Benzema alivia al Real Madrid
No jugó Casillas. Ancelotti acepta desafiar a la afición madridista. Es su elección y con ella debe ir hasta las últimas consecuencias. De momento, no conlleva esta postura otra avería que la fractura social en el club, que no es poco. En lo deportivo, Diego López no se vio en apuros en Los Cármenes por lo discontinuo que se le vio al Granada en ataque. Se esperaba más entereza en los de Lucas Alcaraz, pero se quedaron bastante momificados con el tonti gol del minuto 10: Cristiano y Benzema juguetearon al tuya-mía absolutamente solos en el punto de penalti, con definición del francés.
Hubo más mundo además de Casillas y más declaraciones de intenciones por parte de Ancelotti que son bienvenidas. Juntó a Isco y Modric en el doble pivote derribando un tópico, una misteriosa norma por la que siempre ha de asomar por ahí un perro de presa. Pues no. El Madrid se manejó bien, a ratos muy bien en la primera parte sobre todo, con esta doble pareja y la referencia por delante de Özil. Con el balón en posesión y con absoluta superioridad técnica de los blancos, el Granada persiguió sombras hasta el descanso.
Toque, balón de banda a banda, buenos apoyos y acciones largas a la velocidad exigida por la jugada. Y a veces un relámpago en piernas de Di María, en un estado de forma excepcional, o de Marcelo por el otro lado. Sin olvidar a Cristiano, a quien le costó entrar en la atmósfera con ‘fallitos’ en el área de los que no acostumbra. Erró un remate a bocajarro en el 25’ que nos mostró la cara insólita del portugués. Lucas Alcaraz hizo sonar el despertador en el vestuario. El Granada abrió los ojos con Riki en el campo, más peleón, estirando al equipo y comprometiendo a Ramos y Pepe. El aviso fue recogido por Ancelotti recogiendo velas llegada la hora de juego, metiendo a Casemiro por Özil, a lo que el alemán respondió con morro retorcido. El italiano dio un giro conservador como respuesta a una ligera descomposición de su Madrid. El entusiasmo de los locales podía ir a mayores si no se controlaba a tiempo.
Lucas Alcaraz le echó el órdago completo a Ancelotti sacando al campo a su mejor artillería, justo cuando el Madrid comenzó a resquebrajarse peligrosamente, muy falto de piernas y de oxígeno. Entonces llegó el momento de las individualidades, que mantuvieron a raya al Granada. Modric y Ramos sacaron el extintor para sofocar los incendios en la medular y también en la defensa, mientras que sus compañeros empezaron a mirar el reloj con cierta ansiedad. El partido se les estaba haciendo largo.
En el enredo final, Buonanotte puso en aprietos a Casemiro forzando una acción con pinta de penalti, pero Estrada Fernández no vio zancadilla por ninguna parte. Lo cierto es que el delantero sintió el contacto de Casemiro, aunque quizás no fue suficiente para considerarse pena máxima. El Granada gastó toda su munición viendo al enemigo atrincherado, entregado a lo que pudiera hacer un Cristiano en estado de negativa ansiedad. El Madrid sufrió mucho, descompuesto, dando sensación de que está muy lejos de su mejor versión.