos de caídas en el PIB son un éxito, ¿qué sería un fracaso para los estándares de Rehn?”, se pregunta el profesor de Historia Económica de la Universidad de Oxford. O‘Rourke, además, niega la mayor: ni en Irlanda ha habido caídas significativas de salarios ni las recetas de austeridad han resultado. Los datos del organismo oficial de estadística le dan la razón: el coste medio por hora se ha mantenido estable desde el inicio de la crisis. “El único país de la zona euro que ha sufrido un brusco descenso en los salarios nominales es Grecia. Tras constatar los efectos que ha tenido en su economía y tejido social, habría que ir pensando en otra estrategia. Como, por ejemplo, aquella que enseñamos a nuestros estudiantes de primer curso. Los gobernantes de Europa deberían repasar un manual básico de economía”. Este dardo envenenado de O‘Rourke no va dirigido solo contra Rehn, sino contra todos los defensores de la austeridad como única salida de la crisis.
Dublín se ha convertido en el alumno aplicado de Bruselas —al revés que la rebelde Atenas— ya que ha logrado domesticar sus cuentas públicas desde 2010, cuando la inyección masiva de dinero público en la banca disparó el déficit por encima del 30%.
La Comisión Europea también valora que el empleo, pese a que en 2012 volviera a caer, muestra señales positivas, con una lenta caída de la tasa de paro. Pese a estas mejoras y tras varios años siguiendo las recomendaciones del FMI, de la Comisión y del Gobierno alemán, Irlanda sigue en recesión. Y, como aseguraba esta semana en el Irish Examiner Séan Healy, director del think-tank Social Justice, “la política de austeridad ha generado la mayor transferencia de recursos de clases medias y bajas a las altas en la historia del país. Los ganadores han sido las empresas, sobre todo las multinacionales, y los ciudadanos más acomodados”.
El otro modelo propuesto por Rehn sí que ha logrado salir de la profundísima recesión en la que cayó en 2009. Letonia fue el país de la UE cuya economía creció con más fuerza el año pasado; y está previsto que repita el récord en 2013. “El alto grado de flexibilidad de su mercado laboral, el proceso descentralizado en la formación de salarios y el muy decidido programa de consolidación fiscal han permitido que el ajuste fuera relativamente corto, pese a que supuso cambios radicales en la economía”, se congratulan en la Comisión Europea.
La tasa de paro sigue en niveles elevados (casi un 15% en 2012) pero los pronósticos oficiales apuntan a un próximo descenso. El éxito de su modelo ha permitido que el país báltico vaya a acceder al club del euro el próximo 1 de enero, pese a la oposición mayoritaria de su población, temerosa de que el abandono del lats dispare los precios.
Hasta aquí las buenas noticias. Porque la doctrina oficial prefiere pasar de puntillas por el alto precio que han pagado los letones. El Gobierno de Riga despidió a un tercio de los funcionarios, y los que se quedaron tuvieron que aceptar reducciones de sueldo de hasta el 40%. Riga cortó ayudas sociales y aumentó impuestos. La pérdida de poder adquisitivo de todos los ciudadanos, no solo de los empleados públicos, se dejó notar en la demanda interna, que en 2009 cayó más del 27%.
Bruselas dice que la rapidez del ajuste le ha permitido salir antes de la crisis
La modesta bajada del paro se explica también por las masas de letones que han abandonado el país en los últimos años. Desde 2000 hasta 2011, la población ha caído un 13%. Letonia cuenta hoy con poco más de dos millones de ciudadanos, la misma cifra que en los años cincuenta del siglo pasado. Sorprendentemente, los letones no reaccionaron con huelgas y protestas callejeras al estilo griego, sino con resignación. Incluso reeligieron al Gobierno que sacó la tijera. Quizás el recuerdo de la dominación soviética ahuyentó las ganas de resistirse a las exigencias del capitalismo más duro.
“Las reformas han tenido un alto coste. Han aumentado las desigualdades entre regiones y entre clases sociales. Pero hay que reconocer que cuanto más se hubiera esperado para reformar, más tarde habríamos salido de la crisis generada por una burbuja inmobiliaria gigantesca”, resume Martins Kazaks, economista jefe del Swedbank.
Al margen del éxito o fracaso de las recetas aplicadas en Riga o Dublín, los comentarios del comisario europeo Rehn también han suscitado dudas sobre la capacidad de exportar el modelo de un país de dos millones de habitantes como Letonia a otro con 46 millones y que es la cuarta economía de la eurozona, como España. Fuentes comunitarias explican que Rehn solo quería animar a debatir sobre la situación en España, “dramática para millones de ciudadanos sin empleo”, y que en ningún caso pretendía trasladar automáticamente las políticas de un país a otro.
Pero estas explicaciones no evitan la indignación que las palabras de Rehn han provocado en sindicalistas, partidos políticos e innumerables ciudadanos. “Lo de Letonia es un insulto para los 45 millones de españoles. Que nos digan si ese el modelo que nos ofrece Europa, porque entonces yo prefiero no estar”, asegura José Carlos Díez, profesor de Economía de Icade Business School. Emilio Ontiveros, presidente de Analistas Financieros, señala varios factores que impiden aplicar a España las medidas de Bruselas: el nivel de endeudamiento privado, la caída que ya ha tenido lugar en la renta disponible en las familias...
En su blog, Rehn decía que aquellos que rechacen automáticamente sus propuestas “cargarán sobre sus hombros la enorma responsabilidad del coste social y humano” de tener seis millones de parados. Si estuviera en lo cierto, las culpas estarán muy repartidas. Su mensaje logró la proeza de poner de acuerdo al PP, el partido del Gobierno, a los de la oposición; a sindicatos y a empresarios. Todos le dieron un no rotundo.