Los actores clave de la crisis egipcia

Las fuerzas políticas, militares y sociales pugnan por dominar esta nueva etapa de transición

Madrid, El País
Millones de egipcios indignados se lanzaron a las calles a pedir la dimisión del entonces presidente Mohamed Morsi el pasado 30 de junio, un año después de que ganara las primeras elecciones libres de la historia del país. Tres días después, Morsi fue derrocado por un golpe militar. El general y ministro de Defensa Abdel Fatah al Sisi anuló la Constitución y designó un civil, el jurista y presidente del Tribunal Constitucional, Adli Mansur, al frente del Ejecutivo hasta que se celebren nuevas elecciones.


Mansur marcó unos plazos para convocar un referéndum sobre enmiendas a la polémica Constitución y para la celebración de elecciones legislativas, a las que se seguirán los comicios presidenciales —algo que debería ocurrir en los próximos seis meses—. Mansur también emitió un decreto, ampliamente criticado tanto por partidarios como por detractores del golpe, que le permite aprobar leyes por la vía ejecutiva, dictar política presupuestaria y declarar el estado de emergencia.

En este periodo de incertidumbre política, son varios los grupos que pugnan por dominar la transición. Algunos apoyan, en mayor o menor medida, el Gobierno interino orquestado por los militares, mientras otros le consideran fruto de un golpe y exigen el regreso a la legitimidad democrática. Al mismo tiempo, Mansur trata de integrar en su gobierno tanto a representantes de diferentes fuerzas políticas como a figuras de perfil más tecnócrata, con el objetivo de construir una imagen de unidad nacional. Los Hermanos Musulmanes se han negado hasta ahora a participar en el Ejecutivo de Mansur.

¿Quiénes son estos representantes clave y cómo han marcado el curso de los acontecimientos políticos en la historia del país? Estos son los perfiles de los principales movimientos políticos de la transición egipcia.

Fuerzas Armadas

El de Egipto es el mayor Ejército de África, con más de 460.000 efectivos y un millón de reservas. Es también una de las principales fuerzas políticas en Egipto y goza de gran prestigio entre la población. La intervención militar reciente subrayó el poder de esta entidad, que ha estado a cargo del país desde la Revolución de 1952, exceptuándose el corto período del Gobierno de los islamistas. El Ejército fue entonces el protagonista de un golpe de Estado que destronó a la monarquía e instauró un largo periodo de Gobiernos militares, cuyos presidentes más notables fueron Gamal Abdel Nasser (1956-1970) y Hosni Mubarak (1981-2011).

En 2011, en medio de las protestas de la Primavera Árabe, el Ejército destituyó Mubarak y dirigió al país durante el periodo de transición. Se formó el Supremo Consejo de las Fuerzas Armadas (SCAF), el organismo que mantuvo el poder de las Fuerzas Armadas como autoridad legislativa y ejecutiva hasta las elecciones de junio de 2012. En este período, la opinión pública acusó al Ejército de violar los derechos humanos y criticó su autoritarismo. El exgeneral y último primer ministro de Mubarak, Ahmed Shafik, candidato de la Junta Militar, fue derrotado en las elecciones de junio de 2012 por el candidato de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Morsi, que gobernó durante un año.

Respaldados por la oposición liberal y líderes religiosos, los militares tomaron las riendas de nuevo el pasado 3 de julio. Esta vez, hubo dos diferencias fundamentales respecto al golpe anterior: el presidente destituido no era un dictador, sino el primer presidente elegido democráticamente en Egipto; para evitar ser blanco de críticas, Al Sisi nombró a un líder civil intermediario para el control directo del Ejecutivo. La mayoría de los manifestantes que demandaban la dimisión de Morsi califican el golpe como un reflejo de la voluntad ciudadana.

Las Fuerzas Armadas también desempeñan un papel clave en el ámbito económico. Según un cable filtrado por Wikileaks, EE UU considera que son "una empresa casi comercial". Poseen vastas tierras, propiedades y compañías (muchas de las cuales dirigidas por generales retirados) que producen, además de sus armas y provisiones, una variedad de bienes de consumo. Sus empresas son responsablesde entorno al 40% del Producto Nacional Bruto de Egipto. Los oficiales mantienen un papel social activo a través de la oferta de empleo.

Hermanos Musulmanes

La más antigua, extendida e influyente organización islamista del mundo árabe fue creada en 1928 con el objetivo de avanzar los principios del islám puro y riguroso en la vida cotidiana. Su popularidad y predicamento se debe en gran medida a su actividad caritativa. Desde su fundación, tuvo como objetivo la creación de una red de asistencia social, educativa y sanitaria al margen del Estado, que todavía sigue muy activa.

Fue duramente reprimida en Egipto y vivió en la clandestinidad durante los casi 60 años de gobiernos militares. Durante el régimen de Mubarak, la cofradía ha sido ilegal, y muchos de sus militantes pacíficos han sido encarcelados y torturados. Aun así, los Hermanos Musulmanes lograron crecer y organizarse. Presentándose en forma de candidaturas independientes, consiguieron el 20% de los escaños en las elecciones parlamentarias de 2005.

Tras la Revolución de 2011, la Hermandad salió de la clandestinidad y pasó a dominar la escena política. En 2012 su brazo político, el Partido de la Justicia y Libertad, logró no solo elegir a Morsi como presidente, sino que también cosechó cerca de 47% de los votos en las elecciones legislativas.

Como presidente, Mohamed Morsi ganó rápidamente la animosidad de los movimientos laicos y liberales. Se le acusó de concentrar el poder en las manos de la Hermandad, marginar a las demás fuerzas políticas y apartar a jueces y a militares. Los principales puntos de crítica de la oposición son la aprobación de una Constitución de corte islamista y el intento fallido de Morsi, el año pasado, de aprobar un decreto con el que se blindaba frente a una posible revocación del poder judicial. Durante su corto mandato, además, la ya deteriorada economía ha empeorado. La tasa de desempleo oficial supera ya el 13%, y hay escasez de productos, como la gasolina, y de crédito, lo que erosiona la confianza de los mercados y aleja a los inversores.

Tras el golpe de Estado, el Ejército ha desatado una persecución contra la Hermandad. El nuevo Gobierno mantiene detenidos a Morsi y a sus colaboradores más cercanos, acusados de “insultar al poder judicial”. La fiscalía ordenó el arresto del guía supremo, Mohamed Badie, y otros cabecillas de la cofradía, y congeló las cuentas de otros líderes. Se les acusa de haber instigado la violencia en dos incidentes: el asalto a la sede de la Hermandad en El Cairo el pasado 30 de junio, en el que murieron al menos ocho personas, sin que intervinieran el Ejército o la policía, y una carga policial y militar, ocurrida en la madrugada del 8 de julio, contra los islamistas concentrados delante del cuartel de la Guardia Republicana (donde presuntamente está encerrado el presidente depuesto), que dejó medio centenar de partidarios de Morsi muertos. Las Fuerzas Armadas mantienen que fueron provocadas y atacadas por “terroristas”.

A lo largo de las décadas, la Hermandad se ha diversificado y dividido en diferentes corrientes internas. Algunos miembros de ideología yihadista radical han defendido la lucha armada, como Ayman al Zawahiri, entonces uno de los futuros fundadores de Al Qaeda. Al Zawahiri, que dejaría eventualmente la Hermandad, ha atacado ampliamente su voluntad de integrarse en las instituciones y participar en la política. Los líderes de la cofradía han avanzado hacia una ideología más moderada y alcanzaron altos rangos del poder en la política nacional. Hoy defienden las protestas pacíficas, la democracia y la legitimidad ganada en las urnas por su presidente depuesto.

Miles de miembros y simpatizantes de la cofradía se han refugiado en un campamento de resistencia en las inmediaciones de la mezquita de Raba al Adauiya, en el distrito de Ciudad Nasser, El Cairo y siguen manifestándose contra los militares y el nuevo Gobierno.

Nur y partidos salafistas

Nur es un partido salafista, una corriente ultraconservadora del islam, que aspira a la aplicación más rigorista de la sharía (ley musulmana). Es la segunda fuerza islamista del país, habiendo obtenido el 25% de los escaños del Parlamento en las elecciones de 2012. Los salafistas han respaldado a Morsi como candidato presidencial, y en noviembre apoyaron a la Constitución impulsada por la Hermandad.

Al verse alejados del poder durante ese Gobierno, Nur y los otros partidos salafistas se sintieron traicionados, hasta el punto de sumarse a la oposición laica en las protestas del pasado día 30 y de apoyar al golpe militar que destituyó al presidente y a la hoja de ruta impuesta por el Ejército.

Tras la masacre que tuvo lugar el pasado día 8, sin embargo, los portavoces de Nur anunciaron que se retiraban de las negociaciones para formar el Gobierno de transición. La decisión generó preocupación entre las nuevas autoridades, que consideran que el apoyo del extremista Nur es fundamental para sostener una imagen de unidad nacional frente a los Hermanos Musulmanes y evitar que se entienda el levantamiento del 30 de junio como una revuelta contra el islam.

Por tanto, muchos analistas políticos apuntan a que Nur se ha convertido en la fuerza política con mayor capacidad de influencia sobre las autoridades. De hecho, el Gobierno interino ha hecho concesiones a los salafistas. Se echó atrás, por ejemplo, después de conocer la oposición frontal de Nur al nombramiento de el Baradei, el líder de la principal plataforma opositora (el Frente de Salvación Nacional), como primer ministro.

Nur mantiene una postura ambivalente frente al nuevo proceso político. Sus partidarios proponen la formación de un comité de sabios que explore una salida aceptable tanto para los Hermanos Musulmanes como para la oposición laica. “Nosotros pedimos un economista tecnócrata, una figura neutral”, declaró el portavoz de Nur poco antes de conocerse que se había nombrado como primer ministro al economista y exministro de Finanzas Hazem el Beblawi, de bajo perfil político, al que el partido no se opuso.

El Frente de Salvación Nacional

La principal fuerza opositora al Gobierno de los Hermanos Musulmanes, el Frente de Salvación Nacional, es una amplia coalición de partidos laicos y progresistas. Fue creada en noviembre de 2012 a la raíz de las protestas contra el Gobierno de Morsi, que consideraban de corte dictatorial. Sus líderes más destacados son el Nobel de la Paz Mohamed el Baradei y Hamdeen Sabahi, que alcanzó el tercer lugar en las elecciones presidenciales de 2012, en las que Morsi salió vencedor.

El Frente de Salvación Nacional apoyó la toma de poder por los militares – defienden que no fue un golpe de Estado, sino “el reflejo de la voluntad de los ciudadanos egipcios” – y designaron a El Baradei para la tarea de negociar con el nuevo Gobierno interino sobre los próximos pasos tras la destitución de Morsi. En principio respaldaron la hoja de hoja de ruta anunciada por el Ejército, pero después de que Mansur aprobara el decreto en el que se dota provisionalmente de poderes casi absolutos, lo rechazaron y se lamentaron de que no se les consultara para su redacción.

Para el cargo de primer ministro, inicialmente Mansur tanteó a el Baradei, pero se echó atrás debido al veto de Nur. El Baradei fue elegido, finalmente, vicepresidente a cargo de Relaciones Internacionales.

Tamarod

Tamarod (Rebélate, en árabe) es un movimiento juvenil fundado en abril de 2013 por los miembros del Movimiento Egipcio por el Cambio, un grupo de oposición a Mubarak que actuaba desde 2004. Tamarod, que ha convocado la ronda de protestas multitudinarias empezadas el pasado 30 de junio, aseguraba haber recogido 22 millones de firmas para pedir la dimisión de Morsi – lo que supondría una cantidad superior a los 13,2 millones de personas que el año pasado lo habían elegido a presidente. El grupo culpa a Morsi, entre otras cosas, del aumento de la criminalidad, del estado maltrecho de la economía y de la influencia creciente de EE UU en Egipto.

La nueva declaración constitucional decretada por Al Mansur ha desagradado a los miembros de Tamarod, que en principio habían apoyado al golpe. El movimiento criticó que el texto incluya algunas provisiones de corte salafista incluidas en la Constitución suspendida. En un comunicado dijo que esa orden ejecutiva sienta las bases “para una nueva dictadura”, porque “establece que los principios de la sharía y sus normas, doctrina, jurisprudencia y fuentes” son la base de la legislación.

Los integrantes de Tamarod quieren preservar su relevancia y seguir en las calles, presionando al Gobierno interino y a los militares para que mantengan su compromiso de tutelar una transición rápida y completa a la democracia. Así, habían hecho un llamamiento a sus simpatizantes para que rompieran el ayuno del pasado día 10, el primer día del Ramadán, con grandes concentraciones de apoyo a la deposición de Morsi. Sin embargo, sólo lograron reunir a unos pocos miles de personas en la plaza de Tahrir - en contraste con las protestas anteriores al golpe, a las que acudieron al menos 17 millones de manifestantes.

Al Azhar y la iglesia ortodoxa copta

Al Azhar, el centro religioso y académico más influyente del mundo musulmán suní, existe desde hace por lo menos mil años. La iglesia ortodoxa copta es la institución que reúne los hasta 8 millones de fieles que pertenecen a la minoría cristiana egipcia. Ambas instituciones religiosas se quejan de haber sido blanco de los ataques de los simpatizantes de los Hermanos Musulmanes durante el Gobierno de Morsi.

Acusaron incluso a la Hermandad de intentar reemplazar el gran imán de Al Azhar, Ahmed al Tayeb, con uno de sus miembros. Con la Revolución de 2011, el método para elegir al gran muftí ha cambiado: dejó de ser designado por el presidente de la nación, lo que ha impedido que los Hermanos Musulmanes pudieran hacerse con el control de la institución.

Desde febrero, cuando los ánimos ya comenzaban a arder en las calles, Al Azhar fue una figura mediadora entre el Gobierno de la Hermandad y la oposición durante las protestas. Temerosos de que el aumento de la brecha entre islamistas y laicos, alimentada por Morsi, llevara al país a una guerra civil, los miembros de Al Azhar han acabado por situarse junto a los movimientos opositores laicos que secundaron el golpe militar.

Al Tayeb y el papa de la iglesia ortodoxa copta, Tawadros II, las dos máximas autoridades del país, han bendecido las protestas y la consecuente asonada militar. Mientras Al Sisi leía el comunicado de la destitución del presidente Mohamed Morsi en la televisión pública, ambos aparecieron sentados a su lado.

Analistas creen que Al Azhar será un actor clave en los aspectos religiosos del juego político en el periodo post Morsi. A los coptos también les viene bien aliarse con el Estado, ya que constituyen una minoría religiosa. Tawadros II, que asumió el cargo hace menos de un año, se aproxima paulatinamente a la política y, tras el golpe, se ha reunido con el Baradei y Al Tayeb.

Entradas populares