Viajes con Snowden

EE UU nos sigue tratando como mindunguis. Bochornoso lo del embajador español en Austria, que pidió a Evo morales que lo dejara subir al avión para tomar un café

Boris Izaguirre
Madrid, El País
Parece que los problemas de la clase política se alargan como las faldas, que, según las revistas de moda, este verano llegarán al nivel de los pies. El uso indebido de fondos puede traer, a la larga, un bochorno como ha dicho Esperanza Aguirre, que era lo que sentía ella por la corrupción en su partido. Pero ha sido María Dolores de Cospedal, un poco más presumida, la que ha pasado de la transparencia al desnudo al manifestar que “nunca un partido ha hecho un strip-tease como el que ha hecho el Partido Popular", y eso es por el sofocón de ver a su extesorero en la cárcel.


Otro bochorno, diplomático, ha sido el retener a Evo Morales en Viena porque varios espacios aéreos europeos se negaban a permitirle volar bajo la sospecha de que en el avión podría estar Snowden, el gran filtrador, y si quisieran, hasta Pippa Middleton. La insólita situación pone de relieve que Europa sigue considerando a Latinoamérica sospechosa. Y al mismo tiempo la estupidez que insiste la CIA. ¿No sería más fácil llamar a Moscú y preguntar? Estados Unidos nos sigue tratando como mindunguis, algo tan bochornoso como lo del embajador español en Austria, que pidió a Evo Morales que lo dejara subir a bordo del avión para tomarse un café... o fumar la pipa de la paz, una buena treta de espionaje infantil.

Como también es bochornoso que Elena Valenciano ataque a la juez Alaya por imputar a su exministra de Fomento usando los mismos modales del PP ante Gürtel. Ofreciendo esa sensación de que la peluquería y el corporativismo son más fuertes que las diferencias políticas. ¡Cuidado, Valenciano, por criticar a fulano, te estás pareciendo a Cospedal criticando al juez mengano!

Sofoco también el de Leticia, Leticia Sabater, que se confundió enviando un e-mail al Ayuntamiento equivocado, anunciándose como artista del PP mediante su agencia de eventos llamada Envidia Pura. Pero, al margen de errores, Leticia Sabater es tan digna agitadora cultural para el PP como en los burbujeantes tiempos de Aznar lo fue Norma Duval. Es cierto que en el mundo del espectáculo no está bien visto decantarse políticamente, la propia Sabater así lo confirma en sus declaraciones: “Puede cerrarte muchas puertas. Los Ayuntamientos de un partido no te contratan si eres de otro”. Pero en la crisis que estamos, Leticia se propone conseguir trabajo por encima y por debajo de las ideologías. Es maravilloso que mencione que Rajoy lo sabe “y está encantado”. Eso aporta un plus de seriedad a su musical Super Clan mucha marcha, que es su oferta de “entretenimiento para los peques que hace gozar a los papis”.

Envidia pura es la que sentimos muchos contribuyentes hacia la dulce relación que sostiene la Casa del Rey con Hacienda. Aunque no existan o se hayan perdido los papeles que acrediten que se pagaron los tributos por la herencia de don Juan, en palacio existe la convicción de que sí se pagaron. Una convicción que marca la diferencia. El miércoles, que tengo mi reunión con la inspectora de Hacienda, voy a intentar transmitirle esa convicción, superreal, de que ya he pagado mis impuestos completos. En sus declaraciones, el portavoz de La Zarzuela (que es más invisible que transparente) también hizo saber que los abucheos que reciben los miembros de la Casa del Rey tienen mucho de “mala educación”. Pues habrá que invertir más en educación y con esa convicción pagaremos a Hacienda.

En el educado y fresco verano de Reino Unido no hay sofoco, pero sí deseo de frenar a Pippa, la cuñada, que parece extralimitarse en su empeño de hacer dinero a costa de la Corona. Pippa, que es autora de un libro de cocina, estampa una corona en todas sus creaciones y merchandising (que en España llamamos merchan): en bandejas, en manteles, hasta en esos cursis cupcakes que son a esta década lo que las hombreras fueron a los ochenta. Su propia hermana y el príncipe Guillermo le dijeron: “Pippa, tía, ¡¡¡para!!!”. ¿Parará la tía Pippa?

Para eso habría que encerrarla como a Snowden o como a Bárcenas, el extesorero que come pipas en la cárcel. Han sido estimulantes las declaraciones de esos nuevos colegas y presidiarios que lo tratan como a un tío más, pero sobre todo como a un tío más rico. No debe de haber mejor sueño para un pillo que tener un rico de compañero de celda. Es como si tuvieras la caja fuerte de Bankia delante de ti. Fuera de Soto del Real, más de 12.000 personas han participado en la campaña de la ONG Avaaz Tengo una carta para Bárcenas, instándole a “que intente pasar a la historia con la mayor dignidad posible” y, como Snowden, nos filtre todo lo que pueda.

Según el director de esta campaña, las misivas muestran el gran interés que existe por que este escándalo de corrupción no se repita. Los ciudadanos escriben: “Ahora que ha llegado el calor, para evitar más sofocos, tire usted de la manta. Nos tienes en ascuas, culebra. Eres el personaje central de la gran novela de verano”. Puestos a perder los papeles, ¿por qué no ingeniamos una trama en la que Bárcenas escapa de Soto del Real, se sube al avión de Evo y crea en La Paz el nuevo partido de las convicciones y las pipas?

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