Devota de Juan Pablo II: “Ahora camino y hablo. Estoy bien”
Álvaro Murillo
San José (Costa Rica), El País
Floribeth Mora tenía 48 años en abril de 2011 cuando los dolores de cabeza la obligaron a visitar el hospital. Los exámenes concluyeron que tenía un aneurisma (dilatación de una arteria cerebral) y que era inconveniente llevarla al quirófano. Los médicos aplicarían un tratamiento conservador para mantener estable la presión arterial. Mora oró durante meses a su admirado Juan Pablo II y en noviembre, cuando volvió a someterse a una resonancia magnética, el médico tomó las imágenes y creyó que le habían dado la prueba equivocada. No tenía aneurisma ni nada. Verificó que se tratara de los datos de Mora y quedó sorprendido. Ella tardó segundos en dar su veredicto: un milagro del Papa.
Esta es la versión que da la Iglesia Católica, Mora y el médico Vargas Román, el cirujano del hospital público Calderón Guardia, en la capital. Coinciden en que la curación es una obra ejecutada por Juan Pablo II seis años después de su muerte, en abril del 2005, cuando su funeral en la Plaza de San Pedro abundaba en pancartas de intención: “santo súbito”. Pasaron ocho años para que el Vaticano diera por ciertos los milagros atribuibles al “papa viajero”; el papa Francisco firmó este viernes la canonización en Roma, mientras Floribeth Mora se alistaba para, entonces sí, contar su historia a la prensa.
“Me desperté a las 8 de la mañana (el 1 de mayo de 2011) y escuché una voz que decía 'levántate'. Yo estaba sola en el cuarto. Tenía un suplemento de un periódico en conmemoración de la beatificación Juan Pablo II. Vi que movía las manos y decía ‘no tengas miedo’. Yo me bajé de la cama. Y mi esposo me preguntó que hacía. Yo le dije que me sentía bien y pensé que si le contaba iba a pensar que estaba loca. Ahora camino, hablo, estoy bien. El señor me miró con ojos de misericordia por intercesión de Juan Pablo II y me sanó”.
Así habló esta mujer, habitante de un barrio popular de La Unión, en Cartago (Valle Central), la provincia caracterizada por su devoción y sede de la Basílica de la Virgen de los Ángeles, patrona de este país de religión oficial católica, cuyo Gobierno negocia en estos meses un concordato con el Vaticano. De Cartago procede también la mayoría de obispos costarricenses, incluido José Rafael Quirós, nombrado este martes como nuevo arzobispo de San José, en lugar del jubilado Hugo Barrantes, quien ayer hizo su lectura del milagro: “Dios quiere que este país siga siendo católico (…) Dios ama a los pequeñitos”.
Se rompió ayer el silencio de la devota obligado por las autoridades del Vaticano (“voto de silencio”). Llevaron varios meses en ires y venires con médicos y religiosos para certificar la sanación de Mora como un milagro, según sus reglas. Ella viajó también a Roma para ser examinada y personal de la Santa Sede entrevistó al médico Vargas, un católico creyente y devoto del santo Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. Todo el proceso avanzó en secreto y se conoció en semanas recientes, pero Mora guardó silencio por mandato vaticano. Las rejas negras de su casa se mantuvieron cerradas y solo era posible ver el altar puesto para Juan Pablo II. Un retrato suyo de juventud, un crucifijo, flores, velas y oraciones.
Con la aprobación de los cardenales y obispos de la Congregación para las Causas de los Santos, el Vaticano reveló la canonización y entonces Mora sí habló a la prensa en la Curia Metropolitana, rodeada de obispos y del médico Vargas. Llorando y vestida de negro absoluto, Mora contó su historia en la rueda de prensa, transmitida completa por el canal estatal de Costa Rica. Habló de cuando comenzó los padecimientos, de cuando perdía el control del brazo y la pierna izquierdas y de cuando participó en una actividad por la beatificación de Juan Pablo II y sintió que se sanaba.
Así lo habían contado en la página de Internet donde otras personas narran hechos que consideran milagrosos y atribuibles a él. Su relato fue recogido en Roma y después la contactaron mediante el sacerdote del pueblo. Comenzaron las pruebas médicas y el proceso que culminará probablemente en noviembre, cuando se celebra la ceremonia de la canonización.
San José (Costa Rica), El País
Floribeth Mora tenía 48 años en abril de 2011 cuando los dolores de cabeza la obligaron a visitar el hospital. Los exámenes concluyeron que tenía un aneurisma (dilatación de una arteria cerebral) y que era inconveniente llevarla al quirófano. Los médicos aplicarían un tratamiento conservador para mantener estable la presión arterial. Mora oró durante meses a su admirado Juan Pablo II y en noviembre, cuando volvió a someterse a una resonancia magnética, el médico tomó las imágenes y creyó que le habían dado la prueba equivocada. No tenía aneurisma ni nada. Verificó que se tratara de los datos de Mora y quedó sorprendido. Ella tardó segundos en dar su veredicto: un milagro del Papa.
Esta es la versión que da la Iglesia Católica, Mora y el médico Vargas Román, el cirujano del hospital público Calderón Guardia, en la capital. Coinciden en que la curación es una obra ejecutada por Juan Pablo II seis años después de su muerte, en abril del 2005, cuando su funeral en la Plaza de San Pedro abundaba en pancartas de intención: “santo súbito”. Pasaron ocho años para que el Vaticano diera por ciertos los milagros atribuibles al “papa viajero”; el papa Francisco firmó este viernes la canonización en Roma, mientras Floribeth Mora se alistaba para, entonces sí, contar su historia a la prensa.
“Me desperté a las 8 de la mañana (el 1 de mayo de 2011) y escuché una voz que decía 'levántate'. Yo estaba sola en el cuarto. Tenía un suplemento de un periódico en conmemoración de la beatificación Juan Pablo II. Vi que movía las manos y decía ‘no tengas miedo’. Yo me bajé de la cama. Y mi esposo me preguntó que hacía. Yo le dije que me sentía bien y pensé que si le contaba iba a pensar que estaba loca. Ahora camino, hablo, estoy bien. El señor me miró con ojos de misericordia por intercesión de Juan Pablo II y me sanó”.
Así habló esta mujer, habitante de un barrio popular de La Unión, en Cartago (Valle Central), la provincia caracterizada por su devoción y sede de la Basílica de la Virgen de los Ángeles, patrona de este país de religión oficial católica, cuyo Gobierno negocia en estos meses un concordato con el Vaticano. De Cartago procede también la mayoría de obispos costarricenses, incluido José Rafael Quirós, nombrado este martes como nuevo arzobispo de San José, en lugar del jubilado Hugo Barrantes, quien ayer hizo su lectura del milagro: “Dios quiere que este país siga siendo católico (…) Dios ama a los pequeñitos”.
Se rompió ayer el silencio de la devota obligado por las autoridades del Vaticano (“voto de silencio”). Llevaron varios meses en ires y venires con médicos y religiosos para certificar la sanación de Mora como un milagro, según sus reglas. Ella viajó también a Roma para ser examinada y personal de la Santa Sede entrevistó al médico Vargas, un católico creyente y devoto del santo Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. Todo el proceso avanzó en secreto y se conoció en semanas recientes, pero Mora guardó silencio por mandato vaticano. Las rejas negras de su casa se mantuvieron cerradas y solo era posible ver el altar puesto para Juan Pablo II. Un retrato suyo de juventud, un crucifijo, flores, velas y oraciones.
Con la aprobación de los cardenales y obispos de la Congregación para las Causas de los Santos, el Vaticano reveló la canonización y entonces Mora sí habló a la prensa en la Curia Metropolitana, rodeada de obispos y del médico Vargas. Llorando y vestida de negro absoluto, Mora contó su historia en la rueda de prensa, transmitida completa por el canal estatal de Costa Rica. Habló de cuando comenzó los padecimientos, de cuando perdía el control del brazo y la pierna izquierdas y de cuando participó en una actividad por la beatificación de Juan Pablo II y sintió que se sanaba.
Así lo habían contado en la página de Internet donde otras personas narran hechos que consideran milagrosos y atribuibles a él. Su relato fue recogido en Roma y después la contactaron mediante el sacerdote del pueblo. Comenzaron las pruebas médicas y el proceso que culminará probablemente en noviembre, cuando se celebra la ceremonia de la canonización.