España: Rajoy tratará de salir del agujero

La preocupación por el deterioro de imagen fuerza a afrontar el caso Bárcenas
El PP espera una respuesta contundente, aunque admite que llega tarde y mal

Carlos E. Cué
Madrid, El País
En política es frecuente que se instalen mitos y axiomas. Todo el mundo los da por hechos sin comprobarlos. El más evidente de los asentados en el PP afirmaba que Mariano Rajoy maneja como nadie los tiempos. Que es capaz de lograr que todos los problemas acaben desapareciendo. Estos días, en el PP, incluso los más fieles a Rajoy admiten que esta vez, con el caso Bárcenas,su estrategia de dejar pasar los días buscando el agotamiento del rival ha fallado estrepitosamente.


Todas las alarmas han saltado por el tremendo deterioro de la imagen del presidente que detectan las encuestas y los análisis sociológicos que maneja La Moncloa, y ahora Rajoy se apresta a intentar salir del agujero con una comparecencia parlamentaria que él nunca quiso.

El presidente nunca ha tenido buena imagen. Cuando estaba en la oposición, y la tenía por los suelos, en su entorno insistían en que mejoraría al llegar al Gobierno, como le pasó a José María Aznar. No sucedió. Aun así, nunca estuvo peor que ahora, y la constatación a través de las encuestas de que lo que cuenta un hombre en la cárcel y con casi 50 millones de euros en Suiza como Bárcenas es más creíble para la mayoría de los ciudadanos que el desmentido del presidente del Gobierno ha movilizado a La Moncloa para buscar un contraataque.

La evolución de las encuestas que analiza el gurú del presidente, que antes lo fue de Aznar, Pedro Arriola —también implicado por Bárcenas en supuestos cobros de dinero negro— es clara. En febrero, tras la publicación de los papeles en EL PAÍS, el hundimiento de Rajoy y de las expectativas de voto del PP detectadas por el equipo de Arriola y José Ignacio Wert, el otro sociólogo de cabecera Rajoy, ahora ministro de Educación, fue muy notable. Después hubo una clara recuperación en abril y mayo, y ahora de nuevo la caída es durísima, de unos cuatro puntos de expectativa de voto del PP. En el entorno del presidente siempre recuerdan que por muy mal que estén, el PSOE y Alfredo Pérez Rubalcaba están peor, pero nadie oculta la preocupación.

En este contexto todos se preguntan qué hará Rajoy el jueves. El presidente acostumbra a hablar con mucha gente pero sin decirle a nadie qué tiene previsto hacer, se limita a escuchar ideas. Una mayoría importante de dirigentes confía en que esta vez coja el toro por los cuernos y se lance directamente contra Bárcenas, le llame por su nombre, admita que fue un error confiar en él —como ya ha hecho esta semana Dolores de Cospedal, secretaria general— y dé una explicación detallada.

Otros dirigentes creen que Rajoy será fiel a su estilo y dirá sin decir, evitando entrar al fondo. Por si acaso, su equipo le está preparando un informe sobre las medidas contra la corrupción anunciadas en enero con la intención de acelerar su aplicación. Pero si Rajoy se concentra en estas medidas, en el futuro, como hizo entonces, y en la situación económica, querrá decir que ha decidido no entrar a fondo en el caso Bárcenas. Está asumido en el PP que Rajoy nunca ha querido pronunciar el nombre del extesorero para evitar que este personaje incontrolable se volcara contra él. Ahora que lo ha hecho, nadie ve motivos para seguir manteniendo esa prudencia. Algunos diputados temen que si decide no nombrarlo la oposición pueda intentar ridiculizar al presidente con lecciones de fonética o carteles irónicos.

La alarma salta en La Moncloa por una caída de 4 puntos en

unas semanas

En cualquier caso internamente está asumido que ha habido una cadena de errores. El último especialmente absurdo. El Gobierno podía haber fijado una sesión de control en el último pleno celebrado, el 16 y 17 de julio. Ahí Rajoy habría contestado tres preguntas, siete minutos y medios en total. Ahora se ha visto forzado a aceptar un pleno que la oposición tratará de hacer monográfico sobre Bárcenas de unas cinco horas. Al rechazar el control, Rajoy alentó el principal argumento de la oposición: que desprecia al Parlamento. Una estrategia que causó auténtico estupor en medios europeos, tanto que algunos como el Financial Times le dedicaron un editorial específico.

“Rajoy pudo cortar esto hace meses llamando a Bárcenas delincuente, pidiendo perdón por haberle dado su confianza como pidió Alberto Núñez Feijóo. Se optó por esperar a que escampara, por negar la evidencia y dejar la iniciativa al propio Bárcenas y sus adláteres. Se ha conseguido que toda la presión esté sobre Rajoy. Es el momento de darle la vuelta”, resume un dirigente.

Asumido el error, la decisión de rectificar y comparecer, dicen los suyos, estaba tomada desde el miércoles 17, al día siguiente de que Rubalcaba amenazara con una moción de censura. Pero no lo confirmó hasta el lunes siguiente, como siempre apurando los tiempos a la espera de un giro imprevisto, como esas nuevas revelaciones del propio Bárcenas que siguen ahí como gran temor.

Muchos en el PP están descolocados porque los datos económicos positivos —la bolsa, las subastas del Tesoro, los resultados de las grandes empresas, la Encuesta de Población Activa— que debían cambiar el ambiente político y social han quedado opacadas por el escándalo. Aunque también hay algunos dirigentes que creen que al final “el soufflé está bajando porque Bárcenas no tiene pruebas que incriminen a Rajoy y poco a poco irá deshaciéndose como lo que es, un preso en Soto del Real”.

En cualquier caso prácticamente todos coinciden en que el PP y Rajoy, al que nadie se imagina dimitiendo —su fama de resistente es otro mito, este más comprobado, aún más fuerte que el del control de los tiempos— tiene que cerrar cuanto antes este flanco. Lo ideal sería que lo hiciera el juez, explican, pero tardará. Por eso confían en que Rajoy haga algo el 1 de agosto —la fecha elegida hace temer una salida escapista— que satisfaga al menos a los votantes del PP. Si sale bien, varios de los consultados creen que después del verano el presidente empezará a ocuparse más del partido y hará cambios. El más importante, el del Gobierno, es una incógnita. Puede ser en cualquier momento, incluso esta semana para sorprender. Pero algunos lo ven más probable en octubre si se adelanta la elección del candidato a las elecciones europeas. Uno posible es el ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, que nunca ha ocultado su deseo de relevar a Joaquín Almunia como comisario europeo. Esa podría ser una excusa para remodelar el Gobierno. Pero antes hay que pasar el pleno del jueves y hacer o no algo que parece fácil pero no para Rajoy: nombrar a Bárcenas.

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