“No va mucho conmigo eso del Facebook”
Vinton Cerf, padre de Internet, trabaja para enviar una nave a una estrella dentro de cien años
Rosa Jiménez Cano
Madrid, El País
Vinton Cerf (New Haven, 23 de junio de 1943) parece vestir siempre como un testigo de boda, impecable. Es cercano, afable y buen conversador. Su invento, Internet, inicialmente una red de ordenadores interconectados, ha cambiado la vida de la humanidad. La suya acaba de sufrir un vuelco. Deja de vivir cerca de Washington para residir en Londres seis meses al año. Su puesto de trabajo es el motivo de esta mudanza. El científico es el evangelizadorde Google desde 2005, una mezcla entre propagandista, relaciones públicas y divulgador de la tecnología y de la empresa.
Pregunta. ¿Le apetece una mudanza a estas alturas de la vida?
Respuesta. Por un lado, no me siento tan mayor como para dejar de hacer cosas. Por otro, mi mujer es adicta a la serie televisiva Downtown Abbey así que está encantada de poder visitas los castillos y las residencias donde se ha rodado. A esto hay que sumar un factor importante, mis hijos de 35 y 40 años todavía no han dado muestras de querer reproducirse. Lo que tienen una parte mala, no tengo nietos a los que cuidar; Y otra puerta buena, no tengo que cuidar a los nietos.
P. ¿Qué va a hacer desde allí?
R. Lo que he hecho los últimos 37 años en Washington, debatir sobre política tecnológica, pero en la Unión Europea. Desde Londres puedo ir fácilmente a cualquier capital, especialmente a Bruselas. También iré a África. Me dejaré caer por España para deleitarme con la comida y los vinos y visitar amigos en Oviedo. Esto de convencer a los gobiernos es más duro que la ingeniería. En EEUU son más prácticos, así que para mí Europa es un gran reto.
P. ¿Es compatible ser padre de Internet y trabajar para Google?
R. A mí sí me lo parece. Realmente, puedo elegir mi trabajo. Si estoy aquí es porque creo que ayudo en la difusión de Internet. Cuando me lo ofrecieron en 2005, ya llevaba 30 años promoviendo las redes. En esta empresa la innovación es constante, impulsan los avances. Pensé que podría ayudar a cambiar normas y hacer el mundo más accesible.
P. ¿A qué dedica su tiempo?
R. Me encanta lo que hago así que no tengo demasiado tiempo libre. Cada semana recibo alrededor de 30 invitaciones para dar charlas, de las que solo puedo aceptar una o dos. Colaboro en las investigaciones de Google, superviso el proceso de contratación de estudiantes y el desarrollo de aplicaciones. También doy mi opinión sobre las inversiones. Esto suena muy futurista, como de ciencia ficción, vamos, pero estoy en un proyecto para mandar una nave a una estrella de aquí a 100 años. Sé que no lo veré, claro, aún así es un privilegio poder proyectarlo.
P. ¿Va a impulsar la neutralidad de la Red?
R. Esa es una de mis batallas, sí. En Estados Unidos los proveedores de acceso a la Red parecen tener claro que las operadoras no deben privilegiar unos servicios y perjudicar a otros. En Europa no está todavía tan claro. Cada vez más, las operadoras piden compartir la infraestructura. Hay que ofrecer el contenido en igualdad de condiciones y no primar una web sobre otra. Así de sencillo. Más que un problema tecnológico, es una cuestión de negocios.
P. ¿Esto es compatible con el proyecto de desplegar fibra por parte de su empresa?
R. No es comparable. Lo óptimo sería que, como han hecho en Australia, el gobierno pusiera la infraestructura. Lo de Google Fiber es solo un experimento en Austin (Texas), para ver qué sucede, cómo se comportan en los hogares, cuando se tiene Internet a muy alta velocidad, pero no se ve como un negocio. Con un giga de velocidad, creo que ¡se van a volver locos!
P. ¿Qué efectos vaticina?
R. El streaming, por ejemplo, no tendrá sentido salvo para eventos en directo. La descarga será instantánea. La Red estará mucho más descongestionada. Será el Internet como soñamos que tendría que ser al proyectarla, una puerta abierta a nuevos servicios y negocios.
P. ¿Y los globos que han lanzado para para dar conexión sin hilos?
R. Tampoco afectan a la neutralidad de la red porque no cambian las reglas del juego. De nuevo, se trata de un experimento pero para difundir y dar acceso a quiénes no lo tienen fácil. Empezamos en Nueva Zelanda, después sobrevolaremos Sudáfrica... Los globos van a tener algo parecido a órbita, pero dentro de la atmósfera. Los podremos desplazar en caso de necesidad, para catástrofes o situaciones de urgencia. Por eso debo viajar también a África, porque vamos a usarlos bastante allí.
P. ¿Qué gadgets utiliza?
R. Mi móvil es un Nexus 4. También tengo una tableta con Android y un Chromebook (todos aparatos de su empresa, Google). Confieso que también tengo un ordenador Macintosh. Me acostumbré al Mac y es lo que tengo en casa. Las gafas Google Glass son mi última debilidad. Me sirven para dictar correos, recibir las instrucciones para llegar a un lugar mientras conduzco, hacer videos de mis viajes o tomar una foto a la etiqueta de un vino que me ha gustado para luego comprar más botellas.
P. ¿Las gafas son el futuro?
R. En 2014, cuando haya un buen abanico de aplicaciones, saldrán al mercado, pero son solo un ejemplo de lo que está por venir. Estoy seguro de que Internet, a gran velocidad, va a ser el sustrato de muchos más aparatos. Ya no se tendrá la percepción de estar en Internet, sino que formará parte de los objetos. Estaremos inmersos en Internet sin percibirlo. La nevera sabrá cuándo tiene que hacer la compra, la televisión nos ofrecerá entretenimiento a medida y la ropa sabrá si hacemos suficiente ejercicio, comemos de más o nos sube la tensión.
P. ¿Qué pasará entonces con la privacidad?
R. No es fácil. Habrá que buscar un equilibrio, porque es la parte más vulnerable de todos estos servicios. Nos pasamos el día subiendo fotos voluntariamente, por ejemplo. No se trata tanto de un problema legal, como de encontrar la convención social para ello. Un contrato entre todos para delimitar qué es aceptable y qué no.
P. ¿Cómo es su relación con las redes sociales?
R. Casi siempre estoy socializando, ¡pero en el mundo real! Me comunico tanto que no las necesito. Tengo Twitter (@vgcerf) y apenas lo actualizo. Google+ va a mejorar pronto. Me gusta el control por círculos. En Facebook hice un experimento y terminé enfadado con ellos. Al principio abrí una cuenta y decidí que, como padre de Internet, tendría que aceptar a todo aquel que quisiera ser mi amigo. Cuando llegué a 5.000 me dijeron que tenía demasiados amigos. ¿Cómo voy a eliminarlos? Me sentí insultado. Les escribí y me lo arreglaron. Ya no tengo límite de amigos, pero me he dado cuenta de que no va mucho conmigo esto de Facebook.
Rosa Jiménez Cano
Madrid, El País
Vinton Cerf (New Haven, 23 de junio de 1943) parece vestir siempre como un testigo de boda, impecable. Es cercano, afable y buen conversador. Su invento, Internet, inicialmente una red de ordenadores interconectados, ha cambiado la vida de la humanidad. La suya acaba de sufrir un vuelco. Deja de vivir cerca de Washington para residir en Londres seis meses al año. Su puesto de trabajo es el motivo de esta mudanza. El científico es el evangelizadorde Google desde 2005, una mezcla entre propagandista, relaciones públicas y divulgador de la tecnología y de la empresa.
Pregunta. ¿Le apetece una mudanza a estas alturas de la vida?
Respuesta. Por un lado, no me siento tan mayor como para dejar de hacer cosas. Por otro, mi mujer es adicta a la serie televisiva Downtown Abbey así que está encantada de poder visitas los castillos y las residencias donde se ha rodado. A esto hay que sumar un factor importante, mis hijos de 35 y 40 años todavía no han dado muestras de querer reproducirse. Lo que tienen una parte mala, no tengo nietos a los que cuidar; Y otra puerta buena, no tengo que cuidar a los nietos.
P. ¿Qué va a hacer desde allí?
R. Lo que he hecho los últimos 37 años en Washington, debatir sobre política tecnológica, pero en la Unión Europea. Desde Londres puedo ir fácilmente a cualquier capital, especialmente a Bruselas. También iré a África. Me dejaré caer por España para deleitarme con la comida y los vinos y visitar amigos en Oviedo. Esto de convencer a los gobiernos es más duro que la ingeniería. En EEUU son más prácticos, así que para mí Europa es un gran reto.
P. ¿Es compatible ser padre de Internet y trabajar para Google?
R. A mí sí me lo parece. Realmente, puedo elegir mi trabajo. Si estoy aquí es porque creo que ayudo en la difusión de Internet. Cuando me lo ofrecieron en 2005, ya llevaba 30 años promoviendo las redes. En esta empresa la innovación es constante, impulsan los avances. Pensé que podría ayudar a cambiar normas y hacer el mundo más accesible.
P. ¿A qué dedica su tiempo?
R. Me encanta lo que hago así que no tengo demasiado tiempo libre. Cada semana recibo alrededor de 30 invitaciones para dar charlas, de las que solo puedo aceptar una o dos. Colaboro en las investigaciones de Google, superviso el proceso de contratación de estudiantes y el desarrollo de aplicaciones. También doy mi opinión sobre las inversiones. Esto suena muy futurista, como de ciencia ficción, vamos, pero estoy en un proyecto para mandar una nave a una estrella de aquí a 100 años. Sé que no lo veré, claro, aún así es un privilegio poder proyectarlo.
P. ¿Va a impulsar la neutralidad de la Red?
R. Esa es una de mis batallas, sí. En Estados Unidos los proveedores de acceso a la Red parecen tener claro que las operadoras no deben privilegiar unos servicios y perjudicar a otros. En Europa no está todavía tan claro. Cada vez más, las operadoras piden compartir la infraestructura. Hay que ofrecer el contenido en igualdad de condiciones y no primar una web sobre otra. Así de sencillo. Más que un problema tecnológico, es una cuestión de negocios.
P. ¿Esto es compatible con el proyecto de desplegar fibra por parte de su empresa?
R. No es comparable. Lo óptimo sería que, como han hecho en Australia, el gobierno pusiera la infraestructura. Lo de Google Fiber es solo un experimento en Austin (Texas), para ver qué sucede, cómo se comportan en los hogares, cuando se tiene Internet a muy alta velocidad, pero no se ve como un negocio. Con un giga de velocidad, creo que ¡se van a volver locos!
P. ¿Qué efectos vaticina?
R. El streaming, por ejemplo, no tendrá sentido salvo para eventos en directo. La descarga será instantánea. La Red estará mucho más descongestionada. Será el Internet como soñamos que tendría que ser al proyectarla, una puerta abierta a nuevos servicios y negocios.
P. ¿Y los globos que han lanzado para para dar conexión sin hilos?
R. Tampoco afectan a la neutralidad de la red porque no cambian las reglas del juego. De nuevo, se trata de un experimento pero para difundir y dar acceso a quiénes no lo tienen fácil. Empezamos en Nueva Zelanda, después sobrevolaremos Sudáfrica... Los globos van a tener algo parecido a órbita, pero dentro de la atmósfera. Los podremos desplazar en caso de necesidad, para catástrofes o situaciones de urgencia. Por eso debo viajar también a África, porque vamos a usarlos bastante allí.
P. ¿Qué gadgets utiliza?
R. Mi móvil es un Nexus 4. También tengo una tableta con Android y un Chromebook (todos aparatos de su empresa, Google). Confieso que también tengo un ordenador Macintosh. Me acostumbré al Mac y es lo que tengo en casa. Las gafas Google Glass son mi última debilidad. Me sirven para dictar correos, recibir las instrucciones para llegar a un lugar mientras conduzco, hacer videos de mis viajes o tomar una foto a la etiqueta de un vino que me ha gustado para luego comprar más botellas.
P. ¿Las gafas son el futuro?
R. En 2014, cuando haya un buen abanico de aplicaciones, saldrán al mercado, pero son solo un ejemplo de lo que está por venir. Estoy seguro de que Internet, a gran velocidad, va a ser el sustrato de muchos más aparatos. Ya no se tendrá la percepción de estar en Internet, sino que formará parte de los objetos. Estaremos inmersos en Internet sin percibirlo. La nevera sabrá cuándo tiene que hacer la compra, la televisión nos ofrecerá entretenimiento a medida y la ropa sabrá si hacemos suficiente ejercicio, comemos de más o nos sube la tensión.
P. ¿Qué pasará entonces con la privacidad?
R. No es fácil. Habrá que buscar un equilibrio, porque es la parte más vulnerable de todos estos servicios. Nos pasamos el día subiendo fotos voluntariamente, por ejemplo. No se trata tanto de un problema legal, como de encontrar la convención social para ello. Un contrato entre todos para delimitar qué es aceptable y qué no.
P. ¿Cómo es su relación con las redes sociales?
R. Casi siempre estoy socializando, ¡pero en el mundo real! Me comunico tanto que no las necesito. Tengo Twitter (@vgcerf) y apenas lo actualizo. Google+ va a mejorar pronto. Me gusta el control por círculos. En Facebook hice un experimento y terminé enfadado con ellos. Al principio abrí una cuenta y decidí que, como padre de Internet, tendría que aceptar a todo aquel que quisiera ser mi amigo. Cuando llegué a 5.000 me dijeron que tenía demasiados amigos. ¿Cómo voy a eliminarlos? Me sentí insultado. Les escribí y me lo arreglaron. Ya no tengo límite de amigos, pero me he dado cuenta de que no va mucho conmigo esto de Facebook.