Sexo, mentiras... y la alcaldía de Nueva York
Dejó el Congreso por sus SMS tórridos. Ahora, Anthony Weiner lucha por la alcaldía. Pero ha vuelto su 'alter ego' Carlos Danger
Andrea Aguilar
Nueva York, El País
¿Esas fotos en calzoncillos que por error acabaron en Twitter? Hasta esta semana, según su protagonista, el demócrata Anthony Weiner, eran cosa del pasado, una historia agria que acabó por forzar su dimisión como representante en el Congreso por el Estado de Nueva York en 2011 y que estalló en los periódicos cuando su mujer, mano derecha de Hillary Clinton, estaba en pleno embarazo.
Hace apenas dos meses, el audaz y ambicioso político de 48 años hizo de su capa un sayo, ignoró al establishment del partido y se lanzó a la carrera por la nominación demócrata para las elecciones a la alcaldía de Nueva York. Enérgico y decidido, Weiner volvió con inusitada fuerza al centro del escenario, puede que inspirado por el éxito del republicano Mark Sanford en Carolina del Sur, una victoria que vino a demostrar que quizá hay vida política más allá de un sonado escándalo sexual. Weiner se colocó por delante en las encuestas y calentó la precampaña con un programa electoral en el que reivindicaba a la clase media. Posó con su familia en la revista People y accedió a un largo reportaje con la revista de The New York Times. Más que pedir perdón, insistía en hablar de futuro y en centrar la conversación en los retos a los que habría de hacer frente como sucesor de Bloomberg.
Buscaba una redención política más que moral, pero nada de esto preparó al público para la explosiva llegada de Carlos Danger. Apenas 48 horas después de que el candidato compareciera ante la prensa para hablar de la noche que había pasado en unas viviendas sociales en Harlem como parte de los actos de precampaña, la página web The Dirty.com aseguraba tener fotos de los genitales de Weiner y demás material comprometido. Escudado en el alias Carlos Danger —un seudónimo que ha sido auténtica dinamita para los tabloides y ha enfadado a varias asociaciones de hispanos—, Weiner-Danger había intercambiado mensajes de contenido sexual con una joven un año después de haber dimitido del Congreso y apenas unos meses antes de hacer pública su candidatura. A su corresponsal llegó incluso a prometerle un trabajo en la web informativa Politico y una casa en Chicago.
“Ya comenté que era probable que salieran más fotos y textos, y hoy ha ocurrido”, explicó en una rueda de prensa el martes. “Como ya dije, estas cosas estaban mal e hicieron daño a mi mujer, lo que nos empujó a afrontar retos en nuestro matrimonio que se extendieron más allá de mi dimisión como congresista. Aunque algunas de las cosas que se han dicho son verdad y otras mentira, no hay duda de que lo que hice estaba mal”. Su esposa, Huma Abedin, también habló para asegurar que Weiner está tratando de ser el mejor esposo y padre posible, expresar su amor y señalar que este escándalo es un tema privado. “Nuestro matrimonio, como muchos otros, ha tenido sus altibajos, perdonar a Anthony ha requerido mucho trabajo y un montón de terapia”, apuntó. Casada en 2010 en una ceremonia oficiada por el expresidente Clinton, Abedin es una estrecha colaboradora de Hillary, que también pasó lo suyo con el escándalo Lewinsky. Weiner, congresista de 1999 a 2011, carece, sin embargo, del carisma del político sureño y su actuación en Washington ha sido puesta en duda incluso antes de que aparecieran las últimas fotos. A pie de calle, hace apenas unas semanas un joven le increpó por haber votado a favor de la invasión de Irak en 2003. Arrastra una reputación de iracundo jefe y de oportunista, pero ha sido su querencia por el sexting lo que le ha hundido en las encuestas: el jueves, los últimos sondeos mostraban que había caído nueve puntos y su contrincante Christine Quinn tomaba la delantera. “El circo que el señor Weiner ha montado en torno a la carrera electoral en estos dos últimos meses ha hecho un flaco servicio a los neoyorquinos, que buscan a alguien que tenga el buen juicio y la madurez necesarios para conducir esta ciudad”, declaró Quinn. Al coro de voces de sus adversarios, que claman por la retirada de Weiner, se han unido los medios, a la cabeza The New York Times con un duro editorial publicado el miércoles.
Los votantes retiran su apoyo a Danger mientras siguen apareciendo nuevos detalles de sus escarceos. Ha sido identificado un médico de Miami cuyo auténtico nombre es Carlos Danger, pero no ha querido hablar. Y el más reciente objeto de los deseos del falso Danger-Weiner, Sydney Leather, una morena de Indiana de 23 años, se ha unido al heterogéneo grupo de mujeres destinatarias de su calenturienta correspondencia: desde una camarera de Las Vegas hasta una universitaria de Seattle, pasando por una profesora que prepara un libro sobre el asunto. Weiner ha reconocido que intercambió mensajes con otras chicas, puede que cuatro más, aunque no lleva una estricta cuenta.
Andrea Aguilar
Nueva York, El País
¿Esas fotos en calzoncillos que por error acabaron en Twitter? Hasta esta semana, según su protagonista, el demócrata Anthony Weiner, eran cosa del pasado, una historia agria que acabó por forzar su dimisión como representante en el Congreso por el Estado de Nueva York en 2011 y que estalló en los periódicos cuando su mujer, mano derecha de Hillary Clinton, estaba en pleno embarazo.
Hace apenas dos meses, el audaz y ambicioso político de 48 años hizo de su capa un sayo, ignoró al establishment del partido y se lanzó a la carrera por la nominación demócrata para las elecciones a la alcaldía de Nueva York. Enérgico y decidido, Weiner volvió con inusitada fuerza al centro del escenario, puede que inspirado por el éxito del republicano Mark Sanford en Carolina del Sur, una victoria que vino a demostrar que quizá hay vida política más allá de un sonado escándalo sexual. Weiner se colocó por delante en las encuestas y calentó la precampaña con un programa electoral en el que reivindicaba a la clase media. Posó con su familia en la revista People y accedió a un largo reportaje con la revista de The New York Times. Más que pedir perdón, insistía en hablar de futuro y en centrar la conversación en los retos a los que habría de hacer frente como sucesor de Bloomberg.
Buscaba una redención política más que moral, pero nada de esto preparó al público para la explosiva llegada de Carlos Danger. Apenas 48 horas después de que el candidato compareciera ante la prensa para hablar de la noche que había pasado en unas viviendas sociales en Harlem como parte de los actos de precampaña, la página web The Dirty.com aseguraba tener fotos de los genitales de Weiner y demás material comprometido. Escudado en el alias Carlos Danger —un seudónimo que ha sido auténtica dinamita para los tabloides y ha enfadado a varias asociaciones de hispanos—, Weiner-Danger había intercambiado mensajes de contenido sexual con una joven un año después de haber dimitido del Congreso y apenas unos meses antes de hacer pública su candidatura. A su corresponsal llegó incluso a prometerle un trabajo en la web informativa Politico y una casa en Chicago.
“Ya comenté que era probable que salieran más fotos y textos, y hoy ha ocurrido”, explicó en una rueda de prensa el martes. “Como ya dije, estas cosas estaban mal e hicieron daño a mi mujer, lo que nos empujó a afrontar retos en nuestro matrimonio que se extendieron más allá de mi dimisión como congresista. Aunque algunas de las cosas que se han dicho son verdad y otras mentira, no hay duda de que lo que hice estaba mal”. Su esposa, Huma Abedin, también habló para asegurar que Weiner está tratando de ser el mejor esposo y padre posible, expresar su amor y señalar que este escándalo es un tema privado. “Nuestro matrimonio, como muchos otros, ha tenido sus altibajos, perdonar a Anthony ha requerido mucho trabajo y un montón de terapia”, apuntó. Casada en 2010 en una ceremonia oficiada por el expresidente Clinton, Abedin es una estrecha colaboradora de Hillary, que también pasó lo suyo con el escándalo Lewinsky. Weiner, congresista de 1999 a 2011, carece, sin embargo, del carisma del político sureño y su actuación en Washington ha sido puesta en duda incluso antes de que aparecieran las últimas fotos. A pie de calle, hace apenas unas semanas un joven le increpó por haber votado a favor de la invasión de Irak en 2003. Arrastra una reputación de iracundo jefe y de oportunista, pero ha sido su querencia por el sexting lo que le ha hundido en las encuestas: el jueves, los últimos sondeos mostraban que había caído nueve puntos y su contrincante Christine Quinn tomaba la delantera. “El circo que el señor Weiner ha montado en torno a la carrera electoral en estos dos últimos meses ha hecho un flaco servicio a los neoyorquinos, que buscan a alguien que tenga el buen juicio y la madurez necesarios para conducir esta ciudad”, declaró Quinn. Al coro de voces de sus adversarios, que claman por la retirada de Weiner, se han unido los medios, a la cabeza The New York Times con un duro editorial publicado el miércoles.
Los votantes retiran su apoyo a Danger mientras siguen apareciendo nuevos detalles de sus escarceos. Ha sido identificado un médico de Miami cuyo auténtico nombre es Carlos Danger, pero no ha querido hablar. Y el más reciente objeto de los deseos del falso Danger-Weiner, Sydney Leather, una morena de Indiana de 23 años, se ha unido al heterogéneo grupo de mujeres destinatarias de su calenturienta correspondencia: desde una camarera de Las Vegas hasta una universitaria de Seattle, pasando por una profesora que prepara un libro sobre el asunto. Weiner ha reconocido que intercambió mensajes con otras chicas, puede que cuatro más, aunque no lleva una estricta cuenta.