Un fin de ciclo con goleada
El Madrid despidió el curso y a Mou con una tarde de tantos y falta de emoción. Osasuna estuvo bien, pero le faltó pegada. Marcaron Higuaín, Essien, Benzema y Callejón.
Madrid, As
Hasta las despedidas más añoradas incluyen un punto de tristeza, una sensación general de fracaso, quizá porque cada época que se cierra es una época en la que éramos más jóvenes y debimos ser más felices. Supongo, además, que uno termina por acostumbrarse a las embestidas del otro e imagino que esos empellones acaban por tonificarnos los músculos y afinarnos los reflejos.
No diré que te echaremos en falta, porque no lo creo probable, pero sí es posible que con el paso de los años rebajemos tus gamberradas al grado de travesuras, picardías de enfant terrible. Nos costará algo más recordar lo que ganaste porque apenas sobresale de lo que ganaron otros entrenadores del Real Madrid en el mismo espacio de tiempo.
Admito, no obstante, nuestro desconcierto ante el futuro. En muchos sentidos, la felicidad por venir da más miedo que la guerra conocida (la felicidad engorda, esto es científico), y es posible que de ahí viniera tu obsesión por abrir frentes y librar nuevas batallas. Pensabas que esa estrategia, infalible en Inglaterra e Italia, tendría el mismo efecto aquí, pero nos mediste mal, sospecho. Este país es susceptible, posesivo y, aunque te sorprenda, eminentemente madridista. Por esa razón el entrenador del Real Madrid es tratado como el pretendiente de una hija única y en consecuencia sometido a exámenes permanentes.
Quien te dijo que ganar era lo único importante equivocó el consejo. En el Madrid ganar es lo habitual y lo extraordinario es el modo de hacerlo. No te reprocho la confusión. La sufres tú, la acusa el presidente y la comparten todos aquellos que pensaron un día que tu dedo señalaba el camino. Algunos lo siguen creyendo y todavía exhiben tu imagen como si fuera del Che Guevara. Confieso que sales favorecido dibujado en cuatro trazos.
Lo de este partido no cuenta, Mou. Sin embargo, la dignísima resistencia de Osasuna (a ratos dominador) nos recuerda que en esta aventura también faltó el fútbol. La militarización del equipo no se acompañó de ninguna coreografía. Te importó más la solidez que el juego. Para resolver el 95% de los partidos bastaba con la fortaleza y con Cristiano, o con algún talento asociado. El problema venía en ese 5% de partidos que se concentran en las semifinales de los grandes torneos.
Tampoco hiciste a nadie mejor, con la honorable excepción de Varane y quizá de Arbeloa. Al contrario, dejas más víctimas que héroes. La alternancia entre Higuaín y Benzema ha terminado por afligir a ambos: uno se irá y el otro, dicen, se marcharía con gusto. Sus goles de ayer también dejaron un sabor agridulce. El argentino apenas lo celebró y el francés, participativo y goleador, volvió renacer, cuatro temporadas después, como genio prometedor (once goles en Liga). Qué decir de Casillas o Marcelo, qué comentar de Adán, ayer suplente en beneficio de Jesús, indudable tu promoción de los porteros canteranos. Incuestionable tu facilidad para hacer enemigos. Hasta con Cristiano acabas peleado.
Callejón, autor del gol que cerró la goleada a Osasuna, representa lo que han sido tus extrañas relaciones personales. Requerido, amado y olvidado. Después de cabalgar a su grupa, queda la sensación de que te fue más útil como instrumento que como recurso futbolístico. En definitiva, otro gran jugador desconcertado.
Lástima que nunca te interesaran demasiado los jugadores españoles y lástima que tus prejuicios los compartiera el club. Ayer, sin ir más lejos, Osasuna confirmó el talento de Cejudo y la proyección del joven Roberto Torres, goleadores ambos y de los que se hubiera tomado nota en otro tiempo y en otro mundo.
Ya no es hora de preguntarse si fuiste tú o si fuimos nosotros. Fuimos todos. Hay amores imposibles; esto no consiste en juntar a dos guapos, o a dos ricos, o a dos ambiciosos. Te dieron mal el consejo: la química era lo importante. El objetivo no era salvar a nadie, aunque el ejército de los desheredados te agradezca el rescate. Al Madrid ya lo rescató Di Stéfano. Qué más da. Se acabó. Despejado el campo de heridos, excusas y chatarra, la única verdad es que los partidos de la próxima temporada se disputarán en altitud. En la oxigenada, espesa y plácida altitud de La Paz.
Real Madrid: Jesús Fernández; Callejón, Raúl Albiol, Carvalho, Arbeloa (Llorente, m.85); Essien, Modric; Di María (Nacho Fernández, m.46), Özil (Omar, m.81), Benzema; e Higuaín.
Osasuna: Asier Riesgo (Ricardo, m.75); Oier, Rubén, Unai García, Nano; Silva (Maikel, m.78), Timor; Cejudo, Armenteros, Roberto Torres; y Llorente (Manu Onwu, m.46).
Goles: 1-0, m.35: Higuaín. 2-0, m.38: Essien. 2-1, m.52: Roberto Torres. 2-2, m.64: Cejudo. 3-2, m.69: Benzema. 4-2, m.88: Callejón.
Árbitro: Pérez Lasa (Comité Vasco). Amonestó a Higuaín (44) por el Real Madrid, y a Unai (44) por Osasuna.
Incidencias: encuentro correspondiente a la 38a jornada, última de la Liga BBVA, disputada en el estadio Santiago Bernabéu ante la presencia de 55.000 espectadores. El partido se paró al minuto de juego cuando Mourinho no podía entrar en su zona técnica por la cantidad de reporteros gráficos.
Madrid, As
Hasta las despedidas más añoradas incluyen un punto de tristeza, una sensación general de fracaso, quizá porque cada época que se cierra es una época en la que éramos más jóvenes y debimos ser más felices. Supongo, además, que uno termina por acostumbrarse a las embestidas del otro e imagino que esos empellones acaban por tonificarnos los músculos y afinarnos los reflejos.
No diré que te echaremos en falta, porque no lo creo probable, pero sí es posible que con el paso de los años rebajemos tus gamberradas al grado de travesuras, picardías de enfant terrible. Nos costará algo más recordar lo que ganaste porque apenas sobresale de lo que ganaron otros entrenadores del Real Madrid en el mismo espacio de tiempo.
Admito, no obstante, nuestro desconcierto ante el futuro. En muchos sentidos, la felicidad por venir da más miedo que la guerra conocida (la felicidad engorda, esto es científico), y es posible que de ahí viniera tu obsesión por abrir frentes y librar nuevas batallas. Pensabas que esa estrategia, infalible en Inglaterra e Italia, tendría el mismo efecto aquí, pero nos mediste mal, sospecho. Este país es susceptible, posesivo y, aunque te sorprenda, eminentemente madridista. Por esa razón el entrenador del Real Madrid es tratado como el pretendiente de una hija única y en consecuencia sometido a exámenes permanentes.
Quien te dijo que ganar era lo único importante equivocó el consejo. En el Madrid ganar es lo habitual y lo extraordinario es el modo de hacerlo. No te reprocho la confusión. La sufres tú, la acusa el presidente y la comparten todos aquellos que pensaron un día que tu dedo señalaba el camino. Algunos lo siguen creyendo y todavía exhiben tu imagen como si fuera del Che Guevara. Confieso que sales favorecido dibujado en cuatro trazos.
Lo de este partido no cuenta, Mou. Sin embargo, la dignísima resistencia de Osasuna (a ratos dominador) nos recuerda que en esta aventura también faltó el fútbol. La militarización del equipo no se acompañó de ninguna coreografía. Te importó más la solidez que el juego. Para resolver el 95% de los partidos bastaba con la fortaleza y con Cristiano, o con algún talento asociado. El problema venía en ese 5% de partidos que se concentran en las semifinales de los grandes torneos.
Tampoco hiciste a nadie mejor, con la honorable excepción de Varane y quizá de Arbeloa. Al contrario, dejas más víctimas que héroes. La alternancia entre Higuaín y Benzema ha terminado por afligir a ambos: uno se irá y el otro, dicen, se marcharía con gusto. Sus goles de ayer también dejaron un sabor agridulce. El argentino apenas lo celebró y el francés, participativo y goleador, volvió renacer, cuatro temporadas después, como genio prometedor (once goles en Liga). Qué decir de Casillas o Marcelo, qué comentar de Adán, ayer suplente en beneficio de Jesús, indudable tu promoción de los porteros canteranos. Incuestionable tu facilidad para hacer enemigos. Hasta con Cristiano acabas peleado.
Callejón, autor del gol que cerró la goleada a Osasuna, representa lo que han sido tus extrañas relaciones personales. Requerido, amado y olvidado. Después de cabalgar a su grupa, queda la sensación de que te fue más útil como instrumento que como recurso futbolístico. En definitiva, otro gran jugador desconcertado.
Lástima que nunca te interesaran demasiado los jugadores españoles y lástima que tus prejuicios los compartiera el club. Ayer, sin ir más lejos, Osasuna confirmó el talento de Cejudo y la proyección del joven Roberto Torres, goleadores ambos y de los que se hubiera tomado nota en otro tiempo y en otro mundo.
Ya no es hora de preguntarse si fuiste tú o si fuimos nosotros. Fuimos todos. Hay amores imposibles; esto no consiste en juntar a dos guapos, o a dos ricos, o a dos ambiciosos. Te dieron mal el consejo: la química era lo importante. El objetivo no era salvar a nadie, aunque el ejército de los desheredados te agradezca el rescate. Al Madrid ya lo rescató Di Stéfano. Qué más da. Se acabó. Despejado el campo de heridos, excusas y chatarra, la única verdad es que los partidos de la próxima temporada se disputarán en altitud. En la oxigenada, espesa y plácida altitud de La Paz.
Real Madrid: Jesús Fernández; Callejón, Raúl Albiol, Carvalho, Arbeloa (Llorente, m.85); Essien, Modric; Di María (Nacho Fernández, m.46), Özil (Omar, m.81), Benzema; e Higuaín.
Osasuna: Asier Riesgo (Ricardo, m.75); Oier, Rubén, Unai García, Nano; Silva (Maikel, m.78), Timor; Cejudo, Armenteros, Roberto Torres; y Llorente (Manu Onwu, m.46).
Goles: 1-0, m.35: Higuaín. 2-0, m.38: Essien. 2-1, m.52: Roberto Torres. 2-2, m.64: Cejudo. 3-2, m.69: Benzema. 4-2, m.88: Callejón.
Árbitro: Pérez Lasa (Comité Vasco). Amonestó a Higuaín (44) por el Real Madrid, y a Unai (44) por Osasuna.
Incidencias: encuentro correspondiente a la 38a jornada, última de la Liga BBVA, disputada en el estadio Santiago Bernabéu ante la presencia de 55.000 espectadores. El partido se paró al minuto de juego cuando Mourinho no podía entrar en su zona técnica por la cantidad de reporteros gráficos.