Alonso pilota un cangrejo en la victoria de Lewis Hamilton

Hungaroring, As
Agachó la cabeza y con el casco aún puesto besó su coche de plata. Eso hizo Hamilton con su Mercedes. Pasó su mano blanca por el misil negro y oro dando las gracias. Así despidió Raikkonen a su Lotus. Vettel lanzó una mirada de agradecimiento a su Red Bull. Mientras los tres del podio volvían a ser amigos de sus monoplazas, Alonso apenas decía hasta pronto a su Ferrari. Ese que le enamoraba al principio, con el que fue feliz en esa Barcelona de bellezas varias, es ahora de nuevo una máquina que no le lleva donde quiere ir.


Quinto fue, dos puestos por delante de lo que su Ferrari le permite, varios menos de lo que debería si quiere convertir las esperanzas en certezas. Cambiar la tendencia, dar la vuelta, ser quien esperamos. Algo así ha hecho Hamilton. Victoria del británico. Sin nada que objetar. Al contrario. Salió bien, controló en todo momento, gestionó los neumáticos y ganó con esa brillantez que no acostumbra. Es un genio y como digno sinónimo de esa palabra, la regularidad no es su principal característica, pero cuando está en su sitio es imbatible.

El británico dominó y Raikkonen llegó desde lejos, cuidando los Pirelli, y con un coche que de verdad va mejor con el calor para ser segundo. ¿Y Vettel? Pues primero Button le arruinó la carrera, porque no fue capaz de pasarle y tuvo un problema de sobrecalentamiento de las gomas, después tampoco pudo pasar a Kimi. Y habría sido peor si no meten en boxes a Webber o le dejan correr en las últimas vueltas. Porque venía volando una vuelta sí y otra lento. Raro. Carrera con problemas y acaba en el podio. Cosas de campeones. Red Bull ha hecho su trabajo. Como suelen. Lotus, con un presupuesto menor tiene mejor coche que Ferrari. Sin comentarios. Y Mercedes ha tocado al fin la melodía de Ross Brawn varios cambios de neumáticos después.

Mientras la estrella española no tiene lo que hay que tener: un coche rápido. ¿Qué ha cambiado desde China o España? Varias cosas. Los neumáticos no son los mismos. Eso es así. Las mejoras no han funcionado. También. El resto ha evolucionado y el coche rojo va perdiendo color cada vez más, es un cangrejo que va para atrás.

Así las cosas, el español terminó quinto tras jugarse la vida luchando como si no hubiera un mañana con un piloto como Grosjean, que tuvo que hacer una parada extra por sanción, y al que destrozó literalmente cuando ambos compartieron el mismo coche en Renault. Es una pena. Ver al que pasa por ser el mejor piloto del momento luchando de esa manera con el cuarto mejor coche de la parrilla por misiones imposibles. Alonso es tercero a un punto de Kimi y a 39 de Vettel. Misión casi imposible. Casi. Ferrari da pena y Alonso se cansa de respirar sin aire. Vacaciones. Una buena noticia, al menos.

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