El Ejército amenaza con intervenir ante la crisis política en Egipto
Cinco ministros han dimitido, poniendo en jaque al Gobierno de Morsi
Un grupo opositor amenaza con una campaña de desobediencia civil
David Alandete
El Cairo, El País
El Ejército de Egipto dejó este lunes al presidente Mohamed Morsi contra las cuerdas al anunciar que de le daba a él y al gobierno un plazo de 48 horas para atender las demandas de los manifestantes que han tomado las calles del país. De lo contrario, las Fuerzas Armadas presentarán una “hoja de ruta” para la nación, que se encargarán de imponer. Las multitudes volvieron este lunes a reunirse en El Cairo después de ese anuncio, gritando consignas como “el Ejército y el pueblo son la misma mano”. Morsi quedaba en una compleja y débil situación, también porque cinco de sus ministros dimitieron, un día después de que millones de personas pidieran un cambio político en una jornada de manifestaciones en Egipto como no se veía desde la revuelta de 2011, que acabó con 30 años de régimen de Hosni Mubarak.
Una marea de banderas rojas, blancas y negras, los colores de Egipto, tomó este lunes la icónica plaza de Tahrir y los aledaños del palacio presidencial en Heliópolis tras el anuncio de las Fuerzas Armadas. Cuando cinco helicópteros militares sobrevolaban las concentraciones, portando banderas nacionales, los opositores les aclamaban, para luego cantar de nuevo su ya clásico “erhal”, (vete, en árabe), dirigido a Morsi. El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas egipcias, general Abdel Fatah al Sisi, leyó el comunicado en televisión, en el que dijo que si “las demandas de la ciudadanía no se cumplen dentro del plazo” será la responsabilidad del Ejército “ofrecer una hoja de ruta para el futuro”. No dio detalles de qué medidas tiene en mente, aunque aclaró que los gobernantes deben colaborar con “todas las facciones y partidos nacionales”. Horas después, las Fuerzas Armadas precisaron oficialmente que no pretenden dar un golpe de Estado sino presionar a los políticos para que logren un consenso.
Pocas eran las opciones que le quedaban a Morsi. Crear un Gobierno de unidad nacional, dimitir o enfrentarse a la amenaza de una intervención militar. El Ejército volvía así a su papel de árbitro de la crisis y garante último de la frágil estabilidad del estado egipcio. Entre la caída de Mubarak, a principios de 2011, y las primeras elecciones democráticas, en mayo y junio de 2012, controló el país y tuteló la transición que culminó con la elección de Morsi. En los últimos meses se había mantenido al margen ante las crecientes muestras de insatisfacción popular. Finalmente, cuando la multitud ha tomado las calles, ha optado por proteger las aspiraciones de aquellos que se manifiestan, y no al Gobierno elegido por las urnas, tal y como recalcan los partidarios de Morsi.
Durante la rueda de prensa conjunta con el presidente de Tanzania, Jakaya Kikwete, en la localidad de Dar es Salaam, Barack Obama ha pedido a las partes implicadas en las protestas que "no contribuyan a incrementar la tensión" y ha asegurado que EE UU "está siguiendo de manera permanente" lo que ocurre en Egipto, informa Eva Saiz.
El presidente, que ha evitado aparecer en público desde que las protestas se reavivaran el viernes, se reunió este lunes de urgencia con el propio general Al Sisi, que es también su ministro de defensa, y con el primer ministro, Hisham Kandil. Acorralado, el presidente había recibido horas antes las dimisiones de cinco ministros: el de turismo, Hisham Zaazou; el de comunicaciones, Atef Helmi; el de asuntos legales y parlamentarios, Hatem Bagato; el de medio ambiente, Khaled Abdel Aal y el de exteriores, Mohamed Kamel Amr. El domingo se cumplió un año de la investidura de Morsi, después de que en junio de 2012 ganara los primeros comicios presidenciales de la democracia egipcia con un 51% de los votos, 13,2 millones.
El del Ejército no fue el único ultimátum que Morsi recibió este lunes. El movimiento popular Tamarod (Rebélate, en árabe) le dio hasta hoy a as 17.00 para dimitir, bajo amenaza de una campaña nacional de desobediencia civil. Ese grupo se ha afanado en las últimas semanas en recoger firmas en las calles de Egipto, en las que pide la marcha inmediata de Morsi. Dice tener ya más de 22 millones, una cifra que, de ser cierta, representaría a algo menos de una cuarta parte de la población del país. Este lunes Tamarod comenzó a erigir tiendas de campaña frente al palacio presidencial. Sus ocupantes han anunciado que no desalojarán ese campamento hasta que Morsi se marche.
“Tenemos un Gobierno autoritario que no se representa a nadie más que a sí mismo”, explicaba Mohamed Najar, de 28 años, mientras clavaba en el suelo las piquetas de una de esas tiendas de campaña. “Ahora, lo que el Ejército debe garantizar es que se cree un Gobierno de tecnócratas que le ofrezca de verdad estabilidad a este país”, añadió. Los manifestantes protestan por muchos motivos: el mal estado de la economía, el desempleo, la carestía de productos como la gasolina, el estilo autoritario de Morsi, su ideario islamista y, sobre todo, por lo que consideran una traición de los principios de la revolución por la que estos jóvenes lucharon y arriesgaron sus vidas contra el régimen de Mubarak en 2011.
El apoyo de las Fuerzas Armadas envalentonó este lunes a muchos manifestantes, que decían estar dispuestos a entregar lo que fuera necesario por la causa. “Yo espero ser un mártir”, decía frente al palacio presidencial, Amr Baiomey Saied, de 26 años. “Esto es una protesta pacífica hasta que tenga que dejar de serlo. No comenzaremos la batalla, pero responderemos a las agresiones”, dijo. Tras la renuncia de los ministros y el ultimátum del Ejército, a estos manifestantes la marcha de Morsi les parecía ya sólo cuestión de horas. Ya lo lograron en 2011 con Mubarak. Y tenían este lunes la sensación de que la historia se puede repetir ahora.
Un grupo opositor amenaza con una campaña de desobediencia civil
David Alandete
El Cairo, El País
El Ejército de Egipto dejó este lunes al presidente Mohamed Morsi contra las cuerdas al anunciar que de le daba a él y al gobierno un plazo de 48 horas para atender las demandas de los manifestantes que han tomado las calles del país. De lo contrario, las Fuerzas Armadas presentarán una “hoja de ruta” para la nación, que se encargarán de imponer. Las multitudes volvieron este lunes a reunirse en El Cairo después de ese anuncio, gritando consignas como “el Ejército y el pueblo son la misma mano”. Morsi quedaba en una compleja y débil situación, también porque cinco de sus ministros dimitieron, un día después de que millones de personas pidieran un cambio político en una jornada de manifestaciones en Egipto como no se veía desde la revuelta de 2011, que acabó con 30 años de régimen de Hosni Mubarak.
Una marea de banderas rojas, blancas y negras, los colores de Egipto, tomó este lunes la icónica plaza de Tahrir y los aledaños del palacio presidencial en Heliópolis tras el anuncio de las Fuerzas Armadas. Cuando cinco helicópteros militares sobrevolaban las concentraciones, portando banderas nacionales, los opositores les aclamaban, para luego cantar de nuevo su ya clásico “erhal”, (vete, en árabe), dirigido a Morsi. El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas egipcias, general Abdel Fatah al Sisi, leyó el comunicado en televisión, en el que dijo que si “las demandas de la ciudadanía no se cumplen dentro del plazo” será la responsabilidad del Ejército “ofrecer una hoja de ruta para el futuro”. No dio detalles de qué medidas tiene en mente, aunque aclaró que los gobernantes deben colaborar con “todas las facciones y partidos nacionales”. Horas después, las Fuerzas Armadas precisaron oficialmente que no pretenden dar un golpe de Estado sino presionar a los políticos para que logren un consenso.
Pocas eran las opciones que le quedaban a Morsi. Crear un Gobierno de unidad nacional, dimitir o enfrentarse a la amenaza de una intervención militar. El Ejército volvía así a su papel de árbitro de la crisis y garante último de la frágil estabilidad del estado egipcio. Entre la caída de Mubarak, a principios de 2011, y las primeras elecciones democráticas, en mayo y junio de 2012, controló el país y tuteló la transición que culminó con la elección de Morsi. En los últimos meses se había mantenido al margen ante las crecientes muestras de insatisfacción popular. Finalmente, cuando la multitud ha tomado las calles, ha optado por proteger las aspiraciones de aquellos que se manifiestan, y no al Gobierno elegido por las urnas, tal y como recalcan los partidarios de Morsi.
Durante la rueda de prensa conjunta con el presidente de Tanzania, Jakaya Kikwete, en la localidad de Dar es Salaam, Barack Obama ha pedido a las partes implicadas en las protestas que "no contribuyan a incrementar la tensión" y ha asegurado que EE UU "está siguiendo de manera permanente" lo que ocurre en Egipto, informa Eva Saiz.
El presidente, que ha evitado aparecer en público desde que las protestas se reavivaran el viernes, se reunió este lunes de urgencia con el propio general Al Sisi, que es también su ministro de defensa, y con el primer ministro, Hisham Kandil. Acorralado, el presidente había recibido horas antes las dimisiones de cinco ministros: el de turismo, Hisham Zaazou; el de comunicaciones, Atef Helmi; el de asuntos legales y parlamentarios, Hatem Bagato; el de medio ambiente, Khaled Abdel Aal y el de exteriores, Mohamed Kamel Amr. El domingo se cumplió un año de la investidura de Morsi, después de que en junio de 2012 ganara los primeros comicios presidenciales de la democracia egipcia con un 51% de los votos, 13,2 millones.
El del Ejército no fue el único ultimátum que Morsi recibió este lunes. El movimiento popular Tamarod (Rebélate, en árabe) le dio hasta hoy a as 17.00 para dimitir, bajo amenaza de una campaña nacional de desobediencia civil. Ese grupo se ha afanado en las últimas semanas en recoger firmas en las calles de Egipto, en las que pide la marcha inmediata de Morsi. Dice tener ya más de 22 millones, una cifra que, de ser cierta, representaría a algo menos de una cuarta parte de la población del país. Este lunes Tamarod comenzó a erigir tiendas de campaña frente al palacio presidencial. Sus ocupantes han anunciado que no desalojarán ese campamento hasta que Morsi se marche.
“Tenemos un Gobierno autoritario que no se representa a nadie más que a sí mismo”, explicaba Mohamed Najar, de 28 años, mientras clavaba en el suelo las piquetas de una de esas tiendas de campaña. “Ahora, lo que el Ejército debe garantizar es que se cree un Gobierno de tecnócratas que le ofrezca de verdad estabilidad a este país”, añadió. Los manifestantes protestan por muchos motivos: el mal estado de la economía, el desempleo, la carestía de productos como la gasolina, el estilo autoritario de Morsi, su ideario islamista y, sobre todo, por lo que consideran una traición de los principios de la revolución por la que estos jóvenes lucharon y arriesgaron sus vidas contra el régimen de Mubarak en 2011.
El apoyo de las Fuerzas Armadas envalentonó este lunes a muchos manifestantes, que decían estar dispuestos a entregar lo que fuera necesario por la causa. “Yo espero ser un mártir”, decía frente al palacio presidencial, Amr Baiomey Saied, de 26 años. “Esto es una protesta pacífica hasta que tenga que dejar de serlo. No comenzaremos la batalla, pero responderemos a las agresiones”, dijo. Tras la renuncia de los ministros y el ultimátum del Ejército, a estos manifestantes la marcha de Morsi les parecía ya sólo cuestión de horas. Ya lo lograron en 2011 con Mubarak. Y tenían este lunes la sensación de que la historia se puede repetir ahora.