Más promesas que obras en el tren que no toma Cristina Kirschner
EDUARDO PALADINI, Clarín
"Yo no viajo en el Sarmiento", contó, por si hacía falta, el 4 de febrero la presidenta Cristina Kirchner. La aclaración venía como preámbulo de una queja por el vandalismo que había afectadoa a la línea del Oeste. Desde hace un año y cuatro meses, cuando murieron 51 personas en el choque de trenes conocido como la Tragedia de Once, el Gobierno pareció enfocar hacia allí casi toda su política ferroviaria. A la vista de lo ocurrido esta mañana, pero sobre todo por los testimonios de los usuarios, lo hizo con bastantes más promesas que mejoras concretas.
La llegada del ministro Florencio Randazzo al área y la intervención de la concesionaria TBA fueron las dos medidas más emblemáticas. Desde aquel fatídico 22 de febrero de 2012, y sobre todo cada vez que los familiares de las víctimas se preparaban para un nuevo reclamo, el Gobierno buscó compensar con anuncios las protestas.
En parte por estos trabajos y para evitar una nueva tragedia, paradójicamente el servicio empeoró: por caso, se quitaron formaciones y se cerraron pasos a nivel. Se llegó al colmo de publicitar por TV la cantidad de soldaduras que se habían hecho. También se anunciaron polémicas compras millonarias de vagones, con menores controles de los deseados.
Randazzo, entusiasmado, llegó a hablar de una "revolución" en el transporte ferroviario. E hizo lo que ningún consultor recomendaría cuando el ojo del usuario y la prensa está atento: prometió amplísimas mejoras en cortísimos plazos. Lo obvio, no pudo cumplir. Y el pase de facturas --más privado que público-- a sus antecesores Juan Pablo Schiavi y Ricardo Jaime no pasó el filtro de un alumno de primaria. Pertenecen al mismo modelo y tuvieron los mismos jefes: Julio De Vido, Néstor y Cristina Kirchner.
Pese a esto, acaso por una buena imagen pública, mejoras concretas a trámites insoportables desde el ministerio del Interior y cierta lavada de cara en su nueva área de Transporte, Randazzo empezó a sonar cada vez más fuerte como candidato a diputado en el distrito más importante del país, la provincia de Buenos Aires. Curiosamente, su nombre creció porque la protagonista original, Alicia Kirchner, vio cómo sus acciones bajaban luego de otra tragedia, la inundación en La Plata.
Randazzo dijo días atrás que él estará donde le pida Cristina. No hay noticias hoy sobre qué piensa la Presidenta.
"Yo no viajo en el Sarmiento", contó, por si hacía falta, el 4 de febrero la presidenta Cristina Kirchner. La aclaración venía como preámbulo de una queja por el vandalismo que había afectadoa a la línea del Oeste. Desde hace un año y cuatro meses, cuando murieron 51 personas en el choque de trenes conocido como la Tragedia de Once, el Gobierno pareció enfocar hacia allí casi toda su política ferroviaria. A la vista de lo ocurrido esta mañana, pero sobre todo por los testimonios de los usuarios, lo hizo con bastantes más promesas que mejoras concretas.
La llegada del ministro Florencio Randazzo al área y la intervención de la concesionaria TBA fueron las dos medidas más emblemáticas. Desde aquel fatídico 22 de febrero de 2012, y sobre todo cada vez que los familiares de las víctimas se preparaban para un nuevo reclamo, el Gobierno buscó compensar con anuncios las protestas.
En parte por estos trabajos y para evitar una nueva tragedia, paradójicamente el servicio empeoró: por caso, se quitaron formaciones y se cerraron pasos a nivel. Se llegó al colmo de publicitar por TV la cantidad de soldaduras que se habían hecho. También se anunciaron polémicas compras millonarias de vagones, con menores controles de los deseados.
Randazzo, entusiasmado, llegó a hablar de una "revolución" en el transporte ferroviario. E hizo lo que ningún consultor recomendaría cuando el ojo del usuario y la prensa está atento: prometió amplísimas mejoras en cortísimos plazos. Lo obvio, no pudo cumplir. Y el pase de facturas --más privado que público-- a sus antecesores Juan Pablo Schiavi y Ricardo Jaime no pasó el filtro de un alumno de primaria. Pertenecen al mismo modelo y tuvieron los mismos jefes: Julio De Vido, Néstor y Cristina Kirchner.
Pese a esto, acaso por una buena imagen pública, mejoras concretas a trámites insoportables desde el ministerio del Interior y cierta lavada de cara en su nueva área de Transporte, Randazzo empezó a sonar cada vez más fuerte como candidato a diputado en el distrito más importante del país, la provincia de Buenos Aires. Curiosamente, su nombre creció porque la protagonista original, Alicia Kirchner, vio cómo sus acciones bajaban luego de otra tragedia, la inundación en La Plata.
Randazzo dijo días atrás que él estará donde le pida Cristina. No hay noticias hoy sobre qué piensa la Presidenta.