Atlas iguala con los Pumas
Guadalajara, Espn
Al igual que 15 días atrás, cayó una tormenta sobre el estadio Jalisco. No futbolística, sino literalmente una lluvia intensa acompañada de relámpagos que iluminaban la noche que amenazaba con tornarse trágica para el Atlas. Pero sobre todo para Omar Asad. El técnico rojinegro sabía que una derrota más pondría en duda su permanencia en el banquillo. Del otro extremo, su colega Antonio Torres Servin estaba en las mismas condiciones, con los mismos tres puntos en el torneo compartiendo los últimos lugares de la tabla general.
Poco importaban las condiciones del clima. Los miles de aficionados, sobre todo los grupos de animación de ambos equipos le daban vida y voz al estadio Jalisco.
Los rojinegros de la Barra 51 con sus cantos incansables surgidos en la época dorada de Ricardo La Volpe en el final de la década de los noventa: "¡Vamos rojinegro, que esta noche tenemos que ganar!". Y uno más para su capitán que salió lesionado: "¡Cufreeeee!".
En la cabecera de enfrente, la Rebel de Pumas entonaba el mítico "¡Goya! ¡Universidad!".
Es una fidelidad que sobrevive sin importar los momentos críticos de los dos clubes.
Poco importa que hayan empatado. Sus seguidores continúan alentando aún cuando los dos se quedaron con cuatro puntos de 21 posibles. Suman y se sumen más en las profundidades de la tabla general, muy lejos de la riqueza de su historia.
Tormenta rojinegra
Durante el primer tiempo los Zorros dominaron a Pumas, arribaron a su área sin tregua.
Pero los disparos y los remates de cabeza furiosos de Omar Bravo, Matías Vuoso, Flavio Santos y Rodrigo Millar salían fuera o se encontraban de manera increíble con los pies o las manos de un afortunado Alejandro Palacios.
El cuadro de Torres Servin esperaba atrás aguardando el error para ir al contragolpe con Ariel Nehuelpán y Luis García.
Poco producía Pumas, mientras que los rojinegros con una evidente ansiedad por sumar esos tres puntos que le ayudaran a mejorar su posición en la tabla general y porcentual.
Bravo desbordaba por la izquierda, peleaba con frenesí cada balón, lo mismo que Vuoso, e inclusive elaboraban jugadas que insinuaban que el gol se acercaba.
Sin embargo, cuando Atlas tenía más sometido al rival, apareció una jugada favorable para Pumas.
Leandro Cufré cometió una falta cerca del área. Javier Cortés cobró el tiro libre directo y entonces Nahuelpan aprovechó su estatura para anticiparse a la marca de Facundo Erpen y anotar de cabeza para el 0-1 al '35.
Pese a la adversidad, Atlas no flaqueó en su objetivo de buscar el gol. Pero Pikolin era una muralla reforzada más por la suerte.
Para la segunda parte se desató la tormenta que generó dudas en el cuerpo arbitral para continuar el juego, pero después de cinco minutos de consultar con los capitanes Leandro Cufré y el Chispa Velarde, decidieron seguir.
Pumas no aprovechó la interrupción, Atlas sí, y mantuvo el ritmo frenético que le alcanzó para el empate inmediato.
Al '53, Gregorio Torres se escapó por la izquierda llegó a la línea de fondo y envió el servicio hasta la derecha donde arribó Bravo puntual a la cita barriéndose con la pierna derecha para enviar al fondo. 1-1 que le otorgó gran calma al equipo rojinegro, al Turco Asad, tanta que sus jugadores bajaron la intensidad hasta que nuevamente Bravo estremeció el travesaño al '79.
El final del partido fue al puro estilo rojinegro con los ocho minutos de compensación que se agregaron por la interrupción de la lluvia y la lesión de Cufré. Fue una conclusión dramática, intensa, cardiaca, con un Pumas volcado sobre la portería de Miguel Pinto y amenazando con arrebatarle el punto a un Atlas angustiado que tampoco renunciaba a la posibilidad de vencer.
Pero no hubo más que la pura emoción, y todo quedó en empate, ambos siguen sin ganar en el torneo y sin salir del fondo.
Al igual que 15 días atrás, cayó una tormenta sobre el estadio Jalisco. No futbolística, sino literalmente una lluvia intensa acompañada de relámpagos que iluminaban la noche que amenazaba con tornarse trágica para el Atlas. Pero sobre todo para Omar Asad. El técnico rojinegro sabía que una derrota más pondría en duda su permanencia en el banquillo. Del otro extremo, su colega Antonio Torres Servin estaba en las mismas condiciones, con los mismos tres puntos en el torneo compartiendo los últimos lugares de la tabla general.
Poco importaban las condiciones del clima. Los miles de aficionados, sobre todo los grupos de animación de ambos equipos le daban vida y voz al estadio Jalisco.
Los rojinegros de la Barra 51 con sus cantos incansables surgidos en la época dorada de Ricardo La Volpe en el final de la década de los noventa: "¡Vamos rojinegro, que esta noche tenemos que ganar!". Y uno más para su capitán que salió lesionado: "¡Cufreeeee!".
En la cabecera de enfrente, la Rebel de Pumas entonaba el mítico "¡Goya! ¡Universidad!".
Es una fidelidad que sobrevive sin importar los momentos críticos de los dos clubes.
Poco importa que hayan empatado. Sus seguidores continúan alentando aún cuando los dos se quedaron con cuatro puntos de 21 posibles. Suman y se sumen más en las profundidades de la tabla general, muy lejos de la riqueza de su historia.
Tormenta rojinegra
Durante el primer tiempo los Zorros dominaron a Pumas, arribaron a su área sin tregua.
Pero los disparos y los remates de cabeza furiosos de Omar Bravo, Matías Vuoso, Flavio Santos y Rodrigo Millar salían fuera o se encontraban de manera increíble con los pies o las manos de un afortunado Alejandro Palacios.
El cuadro de Torres Servin esperaba atrás aguardando el error para ir al contragolpe con Ariel Nehuelpán y Luis García.
Poco producía Pumas, mientras que los rojinegros con una evidente ansiedad por sumar esos tres puntos que le ayudaran a mejorar su posición en la tabla general y porcentual.
Bravo desbordaba por la izquierda, peleaba con frenesí cada balón, lo mismo que Vuoso, e inclusive elaboraban jugadas que insinuaban que el gol se acercaba.
Sin embargo, cuando Atlas tenía más sometido al rival, apareció una jugada favorable para Pumas.
Leandro Cufré cometió una falta cerca del área. Javier Cortés cobró el tiro libre directo y entonces Nahuelpan aprovechó su estatura para anticiparse a la marca de Facundo Erpen y anotar de cabeza para el 0-1 al '35.
Pese a la adversidad, Atlas no flaqueó en su objetivo de buscar el gol. Pero Pikolin era una muralla reforzada más por la suerte.
Para la segunda parte se desató la tormenta que generó dudas en el cuerpo arbitral para continuar el juego, pero después de cinco minutos de consultar con los capitanes Leandro Cufré y el Chispa Velarde, decidieron seguir.
Pumas no aprovechó la interrupción, Atlas sí, y mantuvo el ritmo frenético que le alcanzó para el empate inmediato.
Al '53, Gregorio Torres se escapó por la izquierda llegó a la línea de fondo y envió el servicio hasta la derecha donde arribó Bravo puntual a la cita barriéndose con la pierna derecha para enviar al fondo. 1-1 que le otorgó gran calma al equipo rojinegro, al Turco Asad, tanta que sus jugadores bajaron la intensidad hasta que nuevamente Bravo estremeció el travesaño al '79.
El final del partido fue al puro estilo rojinegro con los ocho minutos de compensación que se agregaron por la interrupción de la lluvia y la lesión de Cufré. Fue una conclusión dramática, intensa, cardiaca, con un Pumas volcado sobre la portería de Miguel Pinto y amenazando con arrebatarle el punto a un Atlas angustiado que tampoco renunciaba a la posibilidad de vencer.
Pero no hubo más que la pura emoción, y todo quedó en empate, ambos siguen sin ganar en el torneo y sin salir del fondo.