Un año y 1,7 millones de parados más tarde, Europa ofrece la misma receta
Los líderes repiten la retórica de la ‘cumbre del crecimiento’ de junio de 2012
Luis Doncel
Bruselas, El País
Bruselas, junio de 2012. “Los Jefes de Estado o de Gobierno han decidido un Pacto por el Crecimiento y el Empleo en el que se recoge la actuación que deben emprender los Estados miembros y la Unión Europea con el fin de relanzar el crecimiento, la inversión y el empleo, así como hacer que Europa sea más competitiva”.
Bruselas, junio de 2013. “Es necesario que la UE y los Estados miembros tomen medidas para devolver a Europa al camino del crecimiento sostenible y la creación de empleo. [...] El apoyo a las pymes es especialmente importante en los países con altos niveles de desempleo juvenil y con necesidad de inversiones para promover el crecimiento y el empleo. El Consejo Europeo ha acordado por ello lanzar un nuevo Plan de Inversiones”.
El primer párrafo de este texto corresponde a las conclusiones de la cumbre de líderes europeos del año pasado. El segundo, a dos extractos del borrador redactado para el Consejo del jueves y viernes. El objetivo de ambos encuentros es el mismo: impulsar la economía y el empleo. La retórica empleada en una y otra ocasión por presidentes y jefes de Gobierno se parece como dos gotas de agua. Las malas noticias llegan al analizar el resultado de la reunión que cumple un año: Europa cuenta ahora con 1,7 millones de parados más que entonces. De estos, casi medio millón han surgido en España, el auténtico granero de desempleados del continente. Y el crecimiento brilla por su ausencia.
El pacto tácito entre el francés François Hollande, el italiano Mario Monti y el español Mariano Rajoy logró arrancar a la alemana Angela Merkel un parquete para el crecimiento y el empleo de 120.000 millones de euros que debería gastarse en medidas con un efecto inmediato en el crecimiento. Los resultados están a la vista.
El propio presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, reconoció en una carta el pasado mes de marzo que los retrasos se acumulaban en varios asuntos acordados en la cumbre que se presentó como la del crecimiento. Los líderes arrastran los pies a la hora de poner en marcha la firma electrónica, la regulación de la fiscalidad sobre energía, un impuesto de sociedades con una base común entre los Veintisiete y algunos asuntos más, reconocía entonces Van Rompuy.
Pero los incumplimientos van más allá. Esa cumbre se presentó como la que consagraría el principio de recapitalización directa de los bancos. El acuerdo permitiría a España quitarse una carga muy pesada: las decenas de miles de millones de euros que recibiría para sanear sus bancos no contarían como deuda pública, se dijo entonces. Finalmente no ha sido así. Los ministros de Finanzas de la UE han ultimado estos días las bases sobre las que se organizarán los próximos rescates. Y se contempla la posibilidad de la recapitalización directa, sí, pero solo como caso extremo; y desde luego no como válvula de escape que sirva para aliviar la situación de España.
Si los resultados de la cumbre de hace un año no han sido los esperados, conviene también rebajar las expectativas que los más optimistas tienen con la del viernes. Los propios altos cargos del Consejo llevan días alertando de que las medidas que ahora acuerden los líderes podrán ayudar, pero en ningún caso van a ser claves para sacar a Europa del hoyo. “Lo más importante es recuperar la estabilidad financiera. Sin ella, no hay decisión política que pueda devolver el crecimiento y generar empleo”, aseguraba el miércoles una fuente del Consejo.
“En este último año hemos dado pasos muy pequeños. El Banco Europeo de Inversiones ha hecho mucho menos de lo que preveíamos, por ejemplo. El problema es la falta de decisión política, con unos líderes que han adoptado la ideología neoliberal”, aseguraba el jueves en los pasillos del Consejo, mientras los jefes de Estado y de Gobierno discutían, el líder del grupo socialista en el Paramento Europeo, Hannes Swoboda. ¿Dentro de un año también nos estaremos quejando de la inacción de los gobernantes? “Espero que no. Creo que después de las elecciones alemanas podremos ver pasos más decisivos”, responde Swoboda.
Luis Doncel
Bruselas, El País
Bruselas, junio de 2012. “Los Jefes de Estado o de Gobierno han decidido un Pacto por el Crecimiento y el Empleo en el que se recoge la actuación que deben emprender los Estados miembros y la Unión Europea con el fin de relanzar el crecimiento, la inversión y el empleo, así como hacer que Europa sea más competitiva”.
Bruselas, junio de 2013. “Es necesario que la UE y los Estados miembros tomen medidas para devolver a Europa al camino del crecimiento sostenible y la creación de empleo. [...] El apoyo a las pymes es especialmente importante en los países con altos niveles de desempleo juvenil y con necesidad de inversiones para promover el crecimiento y el empleo. El Consejo Europeo ha acordado por ello lanzar un nuevo Plan de Inversiones”.
El primer párrafo de este texto corresponde a las conclusiones de la cumbre de líderes europeos del año pasado. El segundo, a dos extractos del borrador redactado para el Consejo del jueves y viernes. El objetivo de ambos encuentros es el mismo: impulsar la economía y el empleo. La retórica empleada en una y otra ocasión por presidentes y jefes de Gobierno se parece como dos gotas de agua. Las malas noticias llegan al analizar el resultado de la reunión que cumple un año: Europa cuenta ahora con 1,7 millones de parados más que entonces. De estos, casi medio millón han surgido en España, el auténtico granero de desempleados del continente. Y el crecimiento brilla por su ausencia.
El pacto tácito entre el francés François Hollande, el italiano Mario Monti y el español Mariano Rajoy logró arrancar a la alemana Angela Merkel un parquete para el crecimiento y el empleo de 120.000 millones de euros que debería gastarse en medidas con un efecto inmediato en el crecimiento. Los resultados están a la vista.
El propio presidente del Consejo, Herman Van Rompuy, reconoció en una carta el pasado mes de marzo que los retrasos se acumulaban en varios asuntos acordados en la cumbre que se presentó como la del crecimiento. Los líderes arrastran los pies a la hora de poner en marcha la firma electrónica, la regulación de la fiscalidad sobre energía, un impuesto de sociedades con una base común entre los Veintisiete y algunos asuntos más, reconocía entonces Van Rompuy.
Pero los incumplimientos van más allá. Esa cumbre se presentó como la que consagraría el principio de recapitalización directa de los bancos. El acuerdo permitiría a España quitarse una carga muy pesada: las decenas de miles de millones de euros que recibiría para sanear sus bancos no contarían como deuda pública, se dijo entonces. Finalmente no ha sido así. Los ministros de Finanzas de la UE han ultimado estos días las bases sobre las que se organizarán los próximos rescates. Y se contempla la posibilidad de la recapitalización directa, sí, pero solo como caso extremo; y desde luego no como válvula de escape que sirva para aliviar la situación de España.
Si los resultados de la cumbre de hace un año no han sido los esperados, conviene también rebajar las expectativas que los más optimistas tienen con la del viernes. Los propios altos cargos del Consejo llevan días alertando de que las medidas que ahora acuerden los líderes podrán ayudar, pero en ningún caso van a ser claves para sacar a Europa del hoyo. “Lo más importante es recuperar la estabilidad financiera. Sin ella, no hay decisión política que pueda devolver el crecimiento y generar empleo”, aseguraba el miércoles una fuente del Consejo.
“En este último año hemos dado pasos muy pequeños. El Banco Europeo de Inversiones ha hecho mucho menos de lo que preveíamos, por ejemplo. El problema es la falta de decisión política, con unos líderes que han adoptado la ideología neoliberal”, aseguraba el jueves en los pasillos del Consejo, mientras los jefes de Estado y de Gobierno discutían, el líder del grupo socialista en el Paramento Europeo, Hannes Swoboda. ¿Dentro de un año también nos estaremos quejando de la inacción de los gobernantes? “Espero que no. Creo que después de las elecciones alemanas podremos ver pasos más decisivos”, responde Swoboda.