Los partidarios de Morsi ven un complot en los días previos al golpe de Estado
Los apagones y la escasez de gasolina se han esfumado. La policía ha vuelto a sus puestos
Creen los islamistas que las fuerzas del régimen de Mubarak conspiraron para volver al poder
David Alandete
El Cairo, El País
Para los Hermanos Musulmanes, es como si alguien hubiera pulsado un botón y los grandes males de Egipto hubieran desaparecido. La escasez de gasolina, los apagones eléctricos, la carencia de trigo o la inseguridad ciudadana, aquellos problemas que hicieron ingobernable el país en las semanas previas al golpe de Estado, parecen haberse esfumado en cuestión de días, bajo el mandato del nuevo ejecutivo de transición tutelado por los militares. Quienes gobernaron el país durante el mandado del presidente islamista Mohamed Morsi ven un claro complot. Consideran que los poderes fácticos del régimen de Hosni Mubarak conspiraron para hacer la vida en Egipto insoportable, forzando a las masas a salir a las calles, brindándole al Ejército la oportunidad perfecta para efectuar su golpe.
“Es como si hubieran pulsado un interruptor y esos problemas hubieran desaparecido”, decía este jueves el ministro de Inversiones de Morsi, Yehia Hamed. “Nos dimos cuenta desde hace tiempo. Teníamos dos opciones. Seguir por la senda democrática, gobernando desde las instituciones, o seguir el camino del ejército, imponiendo decisiones por la fuerza. Obviamente, elegimos la primera opción”, añadió. Hamed, como muchos otros ministros del anterior gobierno, acude a diario al campamento de Ciudad Nasser, donde se han reunido en los pasados días miles de islamistas que no reconocen al gobierno de transición impuesto por los militares. Morsi se halla a recaudo militar en el cuartel general de la Guardia Republicana.
Es cierto que en las gasolineras de El Cairo ya no se ven las mismas colas que antes del golpe, de hasta tres horas de espera. “No sé si es por el golpe o porque el gobierno distribuye más gasolina, pero desde que Morsi se fue no he esperado más de 10 minutos”, dijo este jueves en una gasolinera junto al puente de Ramses Mohamed Gani, de 28 años. “Hace dos jueves el mínimo era de dos horas”, añadió, explicando que ese fue motivo de frustración para muchos egipcios que decidieron salir a las calles a protestar contra Morsi el 30 de junio. En total 17 millones de personas se concentraron en las calles aquel día, según fuentes oficiales.
Egipto consumía, antes del golpe, 35.000 toneladas de gasolina por jornada. Según cree el ministro depuesto de energía, hasta un 30% del suministro se filtraba a diario. Y ese era sólo un problema más. En las semanas previas al golpe hubo, según altos funcionarios del gobierno de Morsi, huelgas en tres nuevas centrales que iban a incrementar la producción eléctrica para los meses de verano. Hay en Egipto 28 plantas eléctricas, la mayoría con turbinas antiguas y listas para ser retiradas. En los meses pasados los apagones se convirtieron en moneda corriente, incluida la capital, El Cairo, que durante los años de Mubarak se había salvado de ellos.
Desde la expulsión de Morsi, en El Cairo no ha habido apagones. “Claramente, es una conspiración. De repente las huelgas acaban. Ya no hay apagones. No se pierde gasolina por el camino. ¿Cómo es posible?”, se preguntaba este jueves Hamza Zawbaa, portavoz del Partido Libertad y Justicia, brazo político de los Hermanos Musulmanes. “Son los poderes del régimen de Mubarak, que se quedaron ocupando las esquinas del poder y conspiraron para restaurar al antiguo régimen, que es lo que han hecho”, opinaba otro ministro de Morsi, Osama Yassin, responsable de Juventud.
Tras las grandes manifestaciones y el golpe, han vuelto también a sus puestos los agentes de policía, vestidos con sus uniformes blancos, de nuevo en puntos estratégicos como los aledaños de la plaza de Tahrir. Las fuerzas del orden fueron uno de los principales antagonistas del presidente depuesto, organizando huelgas en todo el país. Cuando las masas se lanzaron a las calles el 30 de junio no se conformaron con apartarse a un lado. Se unieron a ellas, para protestar. Los agentes de policía se convirtieron en héroes para los opositores. Una vez cumplido el golpe, han vuelto a ocupar sus puestos, ante la indignación de los islamistas.
“Esa es la prueba de que durante el gobierno de Morsi muchos de los poderes del régimen de Mubarak ejercieron la presión necesaria para restaurar el antiguo régimen”, opinaba este jueves Khalid Hanafi, líder del partido Libertad y Justicia en El Cairo. “Sus tentáculos alcanzaban todos los rincones del Estado. Y al final le dieron el golpe de gracia al proceso democrático establecido por unas elecciones libres”, añadió.
Creen los islamistas que las fuerzas del régimen de Mubarak conspiraron para volver al poder
David Alandete
El Cairo, El País
Para los Hermanos Musulmanes, es como si alguien hubiera pulsado un botón y los grandes males de Egipto hubieran desaparecido. La escasez de gasolina, los apagones eléctricos, la carencia de trigo o la inseguridad ciudadana, aquellos problemas que hicieron ingobernable el país en las semanas previas al golpe de Estado, parecen haberse esfumado en cuestión de días, bajo el mandato del nuevo ejecutivo de transición tutelado por los militares. Quienes gobernaron el país durante el mandado del presidente islamista Mohamed Morsi ven un claro complot. Consideran que los poderes fácticos del régimen de Hosni Mubarak conspiraron para hacer la vida en Egipto insoportable, forzando a las masas a salir a las calles, brindándole al Ejército la oportunidad perfecta para efectuar su golpe.
“Es como si hubieran pulsado un interruptor y esos problemas hubieran desaparecido”, decía este jueves el ministro de Inversiones de Morsi, Yehia Hamed. “Nos dimos cuenta desde hace tiempo. Teníamos dos opciones. Seguir por la senda democrática, gobernando desde las instituciones, o seguir el camino del ejército, imponiendo decisiones por la fuerza. Obviamente, elegimos la primera opción”, añadió. Hamed, como muchos otros ministros del anterior gobierno, acude a diario al campamento de Ciudad Nasser, donde se han reunido en los pasados días miles de islamistas que no reconocen al gobierno de transición impuesto por los militares. Morsi se halla a recaudo militar en el cuartel general de la Guardia Republicana.
Es cierto que en las gasolineras de El Cairo ya no se ven las mismas colas que antes del golpe, de hasta tres horas de espera. “No sé si es por el golpe o porque el gobierno distribuye más gasolina, pero desde que Morsi se fue no he esperado más de 10 minutos”, dijo este jueves en una gasolinera junto al puente de Ramses Mohamed Gani, de 28 años. “Hace dos jueves el mínimo era de dos horas”, añadió, explicando que ese fue motivo de frustración para muchos egipcios que decidieron salir a las calles a protestar contra Morsi el 30 de junio. En total 17 millones de personas se concentraron en las calles aquel día, según fuentes oficiales.
Egipto consumía, antes del golpe, 35.000 toneladas de gasolina por jornada. Según cree el ministro depuesto de energía, hasta un 30% del suministro se filtraba a diario. Y ese era sólo un problema más. En las semanas previas al golpe hubo, según altos funcionarios del gobierno de Morsi, huelgas en tres nuevas centrales que iban a incrementar la producción eléctrica para los meses de verano. Hay en Egipto 28 plantas eléctricas, la mayoría con turbinas antiguas y listas para ser retiradas. En los meses pasados los apagones se convirtieron en moneda corriente, incluida la capital, El Cairo, que durante los años de Mubarak se había salvado de ellos.
Desde la expulsión de Morsi, en El Cairo no ha habido apagones. “Claramente, es una conspiración. De repente las huelgas acaban. Ya no hay apagones. No se pierde gasolina por el camino. ¿Cómo es posible?”, se preguntaba este jueves Hamza Zawbaa, portavoz del Partido Libertad y Justicia, brazo político de los Hermanos Musulmanes. “Son los poderes del régimen de Mubarak, que se quedaron ocupando las esquinas del poder y conspiraron para restaurar al antiguo régimen, que es lo que han hecho”, opinaba otro ministro de Morsi, Osama Yassin, responsable de Juventud.
Tras las grandes manifestaciones y el golpe, han vuelto también a sus puestos los agentes de policía, vestidos con sus uniformes blancos, de nuevo en puntos estratégicos como los aledaños de la plaza de Tahrir. Las fuerzas del orden fueron uno de los principales antagonistas del presidente depuesto, organizando huelgas en todo el país. Cuando las masas se lanzaron a las calles el 30 de junio no se conformaron con apartarse a un lado. Se unieron a ellas, para protestar. Los agentes de policía se convirtieron en héroes para los opositores. Una vez cumplido el golpe, han vuelto a ocupar sus puestos, ante la indignación de los islamistas.
“Esa es la prueba de que durante el gobierno de Morsi muchos de los poderes del régimen de Mubarak ejercieron la presión necesaria para restaurar el antiguo régimen”, opinaba este jueves Khalid Hanafi, líder del partido Libertad y Justicia en El Cairo. “Sus tentáculos alcanzaban todos los rincones del Estado. Y al final le dieron el golpe de gracia al proceso democrático establecido por unas elecciones libres”, añadió.