Un asteroide con luna propia pasa relativamente cerca de la Tierra

El 1998 QE2 mide 2,7 kilómetros y su satélite, 600 metros.
Se están siguiendo con radar

Alicia Rivera
Madrid, El País
El asteroide cuya trayectoria ha registrado esta noche la máxima aproximación a la Tierra (a 5,8 millones de kilómetros) tiene una luna propia que lo acompaña. El cuerpo principal se llama 1998 QE2 y mide aproximadamente 2,7 kilómetros de diámetro, cumpliendo un giro completo sobre su eje en menos de cuatro horas. Los astrónomos han observado en su superficie varias zonas oscuras que deben ser grandes concavidades. El satélite, sin embargo, mide solo unos 600 metros. No es tan extraño en el cielo este andar juntos de varios cuerpos ya que, se estima que aproximadamente el 16% de todos los asteroides de 200 metros o más forman parte de sistemas binarios o triples. Pero este ofrece una buena oportunidad a los investigadores que están siguiéndolo ahora que pasa relativamente cerca. Relativamente, porque los 5,8 millones de kilómetros de máxima aproximación a la Tierra (a las 22.59 hora peninsular del viernes) son más de 15 veces la distancia de la Tierra a la Luna, pero no volverá a pasar tan cerca al menos hasta dentro de un par de siglos, según informa la NASA.


Un asteroide de ese tamaño colisiona con la Tierra cada millón de años, como media, y su efecto es devastador por su influencia en el clima del planeta y por su capacidad de destrucción masiva en un territorio del tamaño de México. Con este no hay riesgo, pasa lejos.

El asteroide fue descubierto, en 1998, por especialistas del Instituto de Tecnología de Massachusetts y ahora los expertos de la NASA han logrado observarlo con radar, en concreto con la antena de 70 metros de diámetro de la Red de Espacio Profundo de la NASA en Goldstone (California). Durante toda la semana próxima se seguirá el asteroide con esa antena y con el gran radiotelescopio de Arecibo, en Puerto Rico. Con las observaciones continuadas, los científicos pueden obtener datos precisos sobre el tamaño del objeto, su forma, su rotación y algunas características de su superficie. Además, los seguimientos de los asteroides ayudan a precisar los cálculos de órbita, lo que es esencial para las actividades de protección del planeta frente al riesgo de impacto de objetos celestes.

Las imágenes de 1998 QE2 obtenidas con la antena de 70 metros tienen, de momento, una resolución de 75 metros por pixel.

Hay unas regiones en la luna, invisibles porque se hacen notar porque tienen mayor gravedad que la media y no se sabía muy bien por qué, aunque su efecto hay que tenerlo en cuenta en las operaciones de artefactos en órbita allí. Ahora, gracias a uno de ellos, o dos en concreto, los vehículos gemelos de la misión GRAIL de la NASA, los científicos han podido investigar con precisión la estructura interna de la Luna. Al centrarse en datos de esas zonas densas –denominadas mascon- y el consiguiente notable tirón gravitatorio, Jay Melosh (investigador de la misión Grail) y sus colegas han llegado a la conclusión de que están asociadas a impactos de grandes asteroides allí. Lo explican en el último número de la revista Science.

Esos mascon, descubiertos en 1968, se formaron al rellenarse cráteres de impacto con material del manto lunar, enfriándose, y bajo la influencia de factores como el diámetro y velocidad del cometa o asteroide, el gradiente térmico lunar, el grosor de la corteza y el flujo del manto bajo ella. La misión Grail se desarrolló en órbita de la Luna desde septiembre de 2011 hasta diciembre de 2012.

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